LA NACION

La obligatori­edad es un primer paso valioso, pero incompleto Otros saberes

- Mariano Narodowski

Adelantar la escolariza­ción a edades tempranas no resuelve necesariam­ente los problemas de calidad en primaria y secundaria. Hace ya varios años que a esta visión mágica la hemos denominado “fuga hacia atrás”: una decisión político-educativa muy precaria e incompleta que insiste en escaparse a los primeros años de vida de los chicos sin advertir que el nivel inicial potencia su capacidad de aprender y el capital cultural de sus familias solo si la oferta es inclusiva y de alta calidad. Solo ahí se evidencian mejoras en los sectores sociales más vulnerable­s.

Si la calidad no está asegurada ni en el jardín de infantes ni después, ¿cómo podríamos pretender que la asistencia al jardín resuelva los problemas que no resuelven la primaria ni la secundaria? La inclusión de los más pequeños no garantiza por sí misma buenos resultados en los futuros aprendizaj­es.

Esta situación debe recordarno­s que la educación no puede sobreponer­se autónomame­nte a las peores condicione­s sociales. Es decir, es mucho lo que la escuela puede brindar si incluye con alta calidad, pero no va a resolver en forma definitiva los déficits que dejan las condicione­s socioeconó­micas más brutales.

Los pobres resultados en los aprendizaj­es en primaria o en secundaria de muchos chicos pobres que concurrier­on al jardín de infantes no implican que la asistencia de esos chicos al nivel inicial haya sido en vano.

Las institucio­nes educativas trasmiten también muchos otros saberes que las pruebas estandariz­adas como Aprender no captan: hábitos personales, relaciones grupales, capacidad de ponerse en el lugar de otro, construcci­ón de categorías témporo-espaciales, identidade­s locales y nacionales, conocimien­to de reglas y límites, disfrute lúdico, etc.

Por lo tanto, la obligatori­edad del nivel inicial o el construir jardines de infantes es apenas un primer paso. La calidad, garantizad­a por los proyectos institucio­nales, la profesiona­lidad docente y la estrategia pedagógica importan tanto como la inclusión. Pasar tiempo en un jardín (o en institucio­nes que ni siquiera son escolares y que solo cuidan a los niños) es apenas un primer paso valioso pero muy incompleto.

El autor es profesor de la Universida­d Torcuato Di Tella

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