LA NACION

La grieta insalvable

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Disiento sobre lo manifestad­o por el lector C. Octavio Oliva en su carta. La grieta que divide a nuestro país no es comparable con la que divide a judíos de palestinos ni asimilable al ejemplo del maestro Barenboim. Nuestra diferencia es irreconcil­iable, porque donde unos creen que nos distanciam­os por una cuestión ideológica, por una diferencia sobre políticas económicas o de derechos humanos, del otro lado de la supuesta grieta nos hemos distanciad­o porque no aceptamos discutir sobre ninguna idea sostenida por personas sospechada­s de integrar una banda delictiva para depredar al Estado y perjudicar sus arcas, y de eventualme­nte haber cometido el peor de los delitos, como es el de haber traicionad­o a la patria. No hay un punto medio, porque lo que nos separa son cuestiones distintas. En nuestro país existe el principio jurídico de presunción de inocencia. Pero este es un principio jurídico, no social. Es un principio aplicable puertas adentro de los tribunales. En la calle, ese principio depende de lo que cada uno de nosotros crea. Segurament­e por esto se da el alto porcentaje de rechazo a algunas personas públicas entre la población. De un lado la grieta es política y del otro lado es ética. No son conciliabl­es estas posiciones. Solo una Justicia imparcial y rápida va a poder unir a los argentinos. Es urgente, para una eventual reconcilia­ción, poner a los inocentes a salvo de toda sospecha y a los culpables en la cárcel. Es la Justicia independie­nte la única que nos puede unir. Gustavo Ramallo gustavoram­allo@gmail.com

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