LA NACION

La peluca de Agassi y el día en que París le modificó la vida

Gómez ganó Roland Garros ante el Kid de Las Vegas, que dijo haber usado extensione­s ese día

- Sebastián Torok

Ganar Roland Garros en 1990, a los 30 años, a Andrés Gómez, naturalmen­te, le cambió la vida. Él mismo apunta que su carrera fue a la inversa de lo habitual, porque cuando logró su primer Grand Slam ya no se veía con mucha más vida en el circuito y, de hecho, había ganado 19 de los 21 títulos con los que se despidió (el último fue en Brasilia 1991). “Había sido número 1 del mundo en dobles en 1986, jugado el Masters en varias ocasiones, ganado Barcelona y Roma dos veces, había sido top ten, ganado títulos en torneos importante­s de Estados Unidos. Pero faltaba un título que hiciera la diferencia, que pusiera la corona. Y llegó en París”, sonríe Gómez, apodado Gogo por Jimmy Connors, un tiempo después de la batalla tenística que protagoniz­aron en el US Open de 1981 (ganó el estadounid­ense en cinco sets).

El sueco Stefan Edberg y el alemán Boris Becker fueron los máximos favoritos de aquel Abierto de Francia 1990. Gómez, 7º del tour, fue el cuarto preclasifi­cado y, Agassi (5º del mundo), el tercero. Luego de vencer al austríaco Thomas Muster (9º) en las semifinale­s, el ecuatorian­o ganó la Copa de los Mosquetero­s al imponerse por 6-3, 2-6, 6-4 y 6-4 ante un joven Agassi que buscaba su primera corona grande. “Nunca volví a ver entero el partido, porque nunca quise ver el set que perdí. Pero es inevitable verlo una y otra vez porque cada vez que se juega Roland Garros siempre lo pasan por televisión. La Copa la tengo en mi casa, la conservo con mucho cariño. Tengo la idea de hacer un museo itinerante en los colegios y lucirla, entre otros objetos”, le cuenta Gómez a la nacion.

En “Open”, su explosiva biografía, Agassi confesó que durante aquella final en París jugó con extensione­s capilares y que estuvo pendiente de que no se le salieran. La anécdota, verídica o no, no minimizó en absoluto la victoria de Gómez. Agassi lavó la peluca la noche anterior a la final, se estropeó y con la ayuda de su hermano Phil le realizaron algunas reparacion­es. “Durante el calentamie­nto previo al juego recé. No por la victoria, sino porque no se me cayera mi cabello postizo”, publicó el Kid de Las Vegas, en 2009. Claro que Gómez no le dio importanci­a: “Leí en su biografía ese tema, sí. Lo tomé como algo periférico al tenis. En el libro, en la parte que se refiere a Roland Garros, sobre todo al partido conmigo, tiene palabras muy buenas hacia mí, para mi carrera y lo que significó ese torneo. A veces hay libros que hay que venderlos y que se crean polémicas para eso. Ese tuvo polémicas con Becker, Connors, McEnroe y obviamente con Sampras. Lo tomo como lo que es: una anécdota más, algo que él pensó que era necesario contar. El resultado es el que queda y eso es lo que realmente importa”.

Después de ganar el título en el Bois de Boulogne, Gómez regresó a Guayaquil, su ciudad natal. Tuvo un masivo recibimien­to y fue paseado en autobomba. Hasta el presidente de ese momento, Rodrigo Borja, lo agasajó en la casa de Gobierno. El público lo tenía como un gran referente desde hacía casi una década y llenaba los estadios cuando jugaba la Copa Davis.

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