Sebastián Ortega: “El universo carcelario es como una jungla”
El director de Underground revela los motivos por los cuales en su trayectoria como productor figuran varios programas en los que los ambientes y personajes en los bordes son los que predominan
Ortega cuenta que es consumidor de películas que muestran historias carcelarias desde hace mucho. Nombra una lista interesante de películas del género que disfrutó con el tiempo y en esa lista figuran desde un clásico como Escape de Alcatraz, que protagonizó Clint Eastwood, a fines de los 70, hasta American me, con Edward James Olmos, de principios de los 90, o Sangre por sangre, de la misma época, que tiene lugar en San Quintín. El productor cuenta también que técnicamente, desde la visión profesional, los escenarios oscuros y reducidos en que transcurren estas historias permiten aprovechar más las posibilidades de las cámaras. Pero lo que más lo atrae para volcarse a trabajar en los ambientes de encierro pasa por las posibilidades que brindan a la creatividad para imaginar historias en ellos. “El universo carcelario es como una jungla donde sobreviven los más fuertes y los más astutos. En estos espacios se convive con la sordidez, con un ambiente de amenaza constante, donde el peligro te puede estar esperando a la vuelta de una pared. Algo similar a lo que pasa en la selva. La cárcel tiene esa misma adrenalina por las posibilidades de que aparezcan aventuras a cada instante, y eso es muy rico para generar relatos”, sostiene.
Por otro lado, cuenta que cuando hicieron la primera temporada de El marginal no tenían ninguna expectativa de que hubiera una segunda. “Nunca antes habíamos hecho una segunda temporada con ninguna ficción, salvo con Los Roldán, que hacía 45 puntos de rating. En ese momento nos habíamos mudado con nuestros programas de Telefé a Canal 9 y la condición que nos habían puesto en ese canal era que siguiéramos con esa tira, que era un fenómeno. Llegamos a hacer más de cuatrocientos capítulos. No daba para más. En el caso de El marginal terminamos la historia de manera que el cuento cerrara al final de la primera temporada”, recuerda. No imaginaron lo que iba a generar la serie en el público. “Cuando se la emitió en la Televisión Pública se organizó un evento en el que se proyectaron los dos últimos capítulos en Tecnópolis. En el momento de la escena en que muere Diosito, en el último episodio, se generó una reacción negativa en el público por su muerte. Me impresionó mucho. Ahí tomé conciencia de que algunos personajes del programa habían logrado una empatía muy grande con el público que nosotros no habíamos previsto”, cuenta Ortega. Después la serie se incorporó a la oferta de Netflix y la enviaron a festivales. Ganó el Gran Premio del Jurado en Series Manía, un afamado certamen europeo que se realiza en Francia dedicado a las series televisivas. Después Telemundo les compró los derechos para replicar el programa en el hemisferio norte con una nueva versión. Todos estos elementos generaron las condiciones para hacer una segunda temporada. “El problema que teníamos que solucionar era cómo volver a abrir ese cuento que había quedado cerrado en el final de la primera temporada. La manera que encontramos fue contar la precuela de aquella parte. Hacer que volviera el personaje de Minujín, que ya había cumplido su objetivo en la cárcel, hubiera sido muy rebuscado”, reflexiona Ortega.
En los episodios de la nueva temporada lo que se verá será lo que ocurrió en esa cárcel tres años antes de lo que se contó en la primera. Por ese entonces los hermanos Borges caen presos, son llevados al penal y se ven envueltos en una guerra de poder con el Sapo, un preso sanguinario que gobierna San Onofre. En medio de esta situación aparece la figura de Patricio, a quien interpreta Esteban Lamothe. “Patricio es un médico que nunca estuvo detenido antes. Él tuvo una relación con una mujer casada y el marido descubrió que estaba embarazada y que el bebé era de Patricio. El marido la golpea en un ataque de furia y ella agarra un arma y lo mata. Como la mujer estaba embarazada, Lamothe se inculpó. Este personaje cumple el papel en esta historia de ser el
ojo del televidente que entra a un universo totalmente desconocido y allí tienen que adaptarse y desarrollar mecanismos para defenderse y sobrevivir. Esto es algo que también dan las historias ambientadas en cárceles: allí los mecanismos de la creatividad para sobrevivir se multiplican”, afirma Ortega.
De acuerdo con lo que nos reveló antes, sobre su atracción por los ambientes carcelarios, el director actual de Underground cuenta su predilección por el hip hop. “Es un ritmo que incorpora a su lenguaje muchos elementos que provienen del ambiente de la cárcel”, dice. Luego amplía el tema y cuenta la manera en que influyó en la moda de los tatuajes la técnica que se usa en los presidios para realizarlos. “Los tatuajes que se hace mucha gente actualmente por moda provienen del estilo carcelario. La mayoría de los tatuajes que se usan son en negro y en gris, pero en realidad los tatuajes históricamente surgieron en colores. Las tribus de Nueva Guinea se tatuaban en colores. En las cárceles, sin embargo, al no tener acceso a las tintas de colores, lo que fabricaban los presos era una tinta con aceite y papel carbonizado. El tipo de tatuajes que usaban en la cárcel se empezó a usar en la calle con el tiempo y hoy está completamente de moda, probablemente sin que muchos de los que los usan tengan idea de dónde sale ese estilo de dibujos”, explica con detalles que dan cuenta de los conocimientos que posee acerca de estas temáticas, que abordan muy bien sus programas.