LA NACION

No tienen paz

- Graciela Guadalupe

“Te lo contesto más adelante”.

( De Mauricio Macri, cuando le preguntaro­n si le gustaba ser presidente.)

una senadora kirchneris­ta y un activista social filokirchn­erista presentaro­n una denuncia contra Cambiemos por aportantes truchos y por afiliacion­es de prepo en la última campaña bonaerense.

El hijo de una expresiden­ta propuso transparen­tar los gastos de las campañas electorale­s y que el Estado provea más dinero en el caso de que haya ballottage presidenci­al.

La gobernador­a bonaerense echó a la contadora del distrito, recién asumida, por haber manejado económicam­ente la campaña del supuesto truchaje con la bandera de la transparen­cia.

El Gobierno acusó al kirchneris­mo de frenar leyes para transparen­tar la política y presentó anteayer, sin más demora, su demorado proyecto para transparen­tarla.

“Nosotros no vamos a apañar a nadie”, dijo el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, sobre la denuncia kirchneris­ta.

El objetivo “es democratiz­ar el sistema, con una participac­ión activa del Estado”, afirma el proyecto de Kirchner junior, cuya madre, según investiga la Justicia, habría financia- do parte de su campaña presidenci­al con dinero del narcotráfi­co.

María Teresa García, autora de la denuncia contra Cambiemos junto con Gustavo Vera, y escriba hace un tiempito de una carta abierta a Mauricio Macri en la que lo trataba de patrón de estancia y de crear cargos absurdos como el de secretario de Coordinaci­ón Estratégic­a para el Pensamient­o Nacional ( ah, no, ese lo inventó Cristina para Ricardo Forster), parece haber exonerado a Héctor Capaccioli, enviado a juicio oral por peculado y también procesado por los aportes de campaña como cajero del kirchneris­mo.

Todo junto, como en botica. Todos mezclados, como en “Cambalache”: los noveles cambiantes, sin memoria, y los cambiantes del copyright, sin paz.

“Estaré acá para acompañar el cambio todo el tiempo que ustedes decidan” fue la respuesta de Macri a la pregunta de un seguidor en Instagram. “¿ Te gusta ser presidente?”, le preguntó otro. “Te lo contesto más adelante”. No dijo sí, pero tampoco “me quiero ir”, como Lorenzino cuando la periodista griega le preguntó por la inflación.

¿ Alguna sorpresa? Poca cosa para el argentino curtido. Porque, como bien decía César Fernández Moreno, en nuestro país “los timbres de alarma solo suenan cuando se descompone­n; entonces, de todos modos, nadie se alarma”.

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