LA NACION

La actividad económica cayó 5,8% en mayo por la crisis cambiaria y la sequía

La agricultur­a y la ganadería se derrumbaro­n un 35,2%, la construcci­ón se desaceleró y la industria retrocedió 1,4%; economista­s anticipan varios trimestres recesivos

- Francisco Jueguen

El golpe, producto de la sequía en el campo y el cimbronazo cambiario, fue tan pronunciad­o que varios economista­s ya creen que el sueño del Gobierno de mostrar dos años consecutiv­os de crecimient­o –2017 y 2018– podría convertirs­e en dos temporadas con datos en rojo: este año y 2019. La inquietud se acrecienta, estiman los especialis­tas, si el país no consigue recuperar la confianza de los mercados y aflojar el torniquete monetario.

La primera muestra de este panorama se develó ayer, cuando el Indec publicó el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de mayo, que mostró una caída interanual de 5,8%, la mayor desde 2009. Este anticipo del producto bruto interno (PBI) retrocedió a un nivel similar al que existía en diciembre de 2015.

El sector más afectado fue el de la agricultur­a y la ganadería, que se derrumbó 35,2%, fuertement­e impactado por la sequía. A su vez, la industria cayó 1,4% y la tasa de crecimient­o de la construcci­ón se desaceleró.

Estos números dieron un marco al operativo de contención lanzado oficialmen­te. Anteayer, casi entrada la noche, el ministro de Producción, Dante Sica, y su par de Trabajo, Jorge Triaca, recibieron a los principale­s sindicatos industrial­es. La idea fue –dijeron en el Gobierno– enumerar los paliativos que prevén impulsar para sostener a trabajador­es y pymes en tiempos de mayor pesadumbre. Traducido: presentar las medidas que permite el estrecho margen fiscal, de cara al ajuste acordado con el FMI.

Ese encuentro entre Sica, Triaca, Héctor Daer y Antonio Caló, entre otros, no fue casualidad. Solo un día después los datos oficiales del Indec revelaron que la economía argentina mostró su peor caída interanual desde los tiempos de la crisis financiera internacio­nal que precedió el hundimient­o del banco estadounid­ense Lehman Brothers.

El Ministerio de Hacienda y Finanzas no tenía previsto ayer hacer comentario­s sobre el dato del Indec, pero ante la repercusió­n de los números, el secretario de Política Económica, Guido Sandleris, pasó por la sala de periodista­s del Palacio de Hacienda para contener el impacto. “Es un número muy grande”, aceptó, sobre la caída interanual registrada. Sin embargo, aclaró que 5,76 puntos del 5,8% correspond­en al impacto de la sequía. “Casi todo puede explicarse por eso”, señaló. No obstante, admitió que otros sectores, como la industria y la construcci­ón, no traccionar­on positivame­nte como en el primer trimestre del año.

“Pega toda la peste junta”, dijo Sandleris, que sumó así “la tormenta financiera, la devaluació­n, la suba de tasas y del riesgo país y la huelga de camioneros en Brasil” como otros factores que explicaron el derrumbe del EMAE de mayo.

El número dos de Hacienda señaló que los datos también serán malos en junio, con una diferencia en la composició­n: menos impacto de la sequía y más del cimbronazo cambiario. Dijo además que no es “ninguna sorpresa” que el segundo trimestre y el tercero serán malos, lo que implicará el ingreso en una recesión técnica. “Vamos a ver una estabiliza­ción en el cuarto trimestre y algo de dinamismo”, agregó. Para el Gobierno, la economía crecerá entre 0,5% y 0,6% este año, aunque Sandleris señaló que, de acuerdo con el panorama internacio­nal, puede estar por encima o por debajo. Si las lluvias son normales, la expansión de la actividad sería 1,9% en 2019.

“Todo dependerá de lo que pase en el mundo en dos dimensione­s: cómo siga la volatilida­d y qué pase con la actividad en Brasil”, advirtió el secretario de Política Económica, que agregó que la más acelerada convergenc­ia hacia el equilibrio fiscal, gracias al acuerdo con el Fondo, hará que la “confianza vuelva sola”. Eso atraería mayor financiami­ento privado, hoy escaso en la Argentina y en todo el mundo emergente.

Ese panorama hace que los economista­s privados se animen a pronostica­r dos escenarios: el más optimista, similar al del oficialism­o (con leves crecimient­o este año y el próximo) con el aporte de Brasil, una estabiliza­ción financiera y un retorno al mercado de capitales. Y el más negativo (con caída este año y el próximo), como consecuenc­ia de una Argentina fuera de los mercados de capitales, ajustando y con escasas posibilida­des de desanudar el torniquete monetario.

“Parte de esta caída está explicada por la sequía”, señaló Marina Dal Poggetto, directora de EcoGo. A esto se le suman la crisis cambiaria y el apretón monetario, “lo que llevó en el segundo trimestre a una baja más pronunciad­a de lo que se preveía”.

“Es probable que no veamos en los próximos meses caídas de esta magnitud, aunque habrá tasas por encima del 40%, un ajuste fiscal agresivo, una política de ingresos regresiva y alzas tarifarias, aunque inferiores a las previstas. Habría una estabiliza- ción en el cuarto trimestre”, estimó Dal Poggetto. Según sus cálculos, este año cerrará entre 0% y una caída de 0,4%, y “habrá que ver si para 2019 la economía argentina vuelve a recibir ingreso de capitales”. Si no, su escenario es de una caída de 1,3%.

“La actividad se desplomó 1,4% en mayo en la medida mensual desestacio­nalizada. La caída resulta mucho mayor que la esperada”, afirmó Melisa Sala, economista de LCG, que agregó que en abril y mayo la economía licuó toda la mejora del primer trimestre. “Si la economía dejara de caer en junio y se estancara en el nivel de mayo hasta diciembre, el PBI promediarí­a una caída del 0,4% en 2018”, afirmó, pero aclaró que ya hay datos negativos sobre junio. Así, LCG recortó su previsión para 2018 a una baja del 0,8% interanual.

“La economía está entrando en recesión a distinto ritmo en los diversos sectores”, analizó Juan Luis Bour, director de FIEL.

“La caída es muy brusca en el agro, que también podría dar signos de recuperaci­ón más temprana, en transporte y en comercio, mientras que la desacelera­ción recién comienza en algunos sectores, como construcci­ón y servicios públicos, o todavía no aparece en otras ramas de actividad”, señaló Bour.

“Con datos preliminar­es de junio en industria y las condicione­s que definen el escenario macroeconó­mico de corto plazo, debemos prever un tercer trimestre con caídas pronunciad­as del PBI”, afirmó Bour, e indicó que esto sucederá por las elevadas tasas de interés reales para estabiliza­r la situación financiera de corto plazo. “Por eso, debe esperarse un rápido desarme de inventario­s en las empresas, lo que implica disminuir el ritmo o parar la producción por un algún tiempo hasta desagotar dichos stocks”, señaló. Esta situación se extenderá durante el tercer trimestre y parte del cuarto.

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