Agua y cloacas. Una carencia de millones
El 22% de la población no accede a la red pública y cuatro de cada diez no tienen cloacas
CÓRDOBA.– Dos millones de argentinos destinan tres meses al año para buscar agua (entre tres y seis horas diarias). Expresado en dinero, ese tiempo equivaldría a unos $28.500 (tres salarios mínimos, vitales y móviles). Un millón no tiene baño, letrina ni pozo.
El 22% de los 44 millones de habitantes no tienen acceso a la red pública de agua y cuatro de cada 10 no tienen cloacas. Los datos se desprenden de un trabajo colaborativo entre la UBA, Flacso, las universidades Nacional de Quilmes y Católica de Córdoba, la ONG Sed Cero, además del INTI y el INTA.
Pablo Bereciartua
sec. de recursos hídricos “El objetivo es que en 2023 el 100% tenga agua potable y el 75% tenga acceso a una cloaca y a plantas de tratamientos de efluentes”
Florencia Iacopetti coordinadora sed cero
“Hay un desafío enorme en acceso al agua y al saneamiento. El problema requiere soluciones combinadas. No hay una sola que se pueda extrapolar”
Leticia Capdevila Vecina de el abra, córdoba
“Aquí no crece nada. No hay con qué cuidar lo que se siembra. A duras penas le damos agua a los animales”
Estas situaciones impactan en la salud pública provocando, en particular, cuadros de parasitosis que afectan, especialmente, a los más chicos.
Las cinco provincias que viven las situaciones más críticas de acceso a agua de red son Santiago del Estero, Formosa, Tierra del Fuego, Salta y Chaco. En el caso de hogares sin cloacas, las más complicadas son Chaco, Formosa, Salta, Tierra del Fuego y Misiones.
Florencia Iacopetti, gerenta programática de la Fundación Avina y coordinadora de Sed Cero, explicó a la nacion: “Hay un desafío enorme en acceso al agua y al saneamiento; el problema requiere soluciones combinadas, no hay una sola que se pueda extrapolar porque hay características particulares como el suelo, los regímenes de lluvia y cuestiones sociales y culturales”.
Admite que “hay avances” con el Plan Nacional del Agua –instrumentado por el gobierno nacional por medio del Ministerio del Interior–, pero que hay que complementar las soluciones en las zonas rurales más aisladas.
El programa incluye inversiones por US$40.000 millones (incluye trabajos del Plan Belgrano en el área). Desde el inicio de la gestión gubernamental actual –según datos oficiales– se terminaron 340 obras de agua y cloacas mientras que hay otras 263 en ejecución y 61 en pleno proceso licitatorio.
“Es uno de los objetivos prioritarios de inversión de este gobierno para mejorar la calidad de vida de todos los argentinos. Se trabaja en todo el país y, en particular, en el Norte donde hay un déficit significativo en infraestructura. Con estas obras la gente vive mejor, se reducen las enfermedades”, dijo Pablo Bereciartua, secretario de Recursos Hídricos del Ministerio del Interior de la Nación.
El objetivo es que en 2023 el 100% tenga agua potable y el 75% acceso a una cloaca y a plantas de tratamiento de efluentes.
En La Candelaria, 300 kilómetros al norte de la capital de San- tiago del Estero, los 500 vecinos que viven dispersos en el pueblo lograron resolver parte del problema con un centenar de cisternas de fibrocemento que ellos mismos construyeron en el marco de una iniciativa de Sed Cero con el financiamiento de Danone.
A María Luna y su familia la cisterna les cambió la vida; con sus hijos caminaban 14 kilómetros para traer agua del río. Usan el agua del tanque –que se llena con las lluvias– solamente para beber para que dure más. A la noche, cuando vuelve de trabajar, su marido acarrea en moto bidones de 20 litros. En pleno Chaco Salteño en verano las temperaturas superan con comodidad los 40°C.
Herramienta de gestión
Los expertos que participaron del estudio colaborativo –que derivó en una “plataforma del agua” que sirve como herramienta de gestión– coinciden en que en las zonas rurales hay que trabajar en “innovación social”; lograr que las comunidades se apropien de las soluciones y las administren. “Los ‘enlatados’ no suelen funcionar y se terminan viendo ‘elefantes blancos’ desde la ruta y la gente sigue sin agua”, apuntó Iacopetti.
En un territorio extendido y de baja densidad poblacional como el argentino, insisten que a la par del plan nacional hay que diseñar soluciones descentralizadas (cisternas; canalización de agua de río, perforaciones). A 135 kilómetros de la ciudad de San Juan, sobre la ruta nacional 141, las mujeres y los chicos mendigando agua potable con bidones ya son parte del paisa-
je. Terminó naturalizándose una situación angustiante.
En el pueblo La Planta viven unas 350 personas que llevan 10 años sin agua. Hace unos meses Obras Sanitarias Sociedad del Estado (OSSE) de esa provincia anunció que se halló una fuente subterránea a siete kilómetros y que, con una inversión de $85 millones en una perforación, podrán abastecer al pueblo.
Susana Roldán, médica de la ONG Una Gota de Salud –trabaja en el norte cordobés, en la zona de las salinas, donde hay pozos de agua–, explicó que la gente “acumula en tachos, pero la calidad no es la mejor”, por lo que diagnostican muchos casos de parasitosis. “Es una patología muy frecuente que colabora con el bajo peso y la desnutrición. Es una batalla interminable por la no potabilización del agua”, añadió.
La coordinadora científica de Mundo Sano e investigadora del Conicet Victoria Periago, señaló que además del acceso al agua también está el problema de las aguas contaminadas, por ejemplo, con arsénico.
“En Formosa, Chaco, Misiones y Salta, donde trabajamos, hay pozos contaminados, salados; las comunidades colectan agua de lluvia o compran agua, pero la acumulación no es cuidada”, comentó Periago.
“Hay problemas de calidad y disponibilidad de agua y también de no tener ni letrinas –continuó–. Se abre un ciclo de transmisión de enfermedades que tiene un impacto importante sobre la salud pública; hubo una campaña efectiva que promovió lo más básico, que es el jabón para lavarse las manos, pero hay miles que no tienen el agua”.
Iacopetti ratificó que el acceso al agua es un derecho humano y, como tal, la responsabilidad última es del Estado. “Pero a veces solo no puede, las alianzas multisectoriales son importantes. Desde la sociedad civil se puede complementar su tarea con conocimiento, recursos y tecnologías para acelerar el proceso”, amplió.
“Habilitador de desarrollo”
El crecimiento y desarrollo territorial van de la mano con el acceso al agua; sin ella no hay posibilidad de que las comunidades más apartadas puedan criar sus animales o tener huertas, dos de las economías más frecuentes en esas zonas.
En El Abra, en las salinas cordobesas, Leticia Capdevila explicó las dificultades que atraviesan los pobladores: “No crece nada; no hay con qué cuidar lo que se siembra; a duras penas le damos agua a los animales”. En esa zona de la provincia los indicadores de pobreza duplican la media de Córdoba.
Para los expertos, el agua es un “habilitador de desarrollo”. Por eso, la primera tarea es llevarla a las comunidades e, inmediatamente, trabajar en programas de emprendimiento con los pobladores. Explicaron que el tipo de acceso (canilla comunitaria o cisterna en el propio lote, por ejemplo) es directamente proporcional a las posibilidades de desarrollo. “Mientras más se aleja de la familia, más grande la brecha”, concluyó Iacopetti.