Sueños y sacrificios
La pobreza de millones de chicos en todas sus dimensiones
Más del 62% de los niños argentinos tiene derechos vulnerados, desde la falta de comida hasta no contar con cloacas; LA NACION lanza un proyecto para mostrar cómo viven y qué ambicionan
ojos DE agua, Río negro.– angie cheuquellán tiene siete años y vive en una casa precaria en Laguna Blanca, un paraje en la línea sur de Río negro. Se abriga con una campera para salir de su casa rumbo a la letrina, a 10 metros. Se pone la capucha, se abra- za para protegerse del viento, y los cachetes se le inyectan de rojo por los -5° que hacen. caminar sobre la nieve es su única opción para ir al baño en invierno. Ella encarna lo que casi ocho millones de chicos argentinos enfrentan cada día: una infancia pobre. Pobre de recursos económicos, pobre de acceso a servicios básicos. Y pobre de oportunidades.
Según el último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, el 62,5% de los menores de hasta 17 años tiene alguno de sus derechos vulnerados. La cifra es de 2017 y representa un alza de
2% respecto de 2016; alcanza, así, el nivel más alto desde 2013.
El número, basado en el enfoque multidimensional de la pobreza, supera las cifras oficiales, que contemplan solo el aspecto económico, y señalan que el 39,7% de los menores de hasta 14 años es pobre en términos de ingresos y que el
7,6% es indigente.
“Este gobierno tiene como prioridad reducir la pobreza en nuestro país. El primer paso en este sentido fue sincerar, hablar con la verdad. creemos que reconocer el problema es la única manera de empezar a solucionarlo”, sostuvo la ministra de Desarrollo Social de la nación, carolina Stanley.
consciente de estas urgencias, la nacion puso en marcha Hambre de Futuro, un proyecto para visibilizar cómo viven y con qué sueñan los chicos de las comunidades más vulnerables. En los próximos cinco meses mostrará, en todas sus plataformas, cómo son estas infancias.
Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 62,5% de los menores de hasta 17 años tienen alguno de sus derechos vulnerados; en 2016 eran 60,4%; las cifras del Indec reconocen que el 39,7% de los niños de hasta 14 años son pobres en términos de ingresos
El proyecto intenta también plantear soluciones a los problemas de los chicos y mostrar las acciones que ya están en marcha.
En el relevamiento de la UCA, además de los ingresos necesarios para subsistir, se miden índices vinculados con la alimentación, la salud, la vivienda, los espacios de socialización y el acceso a las nuevas tecnologías, entre otros.
“Es claro que todavía tenemos deudas pendientes muy significativas, que los desafíos son superlativos y estamos muy lejos de un ejercicio efectivo de los derechos de los niños”, explicó Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de Infancia de la Universidad Católica Argentina.
Stanley, en tanto, sostuvo que “la pobreza es más que un número”. “Son hombres, mujeres, niños, niñas, familias atravesando una situación de vulnerabilidad de la que no pueden salir. Necesitamos trabajar en programas que puedan ayudar a que cada familia salga definitivamente de esta situación”.
El más ambicioso de esos programas es el Plan Nacional de Primera Infancia, lanzado en 2016 y concentrado en los primeros años de vida. “Es para darle igualdad de oportunidades. Esto es entender a la pobreza en todas sus dimensiones y saber que la educación y el trabajo son los dos pilares fundamentales que permiten a cada niño salir de la situación de pobreza”, afirmó la ministra.
Estas privaciones se manifiestan de manera diferente en cada rincón del país. En la Patagonia, están vinculadas al frío y al aislamiento. En Cuyo, en cambio, se notan en el olvido de los pueblos que están en riesgo de desaparecer y en la ruptura de las economías locales. En el Impenetrable Chaqueño, lo que más falta es la comida y el agua.
“Hace años sostenemos que la pobreza infantil es una deuda: es hora de pasar a la acción. Y para eso necesitamos dimensionar el problema y visibilizarlo. Analizar las privaciones que sufren los chicos, conocer donde viven, sus sueños y sus proyectos; es corporizar la desigualdad y traducir las estadísticas en los nombres propios”, reclamó Sebastián Waisgrais, especialista en Monitoreo e Inclusión Social de Unicef Argentina.
Para Waisgrais, cuando se mide solo la pobreza monetaria, quedan afuera dimensiones vitales como los controles de salud de la madre y su nivel educativo pero también otras vinculadas con el tiempo libre de los chicos. “La medición multidimensional es vital para desarrollar políticas públicas que además de hacer transferencias monetarias directas, contemplen acciones focalizadas en otras dimensiones como el saneamiento o la exposición a la violencia”, agregó Waisgrais.
José Sandovare tiene 15 años y vive en el asentamiento Las Talas, a 5 kilómetros de la ciudad de Caucete, en San Juan. Ni su mamá ni su papá terminaron el colegio. Él quiere completarlo para ser policía, un sueño compartido por muchos otros chicos. En su casa no tiene ni luz ni agua, por lo que tiene que tomar la del canal o juntar en tachos la que deja la municipalidad. Lo que más lo desespera es que ninguno de sus padres tiene trabajo y sobreviven con la AUH. Él, como tantos niños del país, tiene parte de su futuro hipotecado.
“¿Cuáles son las peores situaciones para un chico? Cuando su papá o mamá no tienen trabajo, porque la AUH u otro plan te saca de la indigencia pero no de la pobreza”, dijo Waisgrais.
La mala noticia es que la coyuntura actual contribuye a profundizar las brechas. Los especialistas coinciden en que la recesión, la inflación, la devaluación y el aumento de tarifas tendrán un correlato negativo en los niveles de pobreza.
“Seguramente, la pobreza por ingresos va a tener otro rebote. Los otros indicadores tienen una evolución que es lenta, y son claramente las políticas de gran escala las que cambian las estadísticas. Y lo que se ve es que se van ampliando las desigualdades en el país”, dijo Tuñón.
Esa tendencia negativa es compartida por Unicef. “Cuando tenemos estos cimbronazos, los pobres estructurales son los más afectados porque tienen menos posibilidades de defenderse”, explicó Waisgras.
El Gobierno reconoce que si bien 2018 arrancó con una baja de la pobreza, algunos pronósticos indican que la tendencia podría frenarse. “Esto tiene que ver con un piso difícil de penetrar, como la pobreza intergeneracional”, explicaron desde Desarrollo Social.