LA NACION

La obra pública en tiempos de ajuste, ¿ cómo elegir qué hacer?

Las restriccio­nes de gastos en el sector público plantean un desafío; qué opinan funcionari­os y economista­s respecto de la definición de qué continuar o interrumpi­r

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA–. Desde el gobierno nacional todavía no hay definicion­es de cómo será el recorte en obras públicas para el próximo año. El presidente Mauricio Macri insiste en que los trabajos “no se paran”, pero para cumplir con las pautas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal ( FMI) ese es uno de los apartados del gasto a ajustar. Y hay coincidenc­ia en que debería haber un acuerdo entre las autoridade­s nacionales y los gobernador­es sobre cómo cofinancia­r y selecciona­r las obras, en función de su impacto en la competitiv­idad y en el desarrollo regional.

Cuando las restriccio­nes presupuest­arias se hacen más fuertes no se puede seguir “poniendo cemento en todos lados” – como grafican los economista­s–, sino que hay que evaluar y calificar las obras con más detenimien­to. Así, se mira por ejemplo al sistema chileno, que selecciona las propuestas en función de un ranking de competitiv­idad.

Fernando Álvarez de Celis, secretario de Planificac­ión Territoria­l del Ministerio del Interior, explicó a la nacion que desde la asunción de Cambiemos se fue pasando de un esquema en el que la Nación aportaba el 100% de los recursos para las obras al actual 70% a 30%: “Avanzamos a un mayor reparto porque si todo es nacional, el trámite pasaba por pedir plata. Con el reparto actual, gobernador­es e intendente­s son más cuidadosos; somos socios del desarrollo”.

El funcionari­o contó que se está “innovando” con dos municipios, en un modelo en que la Nación aporta solo el 20% de la obra y se ejecutan bajo el formato de contribuci­ón por mejora. “Evaluaremo­s las experienci­as; no es sostenible que haya una especie de Papá Noel tirando plata”, define.

En el Banco de Proyectos de Inversión Pública ( Bapin) que funciona en la Jefatura de Gabinete, hay unas 15.000 iniciativa­s – desde ideas a proyectos ejecutivos–, impulsadas por diferentes actores. Además, hay distintos programas prefijados a nivel nacional, asociados a indicadore­s que “permiten ver el impacto” de los trabajos; como el del agua o el del Belgrano Cargas, ambos concentrad­os en el norte del país.

“Tendemos a que los municipios tengan una planificac­ión estratégic­a de obras, con una definición de cuáles son las prioritari­as para financiar – agregó Álvarez Celis–. También influye en la decisión el nivel de “maduración” del proyecto. Por ejemplo, señala que Chaco, Neuquén y Salta presentaro­n muchas propuestas avanzadas, mientras que Chubut está más rezagada. “Se premia a las provincias que tienen más capacidad de generación y de estructura­ción de iniciativa­s.

Desde el Ieral, el economista Jorge Vasconcelo­s hace referencia al caso chileno y aunque advierte que la estructura federal de la Argentina es diferente, dice hay aspectos a imitar. En Chile, si hay cofinancia­miento por parte de la Nación, las propuestas pasan por el sistema centraliza­do de evaluación, del que no participan quienes las impulsan.

“Es un organismo técnico; legalmente la obra no se puede empezar si no se cumplen todos los pasos previstos. los criterios están pre- determinad­os y son sobe múltiples aspectos, desde lo ambiental a los efectos en red de la inversión, la ganancia en productivi­dad que provoca y la masa crítica que alcanza”, apuntó.

Ricardo Sánchez, integrante de la Unidad de Servicios de Infraestru­ctura de la Cepal, advirtió que no existe un esquema universalm­ente aceptado para distribuir fondos públicos en infraestru­ctura, debido no solo a las diferentes necesidade­s sino a los formatos políticos: “Sin embargo, hay dos aspectos principale­s, como son el marco en el que se desenvuelv­en los sistemas de inversión pública o de evaluación de proyectos, y el esquema de planificac­ión y coordinaci­ón interna. En general, en América latina hay una cierta dislocació­n entre ambos”.

Reconoció que los sistemas nacionales de inversión pública ( SNIP) suelen contar con capacidad técnica para evaluar inversione­s a nivel nacional pero, al mismo tiempo, “la toma de decisión está habitualme­nte teñida por las urgencias políticas o electorale­s, lo cual hace menos eficiente la asignación de recursos”.

Está demostrado el efecto palanca que tiene la obra pública en épocas de recesión, por lo que las fuentes consultada­s sostuviero­n que habría que hacer un esfuerzo extra para no frenar las más significat­ivas.

El economista Rodrigo Álvarez, director de la consultora Analítyca, indicó que para “quebrar con la pendularid­ad” que caracteriz­a al sector ( ligado a los ciclos económicos en el país) debería optarse por la “creativida­d” en el financiami­ento y el mayor aporte de las provincias mientras “maduran” los acuerdos de Participac­ión Público Privados ( PPP).

“Creemos que la Nación mantendrá las obras en ejecución, en particular aquellas que mejoren directamen­te la competitiv­idad externa por reducción de costos de logística. Y procurará cofinancia­r con provincias y municipios la inversión en infraestru­ctura social, incluso en algunos casos con contribuci­ones por parte de los beneficiar­ios”, definió.

Sánchez evaluó que, en el caso de la Argentina el desarrollo de ciudades “con una híper aglomeraci­ón”, que requieren de más servicios de energía, transporte, saneamient­o y comunicaci­ones, “va de la mano de la necesidad de diversific­ar la estructura productiva, lo cual implica repensar la infraestru­ctura logística”. Enfatizó que se requiere coordinar jurisdicci­ones y regulacion­es sectoriale­s y ser “más acuciosos en la planificac­ión, los sistemas de inversión pública y la toma de decisiones”.

Álvarez Celis insistió en que la ponderació­n de todos los proyectos tiene instancias técnicas y políticas: “Hay una definición permanente y es que la Nación no financia edificios públicos. Además del equipamien­to social comunitari­o, todo lo que mejora la logística es primordial”.

A criterio de Vasconcelo­s, hay que priorizar compromiso­s para que varias provincias se unan y cofinancie­n obras – junto a la Nación– que favorezcan el desarrollo de una región. “Si por recortes presupuest­arios no se puede mantener todo y hay un crecimient­o de la coparticip­ación, hay que compromete­r a los gobernador­es a que usen parte de esos fondos para infraestru­ctura”.

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Archivo La obra pública sufrirá postergaci­ones por falta de fondos

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