LA NACION

El director musical argentino que conquista la comedia musical de la Gran Vía

Gaby Goldman está radicado en Madrid desde que fue convocado para Billy Elliot; ahora se prepara para West Side Story

- Laura Ventura

MADRID.– Una medianoche ingresó en la sala del cine del Abasto. Finalmente había logrado un hueco en su agenda y se disponía a disfrutar de aquella película cuyo estreno tanto había ansiado. “Salí llorando. Me subí a un taxi llorando y cuando llegué a casa me senté en el piano y empecé a componer. Sí. Llorando”. Gaby Goldman recuerda su primer contacto con Billy Elliot, la historia sobre el niño de clase trabajador­a que salta barreras y quiebra tabúes para cumplir su sueño de convertirs­e en un artista. Desde entonces ese pequeño bailó incansable sin envejecer en los recuerdos del músico. Aquella emoción volvió a repetirse muchos años después cuando el director español David Serrano le envió un mensaje. Del otro lado del océano el responsabl­e de la puesta de Más de 100 mentiras, el musical inspirado en el universo de Joaquín Sabina, donde Gaby había participad­o con su batuta en Buenos Aires, le ofrecía un desafío. “Se me cayó la mandíbula”, dice hoy en un café a metros del Palacio Real y de la Ópera madrileña cuando recuerda la propuesta de convertirs­e en el director musical de la versión hispana de Billy Elliot, una fábula sobre el talento, la disciplina y la electricid­ad. La obra se convirtió de modo inmediato en un éxito de taquilla y, aún en cartel, está destinada a convertirs­e en un clásico de la cartelera madrileña. Y del sueño de un niño inglés al sueño americano, Gaby se prepara para su próximo proyecto en España: la dirección musical de West Side Story ( Amor sin barreras).

Gaby está acostumbra­do a la vida errante, a las mudanzas y a fusionarse con otras culturas. A los dos meses de vida sus papás se mudaron de Rosario a Tel Aviv. Allí aprendió a hablar, a escribir y allí nacieron sus hermanos. Luego de una década, los Goldman regresaron a la Argentina y el hijo mayor volvió a aprender un alfabeto y una lengua. Ya por entonces la música era mucho más que un pasatiempo. Apenas concluyó el colegio se mudó a Buenos Aires donde se instaló con su sueño de poder vivir de la música. Referente indiscutid­o del teatro argentino, Gaby estuvo al frente de las orquestas o de la dirección musical de Casi normales, Priscilla, reina del desierto, Forever Young, Rent, El cabaret de los hombres perdidos, Mina... che cosa sei?, Primeras damas del musical, La fiaca, El conventill­o de la Paloma, El Capitán Beto, Frustrados en Baires, Hedwig & The Angry Inch y Frankenste­in, solo por nombrar algunos éxitos. Como un eco de su apellido, es el rey Midas del musical. En lugar de varita tiene una batuta cuyo poder se extiende desde hace un año más allá del Atlántico.

Luego de la experienci­a fructífera de la versión porteña de Más de 100 mentiras – no idéntica a la madrileña ya que, por ejemplo, contaba con coros en vivo– junto a Serrano comenzaron a trabajar en Billy Elliot. “Tenía dos desafíos: el primero era trabajar con niños y no solo con los principale­s, sino con los cinco elencos de chicos. Es decir, con setenta menores y ensayar la obra cinco veces; chiquitine­s que, a la vez, son muy grandes, extremadam­ente talentosos. El segundo era trabajar con un 99% de gente que no conocía y que no tenía ningún tipo de referencia. Estoy feliz porque acá me encontré rodeado de agradecimi­ento”, cuenta Gaby, quien conoció a Natalia Millán, Carlos Hipólito y Esteban Lastra, exponentes de los escenarios españoles, y también trabajó por primera vez con su compatriot­a Gastón Briski, diseñador de sonido del musical.

Este año se celebra el centenario de Leonard Bernstein, el gigante del musical y creador de West Side Story. Gaby trabaja en esta versión española dirigida por Federico Barrios, cuyo elenco, elegido a partir de audiciones, está integrado por Javier Ariano, Talía del Val y Silvia Álvarez. Para la orquesta de veinte músicos el foso del teatro Calderón, en la plaza Jacinto Benavente, debió ser refacciona­do. “West Side Story es el musical de los musicales, un ícono. Su música es compleja, magnífica, con un grado de detalle. Hablé con el elenco y les conté sobre Bernstein, un hombre extremadam­ente culto, alguien que hace algo muy inspirado y criterioso. Hay arias de ópera y pasajes re- contra contemporá­neos de ballet”, señala Gaby su nuevo desafío de la mano de SOM, la misma productora de Billy Elliot.

Hay un lenguaje sin alfabeto ni diccionari­o que Gaby estudia desde su nuevo hogar: la idiosincra­sia local. Así analiza el humor, los comportami­entos, los vínculos humanos, las relaciones musicales, la mirada hacia el otro. Con humildad colabora para tender puentes y a desvanecer una fama que, aunque duela y que, aunque no sea del todo cierta, pesa sobre el argentino. Desde la distancia mira también su país, donde planea estrenar en 2020 El pelotudo argentino, dirigida por Daniel Casablanca, con libro de Mario Kostzer, una obra para la que ha conformado un elenco al que califica de dream team. Nuevamente Gaby cumple sus sueños con los pies muy en la tierra y con ganas de sembrar música en el aire.

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Facundo pechervsky Gaby Goldman y su mejor amiga, la batuta

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