Padre Opeka
El miércoles pasado el padre Pedro Opeka recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad del cema. El auditorio de esta prestigiosa universidad argentina, privada y laica, desbordaba de gente que quiso acompañar un evento de enorme valor: un ámbito académico que reconoce el mérito de alguien no académico, guiado por un fuerte sentido humanista y cristiano. Es un sacerdote católico, pero su obra no responde a una misión religiosa, sino social, apoyada en el reconocimiento de la dignidad como el primer tesoro humano y del potencial que emana del corazón y la mente de cada uno. El padre Pedro cree que las personas somos creadas a imagen de Dios y actúa en consecuencia. Más allá de las adversidades que le tocaron vivir, él avanzó. a tal punto que este hombre blanco, como lo veían los propios lugareños, hundía sus manos y sus pies en el mismo lugar que lo hicieran los hombres negros en ese Madagascar paupérrimo: en un basural. ¿ cómo es posible sacar algo bueno de un basural y transformar la vida de tantas personas que viven allí? Solo hay una respuesta que surge de la mirada de este buen pastor: creer que el corazón y la mente tienen recursos infinitos dados por su creador. Es la fe en el hombre y en su Dios. Su obra es hu- mana y concreta; él es un hacedor con un único objetivo: devolver la dignidad a personas hundidas en una miseria impensable.
El miércoles tuve la alegría de entregar en sus manos la serie de videos de Povertycure, sobre la superación de la pobreza, que es el modo cómo abordamos el tema de la pobreza en el instituto acton. Hay un mensaje que nos deja Opeka: es necesario renovar cotidianamente nuestra conciencia sobre qué es la pobreza, esa que destruye la dignidad, porque aniquila los recursos internos para reconocerla, y vincularnos de algún modo con ella.
Que esta visita del padre Pedro Opeka contribuya a ese despertar más consciente y profundo de los verdaderos dramas que nos rodean.
Cecilia G. de Vázquez Ger Directora ejecutiva instituto acton www. institutoacton. org