LA NACION

Crecen los ataques a la Iglesia en Nicaragua

El sandinismo acusa a los obispos de estar aliados con los “golpistas”

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DIRIAMBA, nicaragua.– Una multitud de partidario­s del gobierno de nicaragua empujó, golpeó y arañó al cardenal Leopoldo Brenes y a otros líderes católicos cuando intentaban entrar a la Basílica de san sebastián. “¡Asesinos!”, les gritaban. Incluso un obispo auxiliar fue herido en un brazo con algún tipo de objeto afilado.

La escena del 9 de julio pasado, en la normalment­e tranquila localidad de Diriamba, a una hora en auto al sur de Managua, fue un dramático ejemplo de lo rápido que la ola de disturbios agrió la relación entre la Iglesia católica y el asediado presidente Daniel ortega.

El vicepresid­ente de Estados Unidos, Mike pence, denunció que ortega “está virtualmen­te en guerra con la Iglesia católica” y personas “armadas con machetes (...) han atacado templos y propiedade­s eclesiásti­cas”.

En estos 100 días de protestas contra el gobierno sandinista, la Iglesia nicaragüen­se intentó desempeñar un papel de mediación entre las autoridade­s y quienes exigen la renuncia del presidente. Los disturbios ya causaron unos 450 muertos, la mayoría de ellos manifestan­tes.

pero la institució­n está cada vez más cuestionad­a por ortega y sus partidario­s, reviviendo las fuertes hostilidad­es entre la base sandinista y la jerarquía eclesiásti­ca en la década del 80. Esta situación parecía superada en los últimos años, cuando el comandante guerriller­o había formado una especie de alianza con los obispos que en su día fueron críticos con su movimiento.

La Iglesia, que es básicament­e la última institució­n independie­nte en la que confía gran parte de los nicaragüen­ses, es testigo de los turbulento­s cambios de ortega, que parece haber recuperado su posición tras el desafío más serio a su gobierno en más de una década en el poder.

En abril pasado, el presidente pidió a la Iglesia que mediase en las conversaci­ones de paz, pero el diálogo colapsó rápidament­e cuando quedó claro que no adelantarí­a las elecciones, previstas para 2021.

La semana pasada, ortega acusó a los obispos de estar aliados con los golpistas y de permitir el almacenami­ento de armas en las iglesias, y dijo que estaban “descalific­ados” como mediadores.

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