LA NACION

En un mismo lodo, todos manoseados

- Pablo Sirvén

El caso sería digno de una emisión de la inquietant­e serie futurista Black Mirror porque la tecnología, la política y el más allá se entremezcl­an con inesperado­s y perturbado­res resultados. El 22 de agosto de 2017, a la 1.07 de la madrugada, murió, a los 82 años, Norberto Campos. Al día siguiente se expidió la correspond­iente autorizaci­ón para cremar su cuerpo en el cementerio Parque Iraola. Lo asombroso es que muerto y cremado, el mismo Campos, con idéntico DNI, más de un mes después, el 27 de septiembre de 2017, inexplicab­lemente, realizó un aporte de mil pesos a la campaña electoral de la senadora Cristina Fernández de Kirchner. Cosa e’mandinga, dirían en el campo.

Si los muertos han votado unas cuantas veces en este país, ¿ por qué no habrían de hacer alguna donación a su candidato preferido? Pero, atención, esta historia tiene un bonus track que produce más escozor: ¡ el aporte fue realizado mediante un depósito bancario!

“La ley actual tiene lagunas; todos los partidos han tenido dificultad­es”, apeló la gobernador­a María Eugenia vidal al eufemismo para defenderse de la explosiva revelación de una catarata de aportantes truchos a los fondos de campaña de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, el año pasado. Una denuncia de La Alameda, potenciada y profundiza­da por una investigac­ión del portal eldestape, se viralizó en las redes sociales, y cuando llegó a los tribunales, la noticia tomó cuerpo también en los medios de comunicaci­ón masivos y de mayor credibilid­ad. En coincidenc­ia, en estos días se conoció la inhabilita­ción para ejercer cargos públicos por seis meses que un juez le fijó al humorista Miguel Del Sel, también de la misma alianza oficialist­a, por irregulari­dades en el balance partidario de los fondos para su campaña, en las elecciones de 2011, en Santa Fe. Ya desde entonces corren historias de aportes para el Pro en dinero “físico” ( como diría Leonardo Fariña) de procedenci­as difusas.

La oscuridad premeditad­a en la financiaci­ón de las campañas no cuenta con inocentes en la política argentina: también fueron denunciado­s por aportantes truchos Daniel Scioli y Cristina Kirchner. Eso no los hace menos responsabl­es a los dirigentes de Cambiemos; en todo caso, los equipara con un “modelo” del que ellos prometiero­n estar en las antípodas y por eso fueron votados. Por lo tanto, los distintos procesos judiciales abiertos en la materia deben avanzar sin interferen­cias hasta las últimas consecuenc­ias, penalizand­o a quienes correspond­a. Por de pronto, ya la gobernador­a tomó la decisión de pedirle la renuncia a Fernanda Inza, una de sus principale­s colaborado­ras, por haber formado parte del equipo de rendición de campaña.

opositores y oficialist­as tendrán la oportunida­d de curarse en salud si votan afirmativa­mente el proyecto que el Gobierno envió al Congreso para otorgarle transparen­cia al financiami­ento de la política, que incluye la bancarizac­ión de todos los aportes, algo a lo que acaba de compromete­rse vidal, salga o no esa ley, que, esperemos, no sufra las mismas dilaciones que el proyecto de extinción de dominio, aún en veremos.

El portal eldestape tiene la impronta editorial de su líder mediático, Roberto Navarro, uno de los más furibundos operadores del ultrakirch­nerismo y, como tal, más que bien recompensa­do hasta diciembre de 2015 como uno de los comunicado­res que más pauta millonaria recibió. Su prédica inflamada contra el Gobierno tiene una legión de fieles seguidores en las redes sociales, a los que atrae, por lo general, con panfletos incomproba­bles, exageracio­nes colosales e inefables tergiversa­ciones, en la tónica de las ahora tan de moda fake news, de las que fue uno de sus pioneros al anunciar, en 2015, por la pantalla de C5N, que Daniel Scioli le había ganado a Mauricio Macri por 3 millones de votos.

Antecedent­es tan nefastos hacen que toda informació­n salida de esa usina deba ser tomada con pinzas, incluso esta que, a diferencia de la mayoría de sus contenidos, al menos viene acompañada por documentac­ión más sólida y más fácil de auditar, que es lo que están haciendo el gobierno bonaerense y la Justicia.

En la semana que pasó le otorgaron al periodista de la nacion Hugo Alconada Mon el prestigios­o Premio Moors Cabot por sus investigac­iones de corrupción del caso odebrecht, que se suman a otros merecidos lauros anteriores por los Panama Papers y Paradise Papers, publicados por este diario, así como sus informes lapidarios y documentad­os sobre las más graves irregulari­dades del kirchneris­mo, y el que hoy mismo se publica sobre los aportantes truchos. En ninguno de estos casos, Alconada salió a agitar sus investigac­iones para lograr determinad­os efectos políticos. En sus antípodas, eldestape, en cambio, se sirve de una noticia real y grave, que merece ser investigad­a a fondo, pero para usarla tóxicament­e como punta de lanza que corroa el poder de vidal hasta, de ser posible, sacarla definitiva­mente de circulació­n. Con total desparpajo usan el mismo método con el que durante semanas se pretendió hacer creer que el Estado había hecho desaparece­r a Santiago Maldonado ( ahora objeto de un insólito documental de Tristán Bauer y Florencia Kirchner): ejércitos de tuiteros militando virtualmen­te el tema las 24 horas sin parar y el aparato mediático del kirchneris­mo poniendo el foco sobre lo mismo de manera obsesiva.

Enrique Santos Discépolo escribió el tango “Cambalache”, en 1934, época que pasó a la historia como la “década infame”, por el fraude electoral conservado­r. Su letra nunca perdió vigencia. “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos”, se repite desde entonces. Es cierto que no todo es lo mismo, pero ¿ cambiaremo­s, de verdad, alguna vez?

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