Un guiño a la dramaturgia política
★★★★ muy buena. dramaturgia: Norman Briski, Vicente Muleiro. intérpretes: Romina Richi, Federico Rodríguez Moreno, Juan Washington Felice Astorga. vestua
rio: Giselle Grieco Pesce. escenografía: Alberto Bosio, Norman Briski, Guillermo Bechthold. música: Fito Páez. iluminación y dirección: Norman Briski. sala: Calibán (México 1428, PB 5). funciones: martes, a las 20. duración: 120 minutos.
Una inusual reunión de talentos tiene lugar los martes en el Teatro Calibán. Bajo la batuta de Norman Briski, se despliegan, entre otras cosas, la minuciosa investigación de Vicente Muleiro y la música con canciones originales de Fito Páez hechas a la medida del talento de un trío actoral que lleva más de dos años estudiando sus papeles.
La obra trata de Litero, un recolector de basura con ínfulas filosóficas, que reúne, internet mediante, a Rosa Luxemburgo y a Manuel Ugarte para que revivan un debate que, en realidad, nunca tuvo lugar. El choque entre revolucionarios hace surgir una imaginería escénica única, que incluye maquinarias pesadas, estandartes con caras de filósofos, triciclos de distintas formas y tamaños, ascensores que atraviesan la sala, originalísima iluminación desde todos los frentes, cabezas intercambiables. En fin, una batería de recursos que dotan la pieza de un ritmo que no decae. Porque si bien es interesante el contrapunto entre una izquierda internacionalista y una latinoamericanista la dirección entiende que eso no alcanza para producir teatralidad. Así, la profundidad teórica se une al riesgo estético.
No es un panegírico de dos grandes pensadores, sino un llamado al pensamiento en tiempos en los que la proliferación informativa ha sepultado, paradójicamente, las ideas fuertes que cuestionaban el orden de la realidad. Enterarse de las coloridas biografías de Luxemburgo y Ugarte es un valor añadido. La pieza es un alegato, también, a favor de un teatro comprometido, político. De allí los constantes guiños al presente que traducen los conceptos a problemas concretos, contemporáneos y urgentes.
En lo actoral, se destaca Juan Washington Astorga. Su Ugarte no está armado desde el estereotipo, es un actor que propone desde el encuentro vital con este personaje y que transmite desde la postura, el gesto mínimo, la voz clara y su capacidad de sostener la puesta entera desde una zona de honda verdad. También es destacable lo de Romina Richi como Rosa Luxemburgo, una composición comprometida en lo ideológico y sólida en lo técnico.
Tres obras dirigidas por Briski están en cartel en Calibán, las tres de acuciante actualidad: La conducta de los pájaros, Al lector y Unificio. Pueden pensarse en serie, como un repaso del pasado, el presente y el futuro de un mundo cada vez más necesitado de compromisos éticos y estéticos. Las tres piezas discuten, también, con un teatro tranquilizador y correcto. Estas obras se encargan de poner en tensión las condiciones mismas de cómo se arma el teatro. El deseo de ir más allá de lo previsible no es aquí una floritura insustancial. Es una canción desesperada en un contexto cada vez más insensible. Briski, pieza indispensable del teatro nacional, encarna una forma arriesgada de entender la tarea del arte. Si sus propuestas resultan raras en ocasiones, no es por falta de cordura. Es, más bien, porque su resistencia a abandonar el compromiso resulta cada vez más excepcional.