Favoritismo, muertes y cárcel, la historia nunca contada sobre “los susanos”
El grupo de secretarios/bailarines que acompañó en sus programas a Susana Giménez desde 1987 (con muchos cambios) tuvo un momento de gloria, aunque no exento de polémicas
Forman parte del acervo cultural de la televisión y del imaginario cultural popular argentino desde hace 30 años, pero poco se sabe de ellos. Silenciosos y eficientes, “los susanos” son la mano derecha de Susana Giménez en pantalla y testigos de primera mano de mucho de lo que sucede alrededor de la diva pero ¿cómo nació y evolucionó este grupo heterogéneo de hombres y mujeres que estuvo alguna vez integrado por personas como Guido Süller, Karina K, el ruso Vladimir y la Coneja, entre otros?
“Los susanos” debutaron en pantalla al mismo tiempo que Giménez el miércoles 1º de abril de 1987, cuando segundos después de las 13 aparecieron bailando por la pantalla de Argentina Televisora Color en Hola, Susana, un ciclo que se volvería un clásico. Al igual que mucho de ese programa, “los susanos” le deben su existencia a Rafaella Carrá. Ovidio García, representante de la italiana en nuestro país, venía gestando des- de hacía años la idea de adaptar el ciclo Pronto, Rafaella! a nuestra TV. Y encontró en Giménez un reemplazo ideal.
Entonces, así como Carrá tenía un grupo de baile que la acompañaba en las coreografías y los juegos, la futura diva de los teléfonos sumó una docena de bailarines hombres y mujeres, quienes fueron bautizados “los susanos” algunos días después. Seis de ellos la acompañaban (los tres varones, Daniel Aguilar, Robertino Loras y Rafael Blanco, fallecieron). Con gran despliegue de producción, también había un pianista (que la conductora llamaría “el maestruli”) y un coro de tres cantantes. Los televidentes pronto adoptaron como propios a “los susanos” y era común que a la hora de agradecer los regalos que llegaban al estudio, hubiese menciones y obsequios para ellos. Entre esos primeros bailarines, se encontraban Rafael Blanco y Karina K, quien se ganó el cariño de Giménez al imitar en los cortes a Niní Marshall, algo que divertía a todos detrás de cámara.
“Los susanos” prendieron tanto en el público que ese verano el grupo armó su propia obra de teatro infantil con canciones y coreografías para la temporada de Mar del Plata y se llevó un premio Estrella de Mar.
Cuando Hola, Susana se mudó a Canal 9, también lo hicieron “los susanos”, aunque vieron diezmado su número pero no su importancia. Entre ellos se destacaba Alejandra Suárez, la Coneja. De pelo corto y sonrisa constante, la bailarina acompañaba a Giménez a lo largo de casi todo el programa junto con Cristina Victorel, otra cara reconocible de la época.
“Susana adoraba a la Coneja y le fue dando mucho protagonismo. Fue un proceso natural porque en la vorágine de un programa diario en vivo se van dando muchos sucesos y la Coneja era casi tan despistada como ella. De hecho, cuando aparecieron ‘las perlitas’, había muchas solo de la Coneja”, le contó a la nacion una persona allegada a la producción del ciclo. Con la Coneja y Victorel se formó una dupla de “una rubia y una morocha” que divertían a Giménez y que seguiría por muchos años, incluso cuando llegaron a las tardes de Telefé. Fue allí donde también comenzó a tomar protagonismo Marcelo iripino, un “susano” que logró convencer a la diva de la necesidad de más musicales y coreografías y también logró gran destaque.
Con los años iripino comenzaría a sentirse más y más limitado en sus funciones y terminaría migrando a Showmatch, en donde participaría como bailarín y no se privaría de ventilar su despecho por supuestos destratos de la diva, aunque con el tiempo esas heridas se sanarían.
“La condición indispensable de un ‘susano’ es estar pendiente de todo lo que necesita Susana en cámara, incluso anticipándose a sus pedidos, pero también siendo flexible cuando ella se sale del libreto. No les va bien a aquellos que quieren crecer y tomar un protagonismo que no les corresponde”, aseguran en el entorno de la diva.
Ese es el secreto del éxito de Marcelo Bezina, el “susano” encargado de los sorteos y que Giménez inmortalizaría con la pregunta “¿Marcelito, estás ahí?”. El bailarín y músico siempre entendió su lugar y jamás sacó provecho de su buen trato con la conductora.
Algunos “susanos” tuvieron un destino menos glamoroso: Claudio Adrián Cámara fue parte del ciclo de Telefé, pero fue condenado a 18 años de prisión por un delito sobre el cual ninguno de los consultados quiso dar detalles (se sabe que es de instancia privada por lo que, pese a la magnitud de la condena, se entiende que no es un homicidio, por ejemplo), condena que aún está cumpliendo en la cárcel de Magdalena. “Susana es una diva, una cumbre, una máxima. Pero también es muy, muy sencilla. Habla con nosotros, insulta y hasta es medio cochina porque pega chicles por todos lados”, reveló desde prisión en una entrevista concedida hace algunos años.
El crimen también estuvo involucrado con los “susanos” cuando dos personas se hicieron pasar por “susanos” en 2007 y defraudaron a varias empresas de ropa y accesorios.
Estos bailarines y asistentes también quedarían en medio de la guerra fría entre Giménez y Tinelli a finales de la década del 90. El conductor de Bolívar no se privaba de mofarse de su compañera y llegó a tener a sus propios “susanos”: Un “susano” olvidado fue Guido Süller, quien tuvo un brevísimo paso en el ciclo en 1989. Según contó en varias entrevistas, fue despedido luego de intentar mejorar el peinado de la conductora segundos antes de estar al aire y dejándola mal arreglada en cámara. Siempre atento a crear polémica, también aseguró que el secreto del éxito de la Coneja era su condición de “chupamedias” de la diva.