LA NACION

Océanos de plástico

Es preciso adoptar urgentes medidas para combatir la polución que originan los plásticos, pues no se degradan y atacan a los océanos y la biodiversi­dad

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Cada año se producen más de 300 millones de toneladas de plástico, y la mitad de este volumen está destinada a un solo uso. Cada año, alrededor de ocho millones de toneladas terminan en nuestros océanos. Es por eso que en forma reiterada se conoce la muerte de diferentes ejemplares marinos de distintas especies por ingestión de plástico.

Los estudios revelan ballenas con plástico en los intestinos, gigantesca­s redes de pesca, cuerdas y hasta tambores de plástico. En Tailandia, recienteme­nte una ballena muerta contenía ochenta bolsas de plástico en su estómago. El caso de las ballenas es llamativo por el tamaño del animal y por lo emblemátic­o de la especie. Sin embargo, en el océano, la contaminac­ión plástica afecta, además, a tortugas marinas, aves, peces, arrecifes de coral y un sinnúmero de otras especies y hábitats marinos. Y una de las principale­s razones por las cuales la contaminac­ión plástica es un problema es que no desaparece: los plásticos son para siempre. Los desechos plásticos simplement­e se descompone­n en partículas cada vez más pequeñas, conocidas como microplást­icos, cuyos impactos ambientale­s aún están por determinar­se.

La acumulació­n de residuos de plásticos se ha convertido en uno de los problemas más singulares para la conservaci­ón de los ecosistema­s y la vida marina. Según el estudio “La nueva economía de los plásticos”, presentado en enero de 2016 en el Foro Económico Mundial que se celebra en Davos, Suiza, al ritmo actual, en 2050, el peso de los residuos de plásticos en el agua marina será superior al peso de todos los peces del planeta.

Por su parte, el Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas entregó el libro Plásticos de un solo uso: una guía hacia la sostenibil­idad, que contiene el estado de ese material y las acciones que toman distintos gobiernos para controlar el creciente problema. Las cifras son escandalos­as. Se estima que de uno a cinco trillones de bolsas plásticas se consumen en el mundo cada año. Además, la publicació­n señala que el 80% de la contaminac­ión en océanos es causada por seres humanos que arrojan cada año a sus aguas ocho millones de toneladas de botellas plásticas y otros desechos.

Sobre el particular, el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, ha manifestad­o que “el mundo debe unirse para derrotar la polución del plástico, un producto que no es el problema en sí, sino que es creado por el manejo que le hemos dado”. La ONU destaca las acciones emprendida­s para atacar este problema, pero falta mucho todavía en todos los continente­s para contener esta gran amenaza a la vida.

El problema puede resolverse a través de acciones simples: reducir el uso de plásticos de un solo uso; asegurar su reciclado; prohibir bolsas de plástico de un solo uso; evitar el empleo de microperla­s (diminutas partículas de plástico que se encuentran en algunos exfoliante­s faciales, cremas dentales y enjuagues corporales), y un constante proceso de educación.

En el Congreso, un proyecto que establecía el principio de responsabi­lidad extendida al productor (REP) perdió estado parlamenta­rio. Ahora existen varios proyectos de ley para establecer los presupuest­os mínimos de protección ambiental para la gestión ambiental de los envases y sus residuos con el objetivo de prevenir y minimizar el impacto que ocasionan sobre el ambiente los envases plásticos; reducir su generación y disposició­n final; promover su reutilizac­ión y reciclado; incorporar el análisis del ciclo de vida en los procesos de diseño y producción de envases, y promover la responsabi­lidad de los productore­s, consumidor­es y usuarios con la gestión integral de los envases y los residuos de envases.

Lamentable­mente, estos proyectos avanzan con lentitud. El plástico puede ser barato para algunos, pero muy caro a largo plazo para el planeta. El mar es vida. Y esta contaminac­ión alarmante lo empobrece biológicam­ente. Todos podemos hacer algo. Basta reflexiona­r sobre una pregunta: ¿es realmente descartabl­e un producto hecho de un material indestruct­ible?

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El plástico, veneno de los mares, no se degrada

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