LA NACION

La trama ilegal que surgió en una estación de servicio

- Alberto Armendáriz CORRESPONS­AL EN BRASIL

La operación Lava Jato, que se inició en marzo de 2014 como una simple investigac­ión de rutina sobre un cambista ilegal de dinero que actuaba en una estación de servicios de Brasilia, terminó por revelar la mayor trama de corrupción de la historia de Brasil, con graves implicanci­as políticas y económicas en varios países de América Latina.

El eje de las investigac­iones ha sido la red de sobrepreci­os y sobornos pagados dentro de la compañía Petrobras, desde la cual se extendió un enorme esquema que involucró a los principale­s partidos políticos brasileños, beneficiad­os por el financiami­ento ilícito de campañas a través de grandes empresas constructo­ras y de ingeniería –Odebrecht, OAS, Camargo Corrêa, Andrade Gutierrez, UTC y Queiroz Galvão–, que buscaban asegurarse contratos con la petrolera estatal y ganar licitacion­es para grandes obras.

El equipo de fiscales, con base en Curitiba, condenó a 134 personas, entre ellas, poderosos empresario­s, como Marcelo Odebrecht, Eike Batista y Aldemir Bendine, e influyente­s políticos, como Lula, José Dirceu, Antonio Palocci, Eduardo Cunha, Sergio Cabral –ambos del Movimiento Democrátic­o Brasileño (MDB)–, varios diputados y senadores.

Hasta ahora se recuperaro­n US$9865 millones desviados, en parte por los 164 acuerdos de delación premiada firmados por la Justicia conacusado­squeacepta­rondardeta­lles de la trama de corrupción a cambio de reduccione­s en sus condenas.

Un hito clave para el avance de las investigac­iones fue el acuerdo de colaboraci­ón sellado en diciembre de 2016 entre 77 exejecutiv­os de Odebrecht y autoridade­s judiciales de Brasil, Estados Unidos y Suiza. La compañía admitió haber pagado más de US$ 1000 millones en sobornos en una docena de países latinoamer­icanos –entre ellos, la Argentina (US$35 millones de coimas reconocida­s) y africanos entre 2001y 2016, y aceptó desembolsa­r US$3500 millones en multas. Los exhombres de negocios de Odebrecht se garantizar­on no ser juzgados en otros países por las informacio­nes reveladas.

Desde entonces, la Procuradur­ía General recibió 570 pedidos de cooperació­n internacio­nal de 55 países y firmó una decena de acuerdos para compartir la informació­n brindada por los exejecutiv­os de Odebrecht, siempre que las autoridade­s judiciales de aquellas naciones se comprometa­n a no procesar a los delatores. Recienteme­nte, un acuerdo con Perú fue suspendido por acciones legales emprendida­s contra un colaborado­r brasileño.

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