LA NACION

Como heroínas de acción o archivilla­nas, Misión imposible no sería lo mismo sin ellas

Tras oscilar entre femmes fatales y damiselas en peligro, el personaje de Tom Cruise encontró una socia ideal en la Ilsa Faust de Rebecca Ferguson, que regresa en esta sexta aventura

- Paula Vázquez Prieto

“Si vas a matarme, sé hombre y hacelo vos mismo”. Esa es la frase con la que Ilsa Faust se dirige al jefe de El Sindicato, ese villano de voz ronca y anteojos de oficinista que sembró el terror en Misión imposible: Nación secreta (2015). El personaje de la sueca Rebecca Ferguson, con ese aire tan Ingrid Bergman –tanto que hasta le pide prestado el nombre a la heroína de Casablanca–, es uno de los más interesant­es que ha dado la saga Misión Imposible en toda su historia, más allá del mítico Ethan Hunt. Y Tom Cruise lo sabe, por ello decidió hacerla reaparecer en la nueva Misión imposible: Repercusió­n, que se estrena hoy en los cines (ver página 10).

Su carta de presentaci­ón fue quitarse los zapatos antes de salvar a Hunt, no solo de una brutal tortura con cuchillos inmensos y extrañas pinzas, sino de una muerte horrible y segura a manos del Doctor de los Huesos. Luego volvió a sacarse los tacos al salir de la Ópera de Viena, después de disparar vestida de gala durante el tramo final de Turandot, de Puccini. Su estilo combina esa ambigüedad sensual y peligrosa de la femme fatale con la destreza física de una heroína de acción, que más allá de las ayudas digitales es capaz de saltar desde lo alto de un teatro, colear en moto, hacer tomas de karate y nadar hasta perder la respiració­n. Agente encubierta del MI6 británico, Ilsa es lo más alejado de la “chica en problemas”, resulta vital para resolucion­es y rescates, y es capaz de seguirle el paso frenético a Ethan Hunt, casi hasta robarle el protagonis­mo.

La única Misión imposible antes de Nación secreta que tuvo un personaje femenino de importanci­a fue la segunda, dirigida por John Woo en 2000. Adherida a esa estética de prolongado­s ralentis y piruetas visuales, esta canchera relectura de Tuyo es mi corazón (1946), de Alfred Hitchcock –impregnada de esa aura de romance culposo y plagada de extravagan­tes escenas de persecució­n–, tenía en Thandie Newton su verdadero motor de la acción. Ladrona experta y examante del villano de turno, Newton era la versión morena de la Bergman amada por Hitchcock y torturada por su amante Cary Grant en aquel Río de Janeiro de ensueño. Víctima sacrificia­l de un héroe que es capaz de exponerla al peligro para cumplir con sus deberes y torturar su conciencia, Newton camina por los acantilado­s de Australia como Bergman lo hacía por su señorial casa familiar luego de ser envenenada por su suegra.

Woo se nutre de su vasta cinefilia para condensar en su actriz los clásicos arquetipos femeninos que Brian De Palma había trabajado por separado en su película inaugural. La primera Misión imposible (1996) comenzaba con una misión fallida, una trampa ideada para exponer a un traidor que concluía con dolorosas muertes e inesperado­s interrogan­tes. Apenas insinuada la tensión sexual con un Tom Cruise todavía aniñado, Kristin Scott Thomas moría en sus brazos sin decir quién era su asesino. Emmanuelle Béart salía ilesa de una explosión, y con su cristalina mirada parecía ocultar secretos y traiciones. ¿Quiénes eran en realidad los buenos y quiénes los malos? Ese manto de sospecha también invadía las lealtades femeninas y De Palma contagiaba al legendario juego de espías ideado por Bruce Geller de su propio universo de dobleces y mascaradas. De hecho, el personaje de Vanessa Redgrave, Max, funcionaba como un eslabón entre esa soterrada seducción que Béart ejercía bajo el manto de la inocencia y la trágica entrega que condensaba­n los ojos de Scott Thomas en su nocturna despedida.

Noir y karma

Ese juego con la femme fatale y la “mujer perdida”, mitos del noir que De Palma resignific­ó con inteligenc­ia, reaparece en la mirada del socio estrella de Cruise en la saga: J. J. Abrams. En Misión imposible III (2006), la oportunida­d de Ethan Hunt de una vida de amor y tranquilid­ad tiene nombre propio: Julia. Michelle Monaghan representa el ideario de una felicidad sacrificad­a en virtud de la culpa y la responsabi­lidad: el verdadero karma de todo héroe. Junto a ella casi pierden sentido las otras mujeres que se agitan alrededor de él: la fatídica discípula que interpreta Keri Russell –tal vez secretamen­te enamorada– y la aventurera a la que le puso el cuerpo Maggie Q, mujer de acción y engranaje consciente de ese equipo de trabajo que acompaña a Hunt por todo el mundo. Es mérito de Abrams no solo haber imaginado –junto a sus guionistas Alex Kurtzman y Roberto Orci– uno de los mejores villanos en la piel del genial Philip Seymour Hoffman, sino de haber construido esa mujer fantasma cuyo recuerdo nunca parece extinguirs­e.

En Misión imposible: Protocolo fantasma (2011), dirigida por Brad Bird, dos mujeres dividen las aguas entre el bien y el mal. Paula Patton es la “amiga buena onda”, que rescata a Ethan de una impenetrab­le prisión rusa al ritmo de “Ain’t That a Kick in the Head”, de Dean Martin, la que lo mira con ojos cándidos a la espera de un ¿romance? que les permita a ambos superar el pasado, la que seduce millonario­s grotescos y tira a las patadas a la mala desde la ventana de un rascacielo­s en Dubai.

La mala, por supuesto, es otra vez francesa. Léa Seydoux es la ambiciosa asesina a sueldo, fanática de los diamantes y capaz de los actos de la mayor perfidia con una asombrosa impavidez. Pero, pese a las buenas y malas artes de cada una, nada tienen para competir con el recuerdo de Julia. Su aparición final, vestida de enfermera e inmersa en la neblina de Seattle, condensa su imagen como una evocación a la distancia, observada por un Hunt encapuchad­o que goza y lamenta aquello que se mantiene intacto en ese único pedestal de la memoria.

Frente a esa evanescenc­ia, Ilsa Faust es pura fuerza, puro cuerpo. Su presencia es casi la de una atleta capaz de inundar el plano con movimiento­s y acciones de las que solo ella es dueña. Movida por un innegociab­le poder de decisión y una extraordin­aria fuerza de voluntad, está más allá de los arquetipos, más allá de la manipulaci­ón del sexo de la femme fatale y de la desprotecc­ión de cualquier damisela en problemas. Habrá que ver en esta nueva entrega si Ilsa es capaz de enfrentarl­o todo, si su magnetismo resiste esa estela que llega desde el recuerdo, esa irresistib­le atracción que tiene todo héroe por lo imposible.

Antes de la aparición fulgurante de Ilsa Faust (cuyo nombre homenajea a

Casablanca), el único personaje femenino de importanci­a fue el de Thandie Newton en la segunda entrega de Misión imposible, una canchera relectura de la hitchcocki­ana Tuyo es mi corazón

 ?? Uip ?? La actriz sueca vuelve a sorprender como una agente del MI6 británico capaz de seguirle el paso al hiperkinét­ico Hunt
Uip La actriz sueca vuelve a sorprender como una agente del MI6 británico capaz de seguirle el paso al hiperkinét­ico Hunt
 ??  ?? Michelle Monaghan es Julia, la esposa perdida
Michelle Monaghan es Julia, la esposa perdida
 ??  ?? Thandie Newton remedaba a la Bergman de Notorious
Thandie Newton remedaba a la Bergman de Notorious

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina