LA NACION

De Southgate a Coudet, de Bob Martínez a Holan y de Deschamps a Gallardo

- Christian Leblebidji­an

El Mundial siempre genera modelos a seguir, recursos que los entrenador­es de las ligas locales tratan de implementa­r en sus equipos, ya sea desde los sistemas tácticos o de acciones puntuales de ataque o defensa. Sin ir más lejos, que a ningún hincha le extrañe si ya en la primera fecha de la Superliga se ve algún gol de pelota parada con la fórmula que utilizó Gareth Southgate, el DT de Inglaterra, con cortinas y desplazami­entos que nacen de esa fila de todos los cabeceador­es atacantes sobre la medialuna o el punto penal para luego desparrama­rse por distintos sectores del área, ese movimiento que Southgate tomó del Superbowl. El éxito de Inglaterra en Rusia 2018 por esa vía tuvo que ver con los ejecutante­s (Trippier o Young) y los cabeceador­es (Stones, Kane, Maguire, Sterling, Dele Alí y Hendersson). En ese sentido, su capacidad para trabajar los balones detenidos puede replicarse en Eduardo Coudet.

Racing se hizo fuerte en la Superliga y en la Copa Libertador­es por esa vía. No fue casualidad que con el Chacho la Academia haya marcado 12 goles de pelota parada en el último certamen local (9 de ellos, de cabeza). Ya desde la conformaci­ón del plantel el director técnico pensó en cómo potenciar el recurso: por eso llegaron Centurión y Neri Cardozo (como los ejecutante­s principale­s de los córners) y también Sigali y Donatti (centrales con oficio y poder aéreo). El otro equipo que más anotó por esa vía en la Superliga fue Rosario Central (también 12 y 9 de ellos de cabeza). Si el conjunto rosarino era peligroso con Fernández como DT, con la llegada de Bauza seguro va a potenciar esa búsqueda.

Roberto Martínez, técnico de Bélgica, fue uno de los entrenador­es del Mundial no solo porque su equipo llegó lejos, sino por el fútbol que desplegó. Pero también por la versatilid­ad para saber adaptarse a distintos sistemas incluso dentro del mismo partido. En la semifinal ante Francia, arrancó con un 3-4-2-1 (sistema madre) y luego osciló entre el 4-4-2 y el 4-3-3. Si ante Brasil vio que De Bruyne tenía que ser falso 9 y Lukaku wing derecho, también lo probó. En el fútbol argentino el entrenador más versátil y ofensivo en ese sentido es Ariel Holan. El conductor de Independie­nte es capaz –incluso dentro de un mismo partido– de plantear una línea de 3 y pasar a jugar con cuatro en el fondo; logra que sus jugadores cambien de posiciones sin que bajen su rendimient­o. Cuando Holan ve algo táctico puntual durante un partido, lo intenta aprovechar, lo ejecuta (aunque le salga bien o mal) sin dudar demasiado.

Y Didier Deschamps, más allá de haber sido el campeón, fue el DT que aplicó cada decisión y estrategia pensando en ganar. La búsqueda del triunfo estuvo por encima de un estilo que igual fue reconocido, pero que se fue adaptando a cada contexto y circunstan­cia. En ese sentido, quizás el primer paralelism­o que une a Deschamps con Gallardo es que ambos pretenden que sus delanteros sean los primeros defensores del equipo. Sin concesione­s. En Rusia los punta de lanza fueron Mbappé, Griezmann y Giroud. A lo largo del recorrido de todos los atacantes que pasaron por el ciclo del Muñeco en River, tarde o temprano tuvieron que aprender a marcar también, a sacrificar­se por el bien colectivo más allá de la cuota goleadora que pudieran aportar. Scocco fue el último ejemplo. Deschamps, como Gallardo, tratan de asumir un fútbol protagonis­ta, pero ninguno se desvela demasiado por controlar la posesión del balón y sienten que todos los goles valen uno, ya se hayan anotados con una gran jugada colectiva, de pelota parada o de contraataq­ue.

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