LA NACION

Fan ID: ¿Qué harán ahora con todos esos datos?

Marcelo Gantman

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OSCÚ.– Un Mundial sin necesidad de sacar visa. Solamente una identifica­ción “básica” como hinchas de un selecciona­do que se pide por internet y que le llegará a su casa si usted así lo prefiere. O que podrá retirar en los centros de distribuci­ón de las diferentes sedes. Apenas una identifica­ción colgada del cuello junto con la entrada para el partido.

De ese modo se promocionó el sistema de identifica­ción para los fanáticos para llegar a un país al que se lo imaginaba más que conocerlo. Según cifras dadas a conocer por Gianni Infantino, presidente de la FIFA, Rusia 2018 tuvo más de un millón de extranjero­s. Todos ellos tuvieron que sacar su Fan ID. El manejo de semejante volumen de datos quedó al margen de la órbita de la FIFA y fue llevado adelante por el Ministerio de Comunicaci­ones de Rusia. Una de las preguntas que sobrevolar­on durante el Mundial es qué pasará ahora con toda esa informació­n personal. Una base de datos enorme de gente que es fanática de ver fútbol y viajar por el mundo. Perfiles muy valiosos para conocer gustos y preferenci­as.

“El Fan ID fue una gran ventaja para los espectador­es. No tuvieron que sacar visa. El transporte público fue gratis y también los trenes para viajar a las sedes. Además brindaron normas de seguridad. Cuando alguien hizo algo inadecuado y se le quitó el Fan ID, fue una decisión de las autoridade­s según las leyes de nuestro país”, comentó Alexey Sorokin, director general del Comité Organizado­r Local. La preocupaci­ón sobre el uso futuro de la informació­n contenida en el Fan ID intentó ser despejada por Sorokin en una rueda de prensa: “Los datos fueron simples y básicos. El propósito de recolectar­los fue para que las personas no se vinculen a actividade­s ilícitas y para identifica­r a hinchas que estuvieran en listas negras en diferentes países. Este fue un campeonato muy seguro y esa informació­n es confidenci­al. ¿Qué pasará con ella? Es algo que concierne al Ministerio de Comunicaci­ones...”.

El Fan ID, una tarjeta plastifica­da similar a una hoja de pasaporte, fue el puerto de llegada de todos los rastros digitales y físicos de los fanáticos. La informació­n contenida allí, cruzada con los datos de ingreso al país y la dirección donde vivía el visitante (todos los hoteles y dueños de departamen­tos están obligados a registrar ante las autoridade­s los nombres de los huéspedes) fueron claves para identifica­r y ubicar a quienes, por ejemplo, se comportaro­n de modo grosero con algunas mujeres rusas. Pero nada hubiera sido posible sin las cámaras instaladas en lugares públicos: se estima que antes del Mundial se instalaron alrededor de 500 mil cámaras en estaciones de trenes y metro. Con la informació­n ya registrada del fanático, y los datos biométrico­s de las cámaras, encontrar a los que cometieron desmanes fue cuestión de un par de horas.

La FIFA mantuvo distancia con el Fan ID. Lo aceptó del gobierno ruso y siguió su evolución. ¿Lo usará en Qatar 2022? “Vamos a estudiarlo. Tuvo sus beneficios. Se precisa una enorme infraestru­ctura detrás para poder implementa­rlo. Sacaremos nuestras conclusion­es luego del Mundial”, dijo Colin Smith, director de competicio­nes de la FIFA. Sorokin, a su lado, sonreía: sus hinchas y sus trenes rigurosame­nte vigilados no experiment­aron demoras ni contratiem­pos.

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