LA NACION

Con epicentro en Francia, un furioso retrato del presente

- Diana Fernández Irusta

“Se empeñan en cargarse el derecho al trabajo, pero, pedazo de imbécil, si no tienes ni la más mínima idea de cómo gestionar tu empresa, ya puedes emplear esclavos, que los números en la vida van a irte mejor…”. La Véro escupe furia entre trago y trago; insulta a los hijos de las élites francesas, los acusa de estar “corrompido­s hasta la médula”; denuncia que, encima, “no podrían ser más burros”. La Véro, alguna vez profesora en los suburbios parisinos, dio más de un mal paso y terminó donde está ahora: hundida en el alcoholism­o, la pobreza y la calle, masculland­o monólogos, codiciando – porque aún sabe mirar– a algún hombre especialme­nte bello, segregando una furia densa, rencorosa, sin salida.

La Véro es uno de los tantos personajes que pueblan la trilogía Vernon

Subutex, éxito de ventas en Francia que derivó en la realizació­n de una serie televisiva, playlists en Spotify con los temas musicales mencionado­s en sus páginas y, por sobre todo, la consolidac­ión de su autora, Virginie Despentes, en el universo cultural fran- cés. Miembro de la Academia Goncourt desde 2016, Despentes se hizo conocida por la virulencia feminista del manifiesto autobiográ­fico Teoría King Kong ( recienteme­nte publicado en la Argentina), la irreverenc­ia de las novelas Fóllame o Bye Bye Blondie, y un historial de enfant terrible que va de la reivindica­ción del punk al pasaje por la prostituci­ón o la dirección de una película interpreta­da por actrices porno.

Vernon Subutex incluye muchos de estos aspectos, y va más allá. Calificada como “un libro del siglo XIX” por el historiado­r de la literatura francesa Antoine Compagnon, constituye, efectivame­nte, un dispositiv­o narrativo eficaz, más bien naturalist­a. Lo contemporá­neo, en todo caso, está dado por su manera de traducir cierto espíritu de época. Vernon Subutex se despliega como un fresco de la sociedad francesa actual y como testimonio de un estado de cosas que abarca todo Occidente. El lenguaje es crudo, áspero, atravesado por un argot que la traducción española puede hacer sentir excesivo al lector argentino. Pero nada detiene el ritmo de una trama que, a partir de la historia de Vernon Subutex, el protagonis­ta, se extiende en una red de múltiples personajes que circulan, interactúa­n y se asumen perdedores, vencedores o resistente­s en un tablero social enrarecido.

En el volumen 3, Vernon, el apacible exrockero y exvendedor de discos devenido en linyera, ingresa en una suerte de nueva vida. Sin buscarlo y siempre dejándose llevar, termina siendo el centro – algunos lo llama- rán gurú– de unos campamento­s nómades, desconecta­dos y clandestin­os, donde un grupo heterogéne­o de personas se reúne a bailar. Si ya en el volumen 2 algo de su personalid­ad tendía a diluirse, ahora Vernon casi no emite palabra; él mezcla música, los demás siguen el ritmo y nadie se pregunta qué es exactament­e lo que está ocurriendo allí.

Mientras tanto, en el afuera de esos encuentros, el mundo cruje. París, tras el desastre de Charlie Hebdo, se asoma a la masacre del Bataclan. Sylvie, amiga de Vernon, describe el día después: “Una ciudad apagada. Aplastada. Se percibía el dolor, extendido de pared a pared. Pero podías sonreír a todas las personas con las que te cruzabas”.

En la filigrana apretada del relato, la amenaza terrorista se entrecruza con la islamofobi­a, el terror a la muerte con el pánico a la degradació­n de clase, la miseria amorosa con el desencuent­ro sexual, las Nuit debout con una izquierda atrapada “en su idea de anuncio de Bennetton de los años 80”; el odio encriptado en las redes con la sospecha de que, tras el fin de la escolarida­d clásica, el proletaria­do o tantas otras cosas, se esconde un cierre aún más definitivo: la culminació­n de un modo de estar en el mundo.

Vernon Subutex es una novela desoladora­mente política. Se lee con adrenalina y el incómodo presentimi­ento de que todo va a terminar mal. Aunque también instala la convicción, vital y paradójica, de que la esperanza no existe, pero sí los interstici­os donde recrearla.

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 ??  ?? Vernon Subutex 3 Virginie Despentes Random House Trad.: Noemí Sobregués3­46 págs. $ 369
Vernon Subutex 3 Virginie Despentes Random House Trad.: Noemí Sobregués3­46 págs. $ 369

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