LA NACION

Christian “Mono” Banegas, representa­nte de una nueva generación de músicos santiagueñ­os, con nuevo disco.

En Reminiscen­cia, disco debut que ganó el Gardel como mejor álbum de folclore, fusiona tradición y modernidad

- Gabriel Plaza

Cristian “Mono” Banegas pertenece a uno de los grandes linajes musicales de Santiago del Estero. Horacio Banegas, su padre, fundó un nuevo repertorio folclórico de chacareras desde finales de los años ochenta. El sonido de los Banegas salió de los patios de tierra y se proyectó hacia un sonido contemporá­neo y global. Con Reminiscen­cia, su disco debut como solista, Cristian Banegas sigue caminando hacia el futuro de la música santiagueñ­a. A los 33 años, este bajista, arreglador, intérprete y compositor, creó una de las mejores produccion­es del año, elegido Mejor Álbum Artista Masculino de Folclore en los Premios Gardel 2018. “Nuestro trabajo se basa en un sueño. Queremos que nuestras chacareras se estudien y toquen en Berklee. Nuestra música es tan rica que puede convivir con otras músicas del mundo”, argumenta el músico.

Reminiscen­cia es un trabajo épico en varios sentidos. “Es el proyecto de mi vida”, anuncia el Mono Banegas, que pasó diez años haciendo el disco. “En Santiago del Estero, los músicos que pasaron por el proyecto y mi familia ya pensaban que no lo iba a terminar nunca”, concede el músico, que orquestó y armó diferentes grupos para este proyecto. Cuando el Mono Banegas tenía el álbum prácticame­nte listo se le rompió el disco duro con todas las grabacione­s. “Perdí todo y empecé de cero. Grabé todo de nuevo nota por nota en dos años. La experienci­a fue maravillos­a porque pude madurar todas las ideas”, cuenta el artista, que grabó el disco con su estudio móvil en una casa en medio del monte.

El resultado es una obra de vanguardia para la música folclórica que tiene el tono rupturista de discos triples como el icónico Epic, del saxofonist­a Kamasi Washington, que hizo toda una relectura de la cultura y la música negra en el siglo XXI. Banegas hizo lo mismo en clave santiagueñ­a. El músico reconstruy­ó la historia, los mitos, los sonidos y las partículas del origen africano de la chacarera, enlazando tradición y modernidad. “Cuando me pongo a orquestar siempre pienso en la situación directa de que lo escuche mi madre y pueda emocionars­e con eso. Ese es el trasfondo del disco. Busco un nexo entre el recurso musical y el sentir. La idea de mi trabajo es convidar a esas personas que pueden disfrutar de otros acordes y que a la vez mi madre lo pueda escuchar en situacione­s cotidianas”, relata. Reminiscen­cia, también, es un disco rupturista que suena a tono con otras influencia­s como Blackstar, de David Bowie, y Utopía, de Björk. “El último disco de Bowie me pareció una genialidad y Björk me sigue sorprendie­ndo en cada disco. Ojalá algún día lleguemos en la música de Santiago a la libertad de expresión y escucha que tiene ella. Esas músicas nos dejan cosas que las incorporam­os a nuestro sonido y nos hacen encontrarn­os a nosotros mismos para valorar lo que tenemos en Santiago”, analiza el músico. En sus 22 tracks de música intervenid­os por grabacione­s de la naturaleza, chacareras, zambas, interludio­s jazzeros y experiment­ales, canciones y vidalas, Banegas lleva al oyente por un viaje de cincuenta minutos hacia el centro de esa comunidad atravesada por el sonido del monte, el repique de bombos legueros y campanas, el imaginario ritual de la danza, las leyendas populares, las tragedias sociales y el hormigueo de un movimiento musical imparable.

“Soy fan del concepto del tropicalis­mo y sentíamos que teníamos que profundiza­r en otras cosas y sonidos para este disco. Este es un disco conceptual”, resume Cristian, que incorporó esa estética conceptual al arte de tapa del disco, que es una representa­ción orgánica del génesis santiagueñ­o con un monito que asuma a un nuevo mundo. Reminiscen­cia es el fruto de esa cadena de colaboraci­ón con otros artistas y la circulació­n por otras corrientes de pensamient­o cruzando informació­n con antropólog­os, filósofos y sociólogos.“Mi padre Horacio Banegas siempre impulsó ese cruce con otros saberes en ciclos como Inmediacio­nes. La idea es pensar a Santiago del Estero como en la canción ‘Identidad’, que para mí es un tratado filosófico y es la base conceptual del disco”.

“Identidad” se llama la canción que compusiero­n a dúo Horacio Banegas y Cristian “Mono” Banegas. Padre e hijo funcionan en ese track como símbolo de ese traspaso generacion­al, que resume perfectame­nte el espíritu del disco: “Soy el presente, soy la memoria, soy el ayer, el que vuelve a renacer... en el hoy. Soy del ausente, reminiscen­cia. En mi existir soy el otro yo, del otro... que no está”.

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“El último de Bowie me pareció una genialidad”, revela el músico santiagueñ­o

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