Museos en alquiler. Se podrán contratar para hacer eventos en salas y jardines
Son los nacionales ubicados en la ciudad; habrá restricción para comidas y sonidos fuertes
Ni bodas ni cumpleaños ni bautismos, pero sí lanzamientos de marcas, entregas de premios, presentaciones de libros, eventos empresariales o rodajes audiovisuales. Desde ahora, en doce museos nacionales ubicados en Buenos Aires se podrán alquilar al Ministerio de Cultura de la Nación salas y otros espacios para uso privado. Así lo establece el reglamento publicado ayer en el Boletín Oficial, en el que también figura el menú de opciones disponibles. El jardín del Museo de Arte Decorativo es el más caro: $236.000 por evento.
La escala arancelaria se publicó en el anexo de la resolución 811/2018, firmada por el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, y contempla la “realización de eventos, exposiciones, conferencias y actos culturales, y la producción de audiovisuales en instalaciones de los museos nacionales”. En verdad, por ahora, la lista incluye solamente a una docena de veintitrés organismos. “Arrancamos con los que tienen más pedidos de espacios, pero habrá una segunda etapa”, confirmó a el la nacion secretario de Patrimonio Cultural, Marcelo Panozzo, a cargo de la implementación de la medida.
Todos en la ciudad de Buenos Aires, además del de Arte Decorativo, figuran el Museo Histórico Nacional, el Cabildo, el Mitre, el Sarmiento, el de la Historia del Traje, el de Malvinas; las casas Ricardo Rojas, la de Yrurtia y la del Bicentenario, el Instituto de Investigaciones Históricas y la Manzana de las Luces.
La norma exceptúa del pago de la renta estipulada a las “producciones audiovisuales que sean de contenido periodístico o tengan finalidad estudiantil o turística, y no persigan objetivos comerciales”.
Sin dudas, estos nuevos ingresos constituyen una significativa fuente de recursos para Patrimonio. Sin embargo, Panozzo desmiente de modo terminan te que la iniciativa haya surgido de la necesidad de incrementar los recursos del área. “La resolución 811/2018 tiene por objeto regularizar una situación que se daba de manera informal: el uso de espacios en museos nacionales por parte de privados”, admitió el funcionario ayer. Y agregó que la medida se toma en el marco de“muchas acciones ten dientes a modernizar y mejorar la institucional idadd el os museos: concursos de directores, regularización de concesiones, desalojo de ocupantes ilegales, firma de convenios con asociaciones de amigos, etcétera. Si bien ya existía una normativa similar que planteaba el pago de cánones, estaba muy desactualizada y no contemplaba la contratación de un seguro o un reglamento que garantizar a el cuidado de las personas y del patrimonio que allí se guarda”.
Cómo se alquila una sala
Según el reglamento, la persona o empresa que quiera usar los espacios de un museo debe presentar un mismo formulario ante la dirección del establecimiento elegido. Es su director quien evaluará la solicitud y podrá autorizar o no el pedido, pero la última palabra la tendrá la Dirección de Museos.
El monto estipulado tendrá que ser depositado en una cuenta bancaria del Ministerio de Cultura ya existente y de cuyos fondos deberían poder disponer las autoridades de los museos. Al menos esa fue la intención al abrirla. Sin embargo, según reconocieron a algunos la nacion directores, “por ahora esto no es muy operativo”.
El locatario de un museo debe saber que allí estará prohibido “elaborar, vender o ingerir cualquier tipo de alimentos y bebidas fuera de las áreas destinadas a gastronomía o refrigerio” y “producir ruido que afecte a otros espacios”. Tampoco se podrán colocar parlantes en el exterior, y en el interior se deberá preservar la aislación acústica sin superar los 60 decibeles. Resulta difícil así –aunque no imposible– pensar en un museo como un salón de fiestas sociales.
Como ocurre cada tanto con el Teatro Colón, que se alquila a privados, la medida genera algunas controversias. Si bien la regulación expresa parámetros claros de lo que se puede hacer y lo que no, algunos temen que si los alquileres de espacios culturales de relevancia son moneda frecuente se pueda desvirtuar
el perfil de estas instituciones o sustituir la actividad que produce originalmente el lugar por las que aporten los inquilinos.
En distintos países del mundo esta normativa no llamaría la atención ni aportaría a esta altura grandes novedades. En España, por ejemplo. A la vista de todos, el Museo del Prado ofrece a empresas en su página web “la oportunidad de convertir sus eventos corporativos en un hito cultural de primer orden”, y
también pone a disposición de particulares auditorios, salas y visitas personalizadas que pueden incluir un cóctel de cierre. Lo mismo ocurre en Madrid con el Palacio de Linares, construcción del siglo XIX donde funciona la Casa de América, y en Cibeles, sede del Ayuntamiento. El Victoria & Albert, en Londres, está disponible para casamientos, fiestas y filmaciones; se propone como “una locación con una atmósfera única para un evento especial”.