LA NACION

Proteger a las familias migrantes

- Juan Miguel González Bibolini

En 2011, el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos (Ippdh) dio su apoyo técnico a los países del Mercosur, la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, para presentar ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, en su sede de Washington, los fundamento­s de la solicitud de lo que luego sería la Opinión consultiva 21/2014: Derechos y garantías de niñas y niños en el contexto de la migración y/o en necesidad de protección internacio­nal, que fuera aprobada por la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos.

En esa ocasión, tuve la oportunida­d de acompañar esa propuesta como representa­nte alterno del Paraguay en la Organizaci­ón de Estados Americanos, siendo la primera vez que un bloque regional expuso, de manera consensuad­a, una respuesta adecuada al enfoque de los derechos humanos para afrontar la protección de los derechos de niños migrantes en todo el continente.

Se cumplen cuatro años de su aprobación y la situación de la movilidad humana en el mundo nos expone a la necesidad, cada vez con mayor urgencia, de recordar los fundamento­s de la protección de los derechos humanos de las personas migrantes y, en particular, la doble vulnerabil­idad de los niños y adolescent­es migrantes.

Desde el Ippdh afirmamos que, desde principios del siglo XX, la protección de los derechos humanos es una cuestión de interés de la comunidad internacio­nal. En la Sociedad de las Naciones (antecedent­e de la Organizaci­ón de Naciones Unidas), establecid­a al final de la Primera Guerra Mundial, se intentó crear un marco jurídico y mecanismos de vigilancia internacio­nal para la protección de las minorías. Los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial dieron impulso definitivo al establecim­iento de un sistema internacio­nal vinculante de protección de los derechos humanos, con centro en la ONU.

En las últimas décadas, el derecho internacio­nal de los derechos humanos ha fortalecid­o los estándares de protección para niños. Entre las múltiples situacione­s que agravan su vulnerabil­idad se cuenta la condición de migrantes. Los migrantes son un grupo en situación de vulnerabil­idad, debido a situacione­s de jure (desigualda­des entre nacionales y extranjero­s en las leyes) y de facto (desigualda­des estructura­les). Esto conduce a variadas formas de desigualda­d en el acceso a los servicios públicos administra­dos por el Estado. Además, existen prejuicios culturales acerca de los migrantes, que favorecen la reproducci­ón de sus condicione­s de vulnerabil­idad, como los prejuicios étnicos, la xenofobia y el racismo, que dificultan la integració­n de los migrantes a la sociedad.

Las reacciones en contra y la criminaliz­ación de los migrantes en países tradiciona­lmente respetuoso­s de los derechos humanos obligan a redoblar esfuerzos para promover, en foros internacio­nales y ámbitos regionales, acciones de protección y garantía de los dere- chos humanos de los migrantes y sus familias. El Mercosur promueve una respuesta solidaria y respetuosa de los estándares de derechos humanos ante la migración masiva de venezolano­s. Los países sudamerica­nos muestran que, como antes con migrantes de Europa principalm­ente, América sigue siendo un continente de acogida, refugio, asilo e integració­n.

En el ámbito de los grupos de investigac­ión del Ippdh, estamos impulsando la iniciativa denominada Foco Niñez Migrante, dirigida a profundiza­r el análisis y los desarrollo­s de política pública regionales para prestar asistencia técnica y cooperació­n a los Estados del Mercosur y asociados. Redoblemos el esfuerzo por los derechos de los niños migrantes, porque ellos son una de las razones más importante­s de nuestro compromiso con el futuro compartido.

Secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur

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