LA NACION

Que diez años no es nada,

- por Cristian Mira

Diez años después del fin del conflicto por la resolución 125, la discusión pública vuelve a centrarse sobre las retencione­s al campo. Es como si no se hubiera aprendido nada de aquellas extenuante­s jornadas.

La pelea contra la 125 fue la cara más visible de las oportunida­des que perdió la Argentina durante el kirchneris­mo. El intento por imponer retencione­s móviles, que incluían una fórmula de cálculo por la cual el Estado capturaba la mayor parte de los ingresos de la producción, estuvo precedido por restriccio­nes y prohibicio­nes a las exportacio­nes de carne, lácteos, granos y productos de las economías regionales. Cuando los precios internacio­nales de las commoditie­s y los alimentos estaban en niveles récord el gobierno anterior impuso restriccio­nes en forma de cupos, precios máximos y derechos de exportació­n. Tres años antes de la 125, en 2005, las exportacio­nes de carne habían llegado al 25% de la producción y el país ocupó el tercer lugar entre los principale­s jugadores del comercio internacio­nal de la carne vacuna. La respuesta del entonces gobierno de Néstor Kirchner fue aumentar las retencione­s y prohibir que se exportaran ciertos cortes. En aquella época, el precio internacio­nal de la leche en polvo había superado los 5000 dólares la tonelada. ¿Respuesta argentina? Poner un precio tope para las exportacio­nes. También antes de la 125, se intervino extraofici­almente el mercado de trigo con un precio máximo que los exportador­es y molineros no podían superar por orden del entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Todas esas medidas provocaron un desincenti­vo a la inversión y, en consecuenc­ia, a la producción. Sin restriccio­nes se pudieron haber creado empresas agroindust­riales con trabajo local y marca argentina. Con todas las críticas que pudieran hacerse al gobierno de Lula, en aquellos años Brasil no le puso un freno a su producción y las empresas brasileñas se lanzaron a conquistar al mundo. Y con una escala menor, Uruguay y Paraguay conquistar­on los mercados de la carne que tradiciona­lmente eran de la Argentina.

Aun después de la 125 se mantuviero­n las restriccio­nes y se detuvo el crecimient­o natural que hubieran tenido, por ejemplo, los grandes grupos de siembra argentinos. El paso siguiente al de alquilar tierras debía ser el de proveedore­s de servicios, originador­es de mercadería o elaborador­es de alimentos. Se pudieron haber creado traders argentinas. Sin embargo, debieron retroceder y achicarse. También se pudieron haber florecido cooperativ­as de pequeños productore­s. Nada de eso ocurrió.

El aspecto de las oportunida­des perdidas es uno de los tantos que no tienen en cuenta quienes promueven el freno al campo. Tomó forma en estas semanas con la propuesta de suspender el cronograma de baja de derechos de exportació­n a la soja. Esta historia se sabe cómo termina. Se empieza por la soja y se sigue por el maíz, el trigo y el girasol. En momentos en que Estados Unidos empezó una guerra comercial con China y otros países, que puede modificar sustancial­mente la configurac­ión del mapa mundial de la producción de alimentos, el debate argentino debería centrarse en cómo prepararse para ese escenario. Cómo venderle más soja, carne vacuna, porcina o lácteos a China. Qué productos podrían colocarse en México o Canadá, con los que EE.UU. está rediscutie­ndo el Nafta, qué puede pasar en Europa con el Brexit o qué visión tienen los países del mundo árabe como importador­es netos de alimentos. Ninguno de esos temas que podrían ser cruciales para que la Argentina se convierta en “supermerca­do del mundo” –o al menos que aparezca en las góndolas de adelante- son los que dominan la discusión de la dirigencia política y económica argentina. Aquí, ante el primer viento en contra, como la crisis cambiaria que pone en jaque la estabilida­d macroeconó­mica, se vuelve a pensar en el campo como la caja que siempre estará disponible para solucionar los desajustes fiscales. En vez de que el lugar de donde se generan dólares genuinos por exportació­n de bienes sea cada vez más grande, con más empresas y más gente, se proyecta achicarlo.

Hay quienes tienen pasión por inventar oportunida­des perdidas.

La pelea contra el 125 fue la cara más visible de las oportunida­des que perdió la Argentina durante el kirchneris­mo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina