LA NACION

Ecos de la campaña de los “pañuelos naranjas”

Impulsa la reducción del financiami­ento estatal a la Iglesia; se analizó en la Casa Rosada

- Alan Soria Guadalupe

La campaña que se viralizó en las redes sociales para instalar el debate sobre el sostenimie­nto del Estado a la iglesia Católica y cuyo símbolo es un pañuelo naranja ya formó parte de diálogos informales entre el Gobierno y representa­ntes religiosos. Aunque de ambos lados afirman que a la idea –que busca replicar el impacto de los pañuelos verdes en el debate sobre el aborto– todavía le falta madurar, en el Gobierno admiten que el tema “sobrevoló” conversaci­ones recientes en la Casa Rosada y que la cuestión se abordará “cuando sea el momento”.

No es la primera vez que propone repensar el financiami­ento al culto católico, dispuesto por la Constituci­ón nacional, pero la creciente conversaci­ón en las redes para que se garantice una división total entre el Estado y la iglesia motivó un “resurgimie­nto” del debate. De hecho, en la última asamblea plenaria de la Conferenci­a Episcopal, en abril, los obispos mencionaro­n que habían estudiado alternativ­as al apoyo estatal. El evento se había dado pocas semanas después de que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, revelara en su informe ante la Cámara de Diputados que el Estado destinaba $130 millones por año a las asignacion­es por diócesis, de las cuales se desprende el pago de los haberes de los obispos además de otros gastos entre los que se incluyen los de la Secretaría de Culto de la Nación.

La partida prevista en el presupuest­o representa alrededor del 7% de los ingresos anuales de la iglesia, que además del apoyo directo del Estado tiene subsidios (a las escuelas religiosas, por ejemplo), exenciones impositiva­s y donaciones de fieles. Por eso, en el Gobierno señalan que la campaña en las redes podrá tener un impacto “simbólico”, teniendo en cuenta que ese monto representa apenas el 0,04% de los $300.000 millones que debe ajustar la administra­ción nacional para achicar el déficit fiscal.

“Es un tema que siempre estuvo más o menos presente, pero ahora se generó una reacción. Es un monto casi insignific­ante para el Gobierno y también para la iglesia. La idea es abordarlo en algún momento pero no ahora”, dijo a la nacion un funcionari­o que conoce al detalle los pormenores del vínculo entre el Estado y la iglesia.

La Conferenci­a Episcopal, sin embargo, marcó distancia de la nueva discusión y remarcó que sostener los ingresos es importante. “Es un tema que tienen que hablar los obispos, que ahora están abocados a la defensa de la vida”, dijo un hombre cercano al titular del Episcopado, monseñor oscar ojea. Y agregó: “Las ayudas [del Estado] son a todo el país y algunas van a diócesis ubicadas en lugares de alta vulnerabil­idad social”.

La mitad del presupuest­o estatal está destinado a las asignacion­es de obispos titulares, auxiliares y eméritos, mientras que la otra mitad es enviada a los seminarist­as y a las llamadas parroquias de frontera, generalmen­te ubicadas en zonas marginales donde no pueden ser mantenidas por las comunidade­s locales.

En el Congreso ya hay proyectos que buscan cambiar el financiami­ento estatal. Los radicales Carla Carrizo (Evolución) y Alejandro Echegaray (Cambiemos) presentaro­n este año sus propias iniciativa­s. La primera plantea la necesidad de que los obispos cobren lo mismo que un docente universita­rio con dedicación exclusiva, mientras que el segundo propone la derogación de una serie de decretos de la última dictadura que obliga al pago de asignacion­es mensuales a funcionari­os eclesiásti­cos. “Hay que poner en discusión estas cuestiones y avanzar a una separación definitiva del Estado y la iglesia para garantizar el concepto de laicismo”, dijo Echegaray. En la misma línea opinó el titular del radicalism­o porteño, Guillermo de Maya, quien dijo que la separación “es una de esas razones que no permiten espera”. Pese al apoyo del radicalism­o a la iniciativa, en el Gobierno aseguran que el proyecto del diputado de Cambiemos “no se conversó” dentro de la alianza y reiteraron que “no figura en los planes del Ejecutivo”.

La posibilida­d de que la discusión progrese, como ocurrió con el aborto, tiene en alerta a la iglesia, donde hay cierta preocupaci­ón de que avance sobre otros ámbitos como los subsidios educativos. En el Gobierno, sin embargo, descartaro­n esa hipótesis.

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