LA NACION

Matías Shaw

El argentino que lidera la reestructu­ración de una multinacio­nal

- Sofía Diamante

Matías Shaw (42 años) conduce cada mañana 40 minutos –si no hay tráfico– por la Panamerica­na para llegar a su oficina de Vicente López. En el trayecto aprovecha las cuatro o cinco horas (depende la época del año) de diferencia horaria que tiene Buenos Aires con Europa para hablar por teléfono con Claudio Esteban Selguan (56), que vive en Berlín, y con Claudio Simón (43), que está instalado en Barcelona. Los tres son argentinos y están a cargo del proceso de reestructu­ración de la marca alemana de artículos de librería Pelikan.

La tarea no es sencilla en la era de la digitaliza­ción, y menos para una empresa de 180 años que nació en Alemania y que hace en ese mercado el 50% de sus ventas. Si bien los productos con el logo del pelícano están presentes en los cinco continente­s, la otra mitad de las ventas procede mayoritari­amente del resto de Europa y América Latina. Es justamente fuera de Alemania donde la empresa tiene todo el potencial para crecer.

Shaw, cordobés, licenciado en comerciali­zación e hincha de River, ingresó en la compañía en 1995, cuando el Grupo Estrada era el accionista mayoritari­o de Pelikan en la Argentina. En ese entonces, el ahora senior vicepresid­ente global de marketing & ventas de la compañía trabajaba en el área de merchandis­ing en Córdoba, mientras finalizaba los estudios terciarios en marketing.

Durante los tres años siguientes, se fue a vivir a Buenos Aires con dos amigos para cursar la licenciatu­ra y renunció a la empresa cuando el proceso de reestructu­ración que había comenzado Estrada no lo convencía. La crisis de 2001 lo encontró en la calle, luego de que Arcor –donde había comenzado a trabajar seis meses antes– lo despidió junto con otro centenar de empleados. Deses- perado, a pocos meses de casarse, volvió a contactar a sus exjefes para pedirles trabajo y Pelikan le ofreció irse a vivir a México para trabajar dentro de la dirección comercial.

“El puesto prácticame­nte lo inventaron para que fuera. A los dos meses entendí por qué: iban a cambiar al gerente de marketing y me dijeron si quería tomar la responsabi­lidad”, cuenta Shaw, que con 26 años y apenas llegado al mercado mexicano escuchaba la oferta en el lobby de un lujoso hotel de Cancún que le hacía Selguan, el ahora CEO global de Pelikan.

Con apenas tres meses en Ciudad de México, Shaw se mudó nuevamente a Puebla, una ciudad colonial a 120 kilómetros de la capital, que a comienzos del siglo pasado recibió oleadas de inmigració­n alemana. Pelikan tiene ahí un predio de más de 100.000 metros cuadrados.

Para encarar el desafío, pidió armar su equipo y contrató a un mexicano y a Simón, el amigo salte100% ño que lo había acompañado en su momento a estudiar a Buenos Aires y al que ahora le ofrecía un trabajo en México. “Teníamos que ordenar el departamen­to de marketing. Lograr que tuviera un rumbo, que marketing y ventas fueran de la mano, que es algo que normalment­e en las compañías no pasa. Puse a viajar a los dos equipos juntos por el interior del país. Ahí se generó una relación buenísima entre ellos y entendiero­n qué pedía uno del otro. Empezamos a tener un éxito tras otro y nos acompañó la suerte, porque hubo competidor­es que no anduvieron bien y nosotros pudimos tomar esas posiciones y esas categorías. Al año y medio le dije a mi jefe que quería hacer más cosas, que no me quería quedar solo con México, y me dieron la posibilida­d de trabajar con todas las exportacio­nes a Latinoamér­ica desde Puebla”, recuerda.

A fines de 2009, Pelikan comenzó a recomprar muchos de los negocios de la compañía y adquirió el de las acciones de la empresa en la Argentina. Shaw, ya con ocho años de experienci­a y una hija y un hijo mexicanos, regresó al país para asumir como gerente general local y para continuar a cargo de ventas y marketing del grupo para la región.

“El cambio grande empezó a partir de 2016. Selguan, que dos años antes había pasado de ser el director general de México y responsabl­e de América Latina a instalarse en Berlín, ve que le cuesta un montón implementa­r cambios. La mentalidad del alemán es muy poco flexible. Era muy difícil para los que manejaban en ese momento el área de marketing internacio­nal entender que la fórmula del éxito en Alemania no necesariam­ente iba a funcionar en el resto del mundo. Se necesitaba­n mucha más flexibilid­ad y más velocidad para hacer la reestructu­ración”, explica Shaw.

Simón, que en un momento había dejado la compañía para empezar un emprendimi­ento propio con su mujer mexicana, volvió a Pelikan convocado nuevamente por Shaw para que asumiera como vicepresid­ente de marketing global en España. El tridente estaba formado.

Entre los cambios que comenzaron a implementa­r figura un mayor surtido de productos. “Ingresamos en el negocio de mochilas, que se vendían en Alemania, pero no en el resto del mundo. Además, estamos creciendo mucho en el negocio de la escritura fina y estamos poniendo mucho más el foco en el mercado escolar, que es el que más crece. Son chicos que agarrás hoy y los tenés para los próximos 30 años consumiend­o, porque ya tuvieron una experienci­a con la marca”, explica Shaw, y cuenta que la facturació­n para este año rondará los 285 millones de euros.

El ejecutivo, sin embargo, tiene en claro quién es su principal rival hoy: “Nosotros competimos con algo que se acelera cada vez más, el ciclo de vida de nuestros productos es cada vez más corto porque la tecnología los va reemplazan­do. Uno usa cada vez menos el bolígrafo y más el teléfono. La forma de sustituir es robarle a la competenci­a e ir buscando nuevos nichos donde una pueda expandirse. Por eso las adquisicio­nes siempre están abiertas para los países en los cuales nos interesa entrar, como Brasil y Perú. Buscamos compañías que puedan costar entre US$5 y US$6 millones, y que haya potencial para hacerlas crecer”, revela.

Pero el avance de la tecnología, y en especial el desarrollo de los canales de venta online, abrió la posibilida­d de que el negocio de la escritura fina tenga una expansión y un crecimient­o enorme. “Nos permitió llegar a un montón de consumidor­es de diferentes países donde antes no estábamos. Hoy, representa el 9% de nuestra facturació­n”, señala el ejecutivo.

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FABIáN MARELLI

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