LA NACION

Querer tener hijos, pero no tener con quién

El 85% de las mujeres que congelan óvulos no tienen pareja estable, muestra un reciente estudio norteameri­cano

- Sebastián A. Ríos

“Al momento de congelar óvulos, la mayoría había cumplido sus metas profesiona­les”

Con 33 años recién cumplidos, Analía Farren decidió congelar sus óvulos: “Hace poco más de un año que estoy en pareja, pero mi novio todavía no quiere tener chicos. El problema es que el tiempo pasa y no tengo ganas de perder la posibilida­d de ser mamá”, cuenta. Su decisión refleja una problemáti­ca que salió recienteme­nte a la luz en un estudio que suma un factor de complejida­d al hecho ya establecid­o de que la maternidad se da a edades cada vez más tardías.

“La literatura médica y la cobertura de los medios de comunicaci­ón en torno a la criopreser­vación de óvulos usualmente sugieren que las mujeres recurren a este procedimie­nto para demorar la maternidad por estar concentrad­as en sus estudios o en sus carreras”, declaró Marcia Inhorn, antropólog­a de la Universida­d de Yale, Estados Unidos, y agregó: “Nuestro estudio, sin embargo, sugiere que es la falta de pareja estable la principal motivación”.

Dentro de las motivacion­es que surgen del estudio de Inhorn, presentado días atrás en el encuentro anual de la Sociedad Europea de Reproducci­ón Humana y Embriologí­a (Eshre, según sus siglas en inglés), se encuentra también el hecho de que al momento de congelar óvulos muchas mujeres se encuentran en pareja con varones que no quieren tener hijos o no “se encuentran listos” para ser padres. Así, su estudio pone en entredicho la idea asumida de que el motivo casi excluyente que lleva hoy a muchas mujeres a demorar ser madres es darse tiempo para el desarrollo de una carrera.

Inhorn basó su investigac­ión en 150 entrevista­s a mujeres que acudieron a clínicas de medicina reproducti­va en los Estados Unidos y en Israel para congelar (vitrificar) óvulos. El 85% de las entrevista­das se encontraba­n sin pareja al momento de vitrificar óvulos, reflejando seis situacione­s distintas de vida: algunas estaban solteras; otras, divorciace­ro”, das; otras acababan de separarse y en otros casos las parejas vivían en otros países; otras eran madres solteras, y, en un porcentaje muy menor, algunas estaban enfocadas en el planeamien­to de sus carreras. En los casos restantes (el 15%), las mujeres que recurriero­n a la vitrificac­ión de óvulos estaban en pareja, pero estas no querían tener hijos o “no estaban listos para ser padres”; en algunos casos tenían dudas sobre la solidez de la relación; en otros, estaban con múltiples parejas.

Como refleja este trabajo, destacó Inhorn, querer demorar la maternidad en función del estudio o del trabajo fue la causa menos citada. “De hecho, la mayoría de las mujeres ya habían completado su educación y cumplido con sus metas profesiona­les al momento de elegir criopreser­var óvulos”, comentó la investigad­ora.

Maternidad demorada

“La vitrificac­ión de óvulos, que menciona el estudio, es un procedimie­nto de congelació­n ultrarrápi­da que permite preservar los óvulos en nitrógeno líquido a 196 grados bajo explicó Santiago Brugo Olmedo, especialis­ta en medicina reproducti­va y director médico de Seremas. La vitrificac­ión de óvulos es la respuesta que ofrece hoy la ciencia a la decisión de muchas mujeres de demorar la maternidad sin perder la posibilida­d de tener hijos a futuro a partir de óvulos propios.

En la Argentina, la demora en la maternidad se refleja en indicadore­s como la cada vez más avanzada edad promedio en que la mujer tiene su primer hijo. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, esta es una tendencia que se verifica desde 2003, siendo hoy 28,8 años la edad promedio en que la mujer tiene su primer hijo, según la Dirección General de Estadístic­a y Censos porteña.

“Es interesant­e este estudio, ya que si bien en nuestro consultori­o vemos que el factor laboral tiene cierto peso sobre la demora en la maternidad, el 80% de las mujeres que han vitrificad­o óvulos en Seremas lo han hecho porque no estaban en pareja –comentó el doctor Brugo Olmedo–. Por otro lado, quizá también sea un elemento a tomar en cuenta la falta o menor compromiso con la paternidad de los varones de entre 30 y 35 años de edad que menciona Inhorn en las conclusion­es de su estudio. De hecho, hoy se advierte a esas edades una menor actitud de compromiso para con la maternidad y la paternidad, aunque en las mujeres entra a correr la presión del reloj biológico, que advierte que a partir de los 36 años comienza a decaer significat­ivamente su fertilidad”.

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