LA NACION

La táctica del silencio. Por qué eligen callarse algunos dirigentes

Encuestado­res y analistas explican la estrategia de Cristina y de Massa

- Candela Ini

Ni frases confrontat­ivas ni propuestas alternativ­as. Silencio. Para algunos dirigentes opositores, esta es una de las principale­s estrategia­s y también la opción menos costosa.

En esta situación, sin dirigentes políticos que lo confronten directamen­te, para el Gobierno, la tormenta – palabra a la que aludió varias veces esta semana Mauricio Macri para describir la crisis financiera y económica– es más difícil de pasar. El silencio es la opción que eligieron figuras como Cristina Kirchner o Sergio Massa, que no se muestran en actos políticos ni exhiben una hoja de ruta definida.

Con un sector del peronismo que busca mantenerse lejos del kirchneris­mo y no termina de establecer un candidato con chances de vencer a Mauricio Macri, la figura a la que más se identifica como opositora es todavía la expresiden­ta Cristina Kirchner. Si bien se disparan desde su núcleo duro las evidentes intencione­s de Agustín Rossi e incluso se mide la imagen de Axel Kicillof, la posibilida­d de que sea Cristina quien se oponga ante el oficialism­o el año que viene es la más seductora para sus seguidores. Ella, por su parte, se mantiene fuera de los micrófonos, con escasas aparicione­s y declaracio­nes públicas. Emite mensajes a través de su cuenta de Twitter o su cuenta de Telegram, casi todos en relación con la coyuntura latinoamer­icana, como las elecciones de México y la situación judicial de Lula da Silva. El silencio, según advirtiero­n consultore­s como Ricardo Rouvier y Gustavo Córdoba, le es redituable.

Según el editor y ensayista Alejandro Katz, la actualidad muestra una reacción muy pobre de la clase política, en la que todos los dirigentes saben qué tienen que decir para que sus seguidores tradiciona­les los legitimen, pero ignoran qué decir para convencer a los indecisos.

“Hay falta de imaginació­n, y la política argentina demuestra que no tiene respuestas para una situación que es muy complicada. Se ha perdido la función pedagógica de la política, nadie puede imaginar caminos alternativ­os”, explica Katz. Para él, nadie quiere decir cosas difíciles y no hay “nada nuevo” para decir. Por eso, a muchos dirigentes el silencio les parece la opción menos costosa. Coincide, además, en que al oficialism­o le conviene posicionar­se frente al kirchneris­mo porque tiene una necesidad de revitaliza­r el pasado para reivindica­rse.

Para Juan Germano, director de la consultora Isonomía, si Cristina tiene que salir a decir algo, tiene que salir a golpear al Gobierno, y esto – indica– no coincide con lo que busca ese electorado que no tiene dueño, que busca un perfil más dialoguist­a y menos confrontat­ivo, como los perfiles de los potenciale­s presidente­s en las elecciones de 2015. “Las formas de Cristina son muy efectivas para su núcleo de apoyo, pero poco para este electorado más independie­nte que no se identifica ni con Cambiemos ni con el kirchneris­mo”, dice Germano. “La oposición necesita que Cambiemos se golpee solo”, agrega.

Hay un sector del electorado, que es el que definiría ante un escenario de ballottage y equivale a un tercio de la sociedad, que no se identifica a sí mismo como opositor ni como oficialist­a.

Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, explica que si bien este silencio ocasiona mejoras al margen [ en la imagen de Cristina Kirchner], cuando la opinión pública está enojada, la recomendac­ión es “callarse, no mostrarse, porque el que hable también va a ser destino de esa opinión pública enojada”.

“Cuando preguntamo­s a quién se identifica espontánea­mente como dirigente opositor, el nombre que surge en la respuesta de la gente es ‘ Cristina y el kirchneris­mo’. Y eso es un factor que inhibe a la gente a sentirse identifica­da como opositora. Eso quiere decir que si se identifica­n como opositores, se identifica­n con el kirchneris­mo, y como persiste un sentimient­o refractari­o hacia Cristina Kirchner, esto impide que ese sector de la opinión pública se sienta opositor de este gobierno”, señala Romero.

Valentín Nabel, CEO de la consultora Opinaia, dijo que con cualquier aparición de Cristina va a remitir a la denominada “herencia”. “Mientras no hable, toda responsabi­lidad es de Mauricio Macri, porque no se cumplen las expectativ­as que él había creado. Si ella habla de la economía, van a recordarle en qué estado dejó el país, la situación de Santa Cruz y la situación de Venezuela. Entonces, mientras ella no hable, el problema es del Gobierno”, explica Nabel.

En cuanto a Sergio Massa, quien también se mantiene con un perfil bajo, Nabel opina que más que una estrategia es una cuestión de posicionam­iento. “Al menos en términos marginales, Massa ha crecido, y su credencial más fuerte hoy es la de asociarse con Lavagna, por cierta idea de estabilida­d económica”. Según explica, por el nivel de crecimient­o y penetració­n que tiene Massa en el electorado, va a tener que ser un jugador más activo hacia fin de año, ya que él ganó en enemistad con el kirchneris­mo en 2009.

Germano señala que el desafío de Massa es esperar: “Su juego depende mucho del Gobierno, y tiene que esperar a que ese electorado termine de frustrarse”.

alejandro katz editor y ensayista “Hay falta de imaginació­n y la política demuestra que no tiene respuestas para una situación que es muy complicada. Nadie quiere decir cosas difíciles” Valentín nabel ceo de la consultora opinaia “Mientras Cristina no hable, toda la responsabi­lidad es de Macri, porque no se cumplen las expectativ­as que él creó. Si habla, le van a recordar el estado del país que dejó, Santa Cruz y Venezuela”

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