Reinventar el policial desde el homenaje
muy buena. creadores: Anurag Kashyap y Vikramaditya Motwane. elenco: Saif Ali Khan, Nawazuddin Siddiqui y Radhika Apte. disponible: Netflix.
Entre muchas definiciones posibles, una cultura imperialista puede ser presentada como aquella que otorga siempre sin recibir nada a cambio. Por años, la televisión fue un ejemplo evidente: los programas de Estados Unidos colonizaron las pantallas del mundo, mientras que era imposible encontrar programas no anglosajones en su pantalla. Pero el desarrollo tecnológico parece estar, lentamente, convirtiendo la globalización en algo más sutil. Siguiendo con los ejemplos televisivos, en años recientes el televidente argentino recibió y convirtió en éxitos locales novelas turcas, policiales escandinavos, dramas españoles y actualmente está fascinado por la vida de Luis Miguel. Es cierto que detrás de varios de ellos está Netflix, una compañía norteamericana que garantiza la distribución global de esos contenidos, ya que su modelo de negocios se basa en la permanente incorporación de novedades. El fin que persigue es convertir en éxitos globales los contenidos generados por sus mercados locales (una mezcla de imperialismo cultural inverso y uno económico tradicional: produce barato en mercados emergentes y vende en todo el mundo). Es a lo que apunta con su primera coproducción con India, Sacred Games.
Aunque está basada en la novela de Vikram Chandra, esta serie hace pensar en una repetición de la fórmula de Narcos, por su combinación de violencia, delito, política e historia reciente. Ambas son una suerte de degustación de su cultura en el formato digerible de un thriller.
Sartaj Singh (Saif Ali Khan) es un paria, un inspector solitario, abandonado por su mujer y detestado por casi todos sus compañeros: no solo pertenece a la minoría religiosa sij, sino que es uno de los pocos policías honestos en un sistema fundamentalmente corrupto. El fusilamiento de un sospechoso desarmado multiplica sus problemas, ya que se le exige que mienta para salvar a los policías que dispararon ilegalmente. En medio de esta tormenta perfecta de mala suerte recibe la llamada de Ganesh Gaitonde (Nawazuddin Siddiqui), un gánster desaparecido 16 años atrás, quien le asegura que en 25 días una catástrofe golpeará Bombay y que todos sus habitantes, menos uno, morirán.
El relato se abre en dos líneas narrativas: el presente de Sartaj, con su cuenta regresiva hacia la masacre y la historia de Gaitonde, un criminal mesiánico, que relata en primera persona su ascenso desde las calles de Bombay hasta los altos rangos del delito y de la política. Por sus referencias a hechos reales la serie causó controversia en la India.
Estas referencias tal vez sean pasadas de largo por el público argentino. Otras, como la tensión entre hindúes y musulmanes, seguramente resonarán un poco más. Sin embargo, todos notarán que, si bien este thriller tiene los componentes a los que estamos acostumbrados, estos reciben un tratamiento anómalo.
Aquí, las lecciones para representar la violencia que todo buen realizador aprendió del cine de Martin Scorsese están llevadas a un extremo casi paródico. A la vez, hay un componente de realismo mágico que atraviesa la narración que jamás encontraríamos en una historia de gánsteres norteamericanos. La serie engrosa la lucha del bueno y el malo con las complejidades psicológicas de un asesino con delirio místico y las complejidades sociales de un país con 1300 millones de habitantes, un riguroso sistema de clases y castas, una decena de religiones y una veintena de lenguajes. Netflix nos ofrece una historia que vimos mil veces, de un modo que nunca habíamos visto antes.