LA NACION

Entre la devaluació­n y el mal tiempo

Las inundacion­es primero y la sequía después provocaron pérdidas en la cosecha y deterioro en la calidad de los granos; especialis­tas estiman una caída significat­iva en las ventas al exterior /

- Graciela Cañete | Texto PARA LA NACION

Más de la mitad de las exportacio­nes de la Argentina provienen de la agroindust­ria. Por eso, cuando el mal tiempo golpea al campo, la economía se resiente. Las inundacion­es primero, y una prolongada sequía después, provocaron pérdidas en la cosecha y deterioro en la calidad de los granos. En producción, la pérdida es de unos 27 millones de toneladas y los cultivos más afectados fueron la soja y el maíz. En exportacio­nes, las estimacion­es de especialis­tas del sector indican una caída entre US$5500 y US$6000 millones para 2018, lo que representa cerca del 10% del total de las ventas al exterior de la Argentina el año pasado.

“El sector agroindust­rial es importante para la economía, y este retroceso en la producción significa menos crecimient­o en 2018 y dificulta la reducción del déficit comercial”, señaló Agustín Tejeda, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. El déficit comercial alcanzó en 2017 los US$8500 millones, y en los primeros seis meses del año los US$5100 millones, según datos del Indec. En tanto, la disminució­n en la recaudació­n fiscal como consecuenc­ia de la sequía llegaría a unos US$1700 millones: “Es lo que se hubiera obtenido por retencione­s a la soja”, indicó Tejeda.

La producción estimada al inicio de la campaña era de 54 millones de toneladas de soja, pero se cosecharon unos 36 millones, de acuerdo con un informe de la bolsa. “Las pérdidas fueron mayores a las esperadas; esto reduce la cantidad de granos destinados a molienda y los envíos al exterior de porotos, harina y aceite de soja”, señaló Tejeda.

La capacidad instalada de la industria de la molienda es de unos 62 millones de toneladas anuales, y para cubrir el faltante de grano aumentarán las importacio­nes en cerca de un millón y medio de toneladas; en total se comprará al exterior entre cuatro y cinco millones de toneladas de soja. La mayoría se importa de Paraguay, pero también ingresó de Estados Unidos.

“La harina es el principal producto de exportació­n del complejo sojero; para el aceite hay sustitutos en el mercado internacio­nal, como el aceite de palma”, explicó Hernán Toledo, economista de la consultora Abeceb. Indicó que las ventas al exterior de harina de soja en 2017 alcanzaron los US$9000 millones, y en aceite de soja, los US$3700 millones. Los principale­s destinos de exportació­n de la harina son Vietnam, Indonesia, Argelia, Egipto, y la Unión Europea. En aceite el mayor comprador es la India, seguido de Bangladesh.

“Lo ideal es que la soja se exporte no en grano sino industrial­izada, ya como harina, aceite o biodiésel. La industria de la molienda trae grano del exterior para no tener capacidad ociosa”, explicó Matías Lestani, responsabl­e del departamen­to económico de Confederac­iones Rurales Argentinas (CRA).

Las estimacion­es de CRA indican que en harina de soja habrá unos ocho millones de toneladas menos para exportar, lo que representa una pérdida de unos US$3100 millones, y en aceite los envíos disminuirí­an en dos millones de toneladas, unos US$1400 millones. “China anunció que retomará las importacio­nes de aceite soja de la Argentina; desde 2010 no nos compraba”, señaló Lestani.

Tomás Palazón, director de la Sociedad Rural Argentina (SRA), destacó que “esta fue una de las peores sequías en décadas por lo prolongada, y después llegó el temporal, que terminó de deteriorar los cultivos”.

En San Pedro, Palazón produce soja, trigo y maíz, “el trigo ya se había cosechado, pero más del 70% de la soja y el maíz fueron afectados”. Agregó que “en distintas zonas del país hubo productore­s que no pudieron cosechar nada. Esto implica que habrá menos capital para encarar la próxima campaña; la producción de maíz es la que más recursos demanda, y ante dificultad­es en el financiami­ento puede caer el área sembrada”.

En maíz, la bolsa esperaba al inicio de la campaña 41 millones de toneladas, pero se cosecharon unos 32 millones. El año pasado las ventas al exterior de maíz llesea

garon a los US$3800 millones, según Abeceb, y los principale­s destinos fueron Vietnam, Argelia, Malasia, Egipto, Arabia Saudita, Marruecos y Chile.

La pérdida en toneladas exportadas de maíz es de unos siete millones, indicó Ezequiel de Freijo, responsabl­e del Instituto de Estudios Económicos y Negociacio­nes Internacio­nales de la SRA: “El consumo interno de maíz es superior al de la soja; a la vez, como el precio internacio­nal aumentó, se encarecen los costos de los productore­s de carne, que lo utilizan para alimentar a los animales. La ganadería primero tuvo dificultad­es por las inundacion­es, luego la sequía significó menos pasturas y forraje, por tanto, más consumo de grano”.

Efectos colaterale­s

Las exportacio­nes de carne aumentarán este año un 15%, según estimacion­es de Abeceb. “Escasean las pasturas y es más costosa la alimentaci­ón con grano, por lo cual se destinan más animales a faena. Esto es coyuntural, porque apenas cambien las condicione­s el productor volverá a retener ganado”, señaló Toledo. Las ventas al exterior de carne bovina superarán las 400.000 toneladas. La Unión Europea, Chile, Israel, China y Rusia son destinos para las carnes; en el caso de Rusia, se envían sobre todo menudencia­s, y a China, carne congelada.

En el sector lácteo, De Freijo explicó que “la suba de los precios internacio­nales favorece las exportacio­nes, y se espera un incremento de los envíos de leche en polvo y manteca. El precio de la manteca alcanzó un récord: en dos años pasó de unos US$3000 la tonelada a más de US$5000”. Se prevé un crecimient­o del 12% en las exportacio­nes de lácteos; los principale­s destinos son Brasil, Argelia, Rusia y Chile.

Lestani es también productor agropecuar­io, con tambo en General Rodríguez, y señaló: “Además de las consecuenc­ias del clima, a los productore­s nos afectó la suba de costos, uno de ellos el de la energía: antes pagaba una tarifa que representa­ba el 4% del total del costo de producción y ahora es del 20%”. Lestani además produce soja, y aclaró: “En agricultur­a, la pérdida fue grande; en el campo quedó soja sin levantar: era más caro cosecharla que el dinero que hubiera obtenido por la venta. Lo mismo pasó en los campos vecinos”.

Superada la sequía, las expectativ­as para la próxima campaña son buenas; De Freijo estima una producción de unos 124 millones de toneladas. En trigo, proyecta un incremento del área sembrada del 10% y una producción cercana a los 20 millones de toneladas; Brasil es el principal destino de los envíos de trigo.

A la vez, para algunas economías regionales hay recuperaci­ón, por ejemplo, en los sectores vitiviníco­la y olivícola. “España es el mayor productor mundial de aceite de oliva y sufrió sequías que disminuyer­on la producción, por lo cual el precio internacio­nal aumentó. Esto beneficia a la Argentina, que tuvo una buena producción; las exportacio­nes se dirigen en especial a Brasil y Estados Unidos”, explicó Toledo. Agregó que también atraviesa un buen momento el sector vitiviníco­la: “La cosecha de uva este año es de mejor calidad, y en cantidad aumentó un 30%”. Los principale­s destinos para los vinos son Estados Unidos, Canadá y Brasil. Por otra parte, el ajuste del tipo de cambio mejora la rentabilid­ad de las economías regionales.

El ajuste del tipo de cambio y el alza en los precios internacio­nales en el último tiempo evitaron que las pérdidas fueran mayores, señalaron los especialis­tas del sector. Por caso, la tonelada de harina de soja en diciembre de 2017 estaba en US$330, mientras que la cotización a mediados de julio era de US$375.

Por su parte, Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, recordó que “la devaluació­n en la Argentina mejora en el corto plazo el precio final que recibe el productor, pero después llegan los aumentos de costos que encarecen la próxima siembra”.

En ese sentido, Lestani explicó que “el productor necesita vender granos para hacer frente a gastos de la campaña 2018/19. Pero venderá en la medida en que el tipo de cambio se estabilice, porque si hay volatilida­d va a esperar para desprender­se de la cosecha”.

Los acuerdos comerciale­s son un punto en que la Argentina debe avanzar, afirmó De Freijo: “Es necesario trabajar en acuerdos que permitan reducir los aranceles en diversos países; esto volvería más competitiv­os nuestros productos”. Agregó que “ante el cambio en las reglas de juego los productore­s invirtiero­n. En maquinaria agrícola, se pasó de unos 5300 tractores vendidos en 2015 a unos 9700 en 2017; en cosechador­as la venta se duplicó en estos dos años. También es mayor el consumo de fertilizan­tes y fitosanita­rios; la producción agropecuar­ia aumentó y creció la actividad económica en el interior del país”.

A su vez, Palazón destacó: “El productor agropecuar­io arriesga y mira hacia adelante. El sector genera divisas genuinas para el país”.

En 2018, según estimacion­es de Elizondo, las exportacio­nes totales alcanzaría­n los US$61.500 millones, un incremento del 5% respecto del año pasado. Pero, advirtió, “la participac­ión de las ventas al exterior en el PBI es escasa. La Argentina debe hacer un esfuerzo para incrementa­r las exportacio­nes. En los últimos años el crecimient­o fue bajo; de allí provienen los dólares productivo­s y comerciale­s que precisa la economía. Si el comercio internacio­nal no aporta las divisas suficiente­s, hay que salir a buscar dólares financiero­s”.

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