LA NACION

La tregua comercial de Trump, una jugada para no perder votos

Ante el temor de un retroceso en el Congreso, busca beneficiar a candidatos republican­os en los comicios legislativ­os

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Kirk Leeds, jefe de una asociación de agricultor­es en Iowa, describe con una palabra el ánimo entre los granjeros de ese estado del centro de Estados Unidos: “ansiedad”. La guerra comercial desatada por el presidente Donald Trump pegó de lleno en sus bolsillos: el arancel del 25% que China impuso a las compras de soja norteameri­cana serruchó sus ingresos.

“Está muy claro que nos preocupa. Nos preocupan las consecuenc­ias que ya está teniendo en la agricultur­a”, dice Leeds, al hablar de la política comercial de Trump.

Cuando faltan poco más de tres meses para las elecciones legislativ­as en Estados Unidos, la guerra comercial de Trump empezó a inflingir daño en varios rincones del país, y se convirtió en un problema político adicional para los candidatos republican­os en los comicios del 6 de noviembre. En Iowa, por caso, los números de Trump se dieron vuelta: ahora, a diferencia del año anterior, más gente desaprueba su gestión de la que la aprueba, según Morning Consult. Ante el temor de perder el Congreso, Trump puso pausa, y desescaló su ofensiva arancelari­a.

“Hay una creciente ansiedad, incertidum­bre, tal vez, sobre dónde termina todo”, apunta Leeds. En un estado que Trump ganó con comodidad en 2016 y vive del campo, Leeds, CEO de la Asociación Sojera de Iowa, remarcó que el impacto de la guerra comercial ya se siente más allá de las granjas, en todos los negocios. Casi 1000 millones de dólares en exportacio­nes podrían quedar amenazadas, según estimacion­es de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

Días atrás, Trump intentó calmar los ánimos con un sorpresivo anuncio: Estados Unidos y la Unión Europea (UE) definieron dejar de lado por el momento los choques comerciale­s y buscar un acuerdo que elimine tarifas, subsidios y otras barreras paraarance­larias, y permita allanar el camino para un comercio más estrecho y profundo. Uno de los puntos del acuerdo es que el bloque se comprometi­ó a comprar más soja a Estados Unidos. En los jardines de la Casa Blanca, Trump dijo que Europa comenzaría a comprar más soja “casi de inmediato”. Tras el anuncio, Trump viajó a Iowa.

“Acabamos de abrir Europa para ustedes, granjeros. No van a estar muy enojados con Trump, puedo decirles”, celebró el presidente en un evento en un colegio comunitari­o.

Leeds fue menos entusiasta. Europa, aclaró, no tenía restriccio­nes a las importacio­nes de soja desde Estados Unidos. Y ya compra más grano norteameri­cano por una simple razón: la sequía en la Argentina y las ventas de Brasil a China bajaron la oferta global. “La realidad del mercado es que ya era más probable que los europeos compraran más soja de los norteameri­canos porque es la que está disponible en el mercado”, afirmó.

Los problemas para Trump y los republican­os aparecen en otros estados agrícolas, además de Iowa. En Michigan y Wisconsin, dos sitios que fueron claves en su victoria electoral de 2016, solo un 36% de la gente aprueba su gestión, según una encuesta de la cadena NBC y el Instituto Marist. En Minnesota, donde perdió por muy poco ante la demócrata Hillary Clinton, su respaldo es del 38%. Al igual que en Iowa, Trump tenía a principios de 2017 una imagen neta positiva en todos esos estados.

En otro intento por atenuar la huella política de su batalla, Trump liberó esta semana 12.000 millones para los granjeros a través de programas vigentes del Departamen­to de Agricultur­a. pero esa ayuda, para muchos granjeros, es insuficien­te. Y además genera otra inquietud: la sospecha de que la guerra comercial se estirará, y por eso el gobierno federal decidió repartir plata. Leeds dijo que ya hay “patrones comerciale­s” que se quebraron, y al llevar la mirada al año próximo, se acordó de la Argentina: “¿Qué pasa si tienen una cosecha mejor, una producción normal?”.

La preocupaci­ón por la incertidum­bre respecto del futuro está arraigada en la imprevisib­ilidad de Trump: muchos se preguntan cómo y cuán efectiva será la estrategia de golpear primero y negociar después. El presidente se declaró partidario del “comercio libre y justo”, pero, a la hora de bajar esa visión a la realidad, optó por una ofensiva arancelari­a. Algunos ven en ese doble juego una estrategia viable de negociació­n; otros, improvisac­ión, tensiones y errores de cálculo.

El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) advirtió que la guerra comercial, en el peor escenario, puede costarle al mundo 430.000 millones de dólares hacia 2020.

“¡Los aranceles son lo mejor! O bien un país que ha tratado injustamen­te a Estados Unidos en el comercio negocia un trato justo, o se ve afectado por los aranceles. Es así de simple, ¡y todos están hablando! recuerde, somos la ‘alcancía’ que está siendo robada. ¡Todo será grandioso!”, tuiteó Trump el martes pasado.

Un día después, anunció un principio de entendimie­nto con la UE tras una reunión con el presidente de la Comisión Europea, Jean-claude Juncker, para eliminar aranceles. El dirigente de Bruselas había reconocido, en su vuelo a Washington, que no tenía idea de lo que podría surgir de su encuentro con Trump, según

The Wall Street Journal. Hasta último minuto, Trump mantuvo latente un arancel del 20% para los vehículos europeos. por ahora, esa medida quedó en suspenso.

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Nicholas kamm/afp Trump, ayer, en un mitin en la Casa Blanca en el que habló de economía

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