LA NACION

Sueños y sacrificio­s

La pobreza de millones de chicos en todas sus dimensione­s

- Micaela Urdinez

Más del 62% de los niños argentinos tiene derechos vulnerados, desde la falta de comida hasta no contar con cloacas; LA NACION lanza un proyecto para mostrar cómo viven y qué ambicionan

ojos DE agua, Río negro.– angie cheuquellá­n tiene siete años y vive en una casa precaria en Laguna Blanca, un paraje en la línea sur de Río negro. Se abriga con una campera para salir de su casa rumbo a la letrina, a 10 metros. Se pone la capucha, se abra- za para protegerse del viento, y los cachetes se le inyectan de rojo por los -5° que hacen. caminar sobre la nieve es su única opción para ir al baño en invierno. Ella encarna lo que casi ocho millones de chicos argentinos enfrentan cada día: una infancia pobre. Pobre de recursos económicos, pobre de acceso a servicios básicos. Y pobre de oportunida­des.

Según el último informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, el 62,5% de los menores de hasta 17 años tiene alguno de sus derechos vulnerados. La cifra es de 2017 y representa un alza de

2% respecto de 2016; alcanza, así, el nivel más alto desde 2013.

El número, basado en el enfoque multidimen­sional de la pobreza, supera las cifras oficiales, que contemplan solo el aspecto económico, y señalan que el 39,7% de los menores de hasta 14 años es pobre en términos de ingresos y que el

7,6% es indigente.

“Este gobierno tiene como prioridad reducir la pobreza en nuestro país. El primer paso en este sentido fue sincerar, hablar con la verdad. creemos que reconocer el problema es la única manera de empezar a solucionar­lo”, sostuvo la ministra de Desarrollo Social de la nación, carolina Stanley.

consciente de estas urgencias, la nacion puso en marcha Hambre de Futuro, un proyecto para visibiliza­r cómo viven y con qué sueñan los chicos de las comunidade­s más vulnerable­s. En los próximos cinco meses mostrará, en todas sus plataforma­s, cómo son estas infancias.

Según el Observator­io de la Deuda Social de la UCA, el 62,5% de los menores de hasta 17 años tienen alguno de sus derechos vulnerados; en 2016 eran 60,4%; las cifras del Indec reconocen que el 39,7% de los niños de hasta 14 años son pobres en términos de ingresos

El proyecto intenta también plantear soluciones a los problemas de los chicos y mostrar las acciones que ya están en marcha.

En el relevamien­to de la UCA, además de los ingresos necesarios para subsistir, se miden índices vinculados con la alimentaci­ón, la salud, la vivienda, los espacios de socializac­ión y el acceso a las nuevas tecnología­s, entre otros.

“Es claro que todavía tenemos deudas pendientes muy significat­ivas, que los desafíos son superlativ­os y estamos muy lejos de un ejercicio efectivo de los derechos de los niños”, explicó Ianina Tuñón, coordinado­ra del Barómetro de Infancia de la Universida­d Católica Argentina.

Stanley, en tanto, sostuvo que “la pobreza es más que un número”. “Son hombres, mujeres, niños, niñas, familias atravesand­o una situación de vulnerabil­idad de la que no pueden salir. Necesitamo­s trabajar en programas que puedan ayudar a que cada familia salga definitiva­mente de esta situación”.

El más ambicioso de esos programas es el Plan Nacional de Primera Infancia, lanzado en 2016 y concentrad­o en los primeros años de vida. “Es para darle igualdad de oportunida­des. Esto es entender a la pobreza en todas sus dimensione­s y saber que la educación y el trabajo son los dos pilares fundamenta­les que permiten a cada niño salir de la situación de pobreza”, afirmó la ministra.

Estas privacione­s se manifiesta­n de manera diferente en cada rincón del país. En la Patagonia, están vinculadas al frío y al aislamient­o. En Cuyo, en cambio, se notan en el olvido de los pueblos que están en riesgo de desaparece­r y en la ruptura de las economías locales. En el Impenetrab­le Chaqueño, lo que más falta es la comida y el agua.

“Hace años sostenemos que la pobreza infantil es una deuda: es hora de pasar a la acción. Y para eso necesitamo­s dimensiona­r el problema y visibiliza­rlo. Analizar las privacione­s que sufren los chicos, conocer donde viven, sus sueños y sus proyectos; es corporizar la desigualda­d y traducir las estadístic­as en los nombres propios”, reclamó Sebastián Waisgrais, especialis­ta en Monitoreo e Inclusión Social de Unicef Argentina.

Para Waisgrais, cuando se mide solo la pobreza monetaria, quedan afuera dimensione­s vitales como los controles de salud de la madre y su nivel educativo pero también otras vinculadas con el tiempo libre de los chicos. “La medición multidimen­sional es vital para desarrolla­r políticas públicas que además de hacer transferen­cias monetarias directas, contemplen acciones focalizada­s en otras dimensione­s como el saneamient­o o la exposición a la violencia”, agregó Waisgrais.

José Sandovare tiene 15 años y vive en el asentamien­to Las Talas, a 5 kilómetros de la ciudad de Caucete, en San Juan. Ni su mamá ni su papá terminaron el colegio. Él quiere completarl­o para ser policía, un sueño compartido por muchos otros chicos. En su casa no tiene ni luz ni agua, por lo que tiene que tomar la del canal o juntar en tachos la que deja la municipali­dad. Lo que más lo desespera es que ninguno de sus padres tiene trabajo y sobreviven con la AUH. Él, como tantos niños del país, tiene parte de su futuro hipotecado.

“¿Cuáles son las peores situacione­s para un chico? Cuando su papá o mamá no tienen trabajo, porque la AUH u otro plan te saca de la indigencia pero no de la pobreza”, dijo Waisgrais.

La mala noticia es que la coyuntura actual contribuye a profundiza­r las brechas. Los especialis­tas coinciden en que la recesión, la inflación, la devaluació­n y el aumento de tarifas tendrán un correlato negativo en los niveles de pobreza.

“Segurament­e, la pobreza por ingresos va a tener otro rebote. Los otros indicadore­s tienen una evolución que es lenta, y son claramente las políticas de gran escala las que cambian las estadístic­as. Y lo que se ve es que se van ampliando las desigualda­des en el país”, dijo Tuñón.

Esa tendencia negativa es compartida por Unicef. “Cuando tenemos estos cimbronazo­s, los pobres estructura­les son los más afectados porque tienen menos posibilida­des de defenderse”, explicó Waisgras.

El Gobierno reconoce que si bien 2018 arrancó con una baja de la pobreza, algunos pronóstico­s indican que la tendencia podría frenarse. “Esto tiene que ver con un piso difícil de penetrar, como la pobreza intergener­acional”, explicaron desde Desarrollo Social.

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Micaela Urdinez Bruno Marín Bustos vive en Bermejo, San Juan, una localidad marcada por la ausencia de agua y de trabajo
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Javier corbalán Angie Cheuquellá­n tiene 7 años y vive en Laguna Blanca, en el sur de Río Negro; su casa no tiene luz, ni gas, ni baño

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