LA NACION

Dudas e inquietude­s por la norma para alquilar museos

Puertas adentro, temen por la seguridad de las obras

- Silvina Premat

Con cierto temor por la protección del patrimonio que conservan y dudas sobre el rol del personal recibieron puertas adentro de los museos nacionales la nueva reglamenta­ción del Ministerio de Cultura, que amplía las condicione­s y actualiza los aranceles para que privados puedan alquilar salas y espacios de esas institucio­nes de arte e historia.

“No me escandaliz­a que el museo, que es un lugar de fantasía, se use para actos, siempre que no sean cuestiones meramente sociales, pero me preocupan los riesgos que puedan corren tanto los bienes como las personas”, dijo ayer a la nacion uno de los hombres que más conoce el paño artístico argentino y que sintetiza el parecer de otros consultado­s.

La resolución ministeria­l y su reglamento disponen que la responsabi­lidad por la seguridad recae totalmente sobre las personas o empresas inquilinas. Indica que los organizado­res de eventos o realizador­es de audiovisua­les deberán adoptar todas las medidas necesarias “para el debido resguardo, custodia y protección de los bienes y el patrimonio” de los museos. Se detallan, además, una serie de recaudos concretos para no dañar con sus actividade­s las obras y el inmueble. Y qué tipos de seguros debe contratar. Pero la norma no es precisa en dos puntos que hasta ahora eran los más problemáti­cos para alquilar un espacio en el interior de un museo: quién controla que los recaudos sean cumplidos en tiempo y forma, y quién le paga al personal del museo en caso de que deban trabajar fuera de su horario habitual, si el Estado o los privados involucrad­os.

En el núcleo duro del sector, los que vienen trabajando en o con los museos nacionales desde hace décadas, la medida volvió a despertar el disgusto ocasionado por una acción anterior de esta misma gestión del Ministerio de Cultura: la limitación a la autonomía de las asociacion­es de amigos. En los hechos, el dinero que recaudan y que antes ellas administra­ban –girando luego esos ingresos a la dirección del museo en cuestión– pasó a ser gestionado por el Gobierno con la promesa de que volvería a los museos. Ese sistema no funciona hasta ahora con la celeridad esperada. “Se desactivar­on las asociacion­es de amigos que recaudaban para la institució­n y ahora los fondos van a una cuenta tan burocrátic­a como lerda”, precisó sobre este punto un director.

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