LA NACION

Sin opciones seguras, decidir escapar de las llamas en Grecia fue una ruleta rusa

El fuego se transformó en una trampa mortal en el pueblo costero de Mati; ya hay 80 muertos y 187 heridos

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MATI, Grecia (AFP).– “¿Irse? ¿Hacia el mar? ¿A la derecha?”, los sobrevivie­ntes del pueblo costero de Mati compartier­on este sentimient­o mientras su vida pendía de un hilo. El destino de los habitantes de esta región ubicada al este de Atenas se jugó cara o ceca cuando las llamas arrasaron la zona debido a la sequía y los fuertes vientos, dando lugar al incendio más letal en Europa en este siglo, que ya provocó la muerte de por lo menos 80 personas y dejó 187 heridos.

“Mi marido me dijo de irnos con nuestro nieto de siete años y corrimos hasta el auto, mientras las piñas de los pinos ardían y estallaban entre los árboles”, explica Kiriaki Aleziadou, una jubilada de 62 años que logró salvarse de los incendios que calcinaron esta ciudad balnearia, al este de Atenas.

Mientras que pudo escapar a toda velocidad y salvó su vida, otros corrieron hasta la playa y la perdieron. Al recordar lo ocurrido en una casa a pocos metros de su hogar, Kiriaki Aleziadou no lo puede evitar y rompe en llanto. “La agente de policía que vivía allí, su marido y sus dos hijos se fueron a pie en dirección al mar. Pero ahí quedaron atrapados por las llamas”. Son muchos los relatos similares, lamentable­mente este ya fue confirmado por varios habitantes del barrio.

Por lo menos 80 muertos es el balance provisiona­l del incendio devastador que en pocas horas calcinó centenares de casas en la costa este de la capital griega.

Theodoros Christopou­los también tuvo solo unos pocos segundos para tomar una decisión después de que una espesa nube de humo gris invadiera su jardín, anunciando la llegada de las llamas desde las montañas. Y con una velocidad increíble dijo: “Volvemos al interior de la casa, cerramos las ventanas –que son de aluminio– y que suceda lo que sea”. Afortunada­mente su chalet quedó prácticame­nte intacto y no hubo ninguna víctima mortal.

Dueño de una modesta casa cercana a la línea del mar, Kissov consiguió llegar a la playa, donde estuvo durante varias horas con su esposa, una mujer de 73 años enferma de cáncer. “Éramos al menos 300, lo peor era el humo, apenas podíamos respirar”, recuerda.

En la costa, barcos de rescate evacuaron a los afectados durante toda la noche. Sin embargo, no todo el mundo pudo salvarse. A pocos metros de la casa de Kissov, fueron encontrado­s los cuerpos calcinados de las 26 personas que murieron abrazadas, “en un último intento por protegerse”, en los terrenos de un chalet en primera línea de mar.

Fue una ruleta rusa que dejó algunas casas intactas, apenas afectadas por las llamas, mientras que otras en la misma calle estaban completame­nte calcinadas. “¡Lo hemos recuperado todo, el auto, el gallo y el perro!”, comenta aliviado Kissov. Pero no muy lejos de ahí perduran las ruinas.

“No hay razón que lo explique, por qué esta casa, por qué no la otra... Todo ocurrió tan rápido”, explica Fani Antonini, mientras levanta un jarro de flores, delante de su casa destrozada por los incendios. En la calle paralela, Christos, de 48 años, da la vuelta a su domicilio, contento de haber apostado hace unos años por una pintura especial. Solo tendrá que cambiar las cortinas, mientras que el hogar de su vecina mayor quedó arruinado. Sin embargo, Christos sonríe con amargura y dice: “Otra cosa que hemos perdido es el paraíso donde vivíamos”. Probableme­nte él no es el único que lo piensa.

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Reuters El incendio devastó al pueblo costero de Mati, a 40 kilómetros de Atenas

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