LA NACION

Cuando el fin de la lealtad se vuelve una bomba de tiempo

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

Dwashingto­n urante años, Michael Cohen fue uno de los hombres de mayor confianza del presidente Donald Trump. Era su abogado personal, la persona que le resolvía problemas que nadie más podía resolver, y que conocía su vida y los rincones más recónditos de su imperio como ningún otro.

“Soy el tipo que recibiría una bala por el presidente”, le dijo Cohen a Vanity Fair, hace poco menos de un año. “Nunca lo dejaría”, reforzó. La lealtad, a veces, es efímera.

Acorralado por la Justicia, Cohen, que llegó a llamar a Trump un “mentor” y un “patriarca”, terminó de despegarse del círculo del mandatario y escaló como nunca un enfrentami­ento que ya es una de las mayores amenazas para la presidenci­a del magnate.

El encargado de confirmar la metamorfos­is de Cohen fue su abogado, Lanny Davis. El lugar elegido para entregar el mensaje fue nada menos que la cadena CNN, uno de los principale­s “enemigos” en la prensa de la Casa Blanca. Y la carta que jugaron Cohen y sus abogados es digna de Hollywood: difundiero­n la grabación de una conversaci­ón entre Trump y Cohen, con la amenaza de que no es la única.

Davis no ahorró munición: el abogado del abogado dijo que Trump era un “mentiroso”, lo acusó de recurrir a maniobras similares a las de la mafia y los narcos, y lo puso a la par del expresiden­te Richard Nixon, cuya presidenci­a terminó en llamas por el escándalo Watergate. Cohen, dijo Davis, era otra persona: había dado vuelta una página en su vida, y quería decir toda la verdad sobre su antiguo cliente.

“Sabemos que Trump mintió”, dijo Davis, al difundir la cinta que Cohen grabó que reproduce una conversaci­ón que mantuvo con Trump sobre un pago para tapar uno de sus supuestos amoríos. “Donald Trump no tolera la verdad”, disparó.

La conversaci­ón toca un pago de 150.000 dólares que recibió la exmodelo de Playboy Karen McDougal en el verano boreal de 2016, en plena campaña presidenci­al, de parte una editorial por un contrato que incluía los derechos para publicar la historia sobre su supuesto romance con el presidente. La editorial, American Media, “enterró” la historia. El presidente y CEO, David Pecker, es amigo y aliado de Trump. La historia del pago fue revelada por The Wall Street Journal días antes de la elección presidenci­al.

El presidente y su equipo siempre negaron el amorío, o conocimien­to alguno sobre el pago. La grabación sugiere que ese relato es falso. Davis dijo que Cohen, que se encuentra bajo investigac­ión federal, tiene más grabacione­s. “¿Qué tipo de abogado graba a un cliente? ¡Muy triste!”, respondió Trump, en Twitter. “¿Es esta la primera vez, nunca se supo antes? ¿Por qué la cinta fue tan abruptamen­te detenida mientras presumible­mente yo decía cosas positivas? Escuché que hay otros clientes y muchos periodista­s grabados, ¿puede ser así? ¡Muy mal!”, agregó el mandatario. La cinta sobre la conversaci­ón deja espacio a la ambigüedad, y el principal abogado de Trump, Rudolph Giuliani, ha insistido en que ninguna de las revelacion­es es concluyent­e, y todo está abierto a interpreta­ción.

Todo el escándalo deja dos ramificaci­ones. Primero: puede abrir un nuevo frente judicial para Trump porque el pago pudo haber violado las reglas sobre el financiami­ento de las campañas. Cohen ya está bajo investigac­ión federal por eso. Segundo: las últimas movidas de Cohen sugieren, como nunca, que el exabogado de la Organizaci­ón Trump está más que dispuesto a cooperar con los investigad­ores federales para salvarse. Y eso le puede dar munición al fiscal especial del Rusiagate, Robert Mueller. Cohen participó de la campaña presidenci­al de Trump.

¿Qué más sabe Cohen? ¿Qué informació­n puede darle a los investigad­ores federales? Ambas preguntas parecen mortificar a Trump, quien desde que quedó enredado en la Justicia ha subido el tono de sus ataques a la investigac­ión de Mueller.

“El señor Trump es más que un simple jefe para aquellos de nosotros que hemos tenido la suerte de estar cerca de él, tanto profesiona­l como personalme­nte”, dijo Cohen, en una entrevista con The New York Times, publicada a fines de 2016. “Es más como un patriarca, un mentor. Estas cualidades lo hacen muy entrañable para mí, y por eso soy tan ferozmente leal a él y me comprometo a protegerlo a toda costa”, agregó. Los tiempos han cambiado.

¿Qué más sabe Cohen? ¿Qué informació­n puede darle a los investigad­ores federales? Ambas preguntas mortifican a Trump

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