LA NACION

El Internacio­nal, un pop-up de 3 días en Buenos Aires

Este fin de semana podrá visitarse en el Faena Art Center la sucursal del restaurant­e icónico de la escena artística neoyorquin­a de los años 80

- Rodolfo Reich

Es necesario imaginar esa Nueva York de los años 80. Exagerada, violenta y sucia, pero a la vez profundame­nte experiment­al, con comunidade­s artísticas repletas de transgresi­ón, ideas y un humor muchas veces salvaje. Las calles del bajo Manhattan –lo que recién años más tarde pasaría a llamarse Tribeca– comenzaban a heredar cierto glamour del vecino Soho. Los viejos almacenes y depósitos eran ocupados por artistas plásticos, músicos, actores. Es allí, en el 219 W. Broadway, donde una pareja catalana formada por el artista plástico Antoni Miralda y la cocinera Montse Guillén abrió en 1984 El Internacio­nal Tapas Bar and Restaurant, que de inmediato se convirtió en un ícono urbano –en tándem espiritual y barrial con la discoteca Palladium–, mix entre happening en continuado y restaurant­e, por cuyas mesas pasaron Andy Warhol, Pina Bausch, Robert de Niro, David Byrne, Umberto Eco, Diane Keaton, Keith Haring, Grace Jones, David Lynch, Frank Zappa, y muchos más.

Ese es el espíritu que busca recrear El Internacio­nal, proyecto artístico que puede verse hasta este domingo himi de atún, las croquetas de molleja, la empanada de yacaré o el delicioso beef tartare de cordero y huevo de codorniz, entre muchos otros.

Paul Qui, el chef estrella detrás de los principale­s fuegos de esta muestra es, desde hace algunos años, uno de los grandes cocineros y niño mimado de la gastronomí­a estadounid­ense. Ganador del prestigios­o pre- James Beard en 2012 y del reality Top Chef en 2011, su carrera entró en sombras hace dos años, cuando fue acusado (y apresado) por un episodio de violencia de género contra su novia. Qui entró luego a una clínica de rehabilita­ción, muchos de sus restaurant­es cerraron, otros perdieron clientela, y él debió optar por el bajo perfil, del que de a poco va emergiendo. Hace un par de meses, el juicio quedó desactivad­o, ya que la víctima decidió no presentar cargos.

Volviendo a la muestra, allí, bien visibles, se materializ­an varias referencia­s de lo que supo ser El Internacio­nal original: la gran pared empapelada en vinílico con un patrón blanco y negro de estilo dálmata (así era el frente de piedra del restaurant­e en Nueva York); la barra con los monumentos de Colón y sus muy pop Blue Margaritas servidos por los bartenders; el pasillo de entrada alfombrado de banderas de diversos países con concierge incluido recibiendo a los invitados; la inconfundi­ble corona de la Estatua de la Libertad en formato pop y extra large, donde cada pico funciona como palito de brochette para enormes frutas multicolor­es, y las lámparas con forma de ostras.

Miralda es considerad­o por mucho como un artista del color, y justamente el color es omnipresen­te en esta muestra: desde los labios pintados de azul de las camareras hasta el azul de la reversión del Margarita, creado por el bartender Ramiro Ferreri; desde los manteles vinílicos repletos de frutas de las mesas a los infinitos detalles cromáticos presentes en cada uno de los platos. En su momento El Internacio­nal supo ser el primer restaurant­e en llevar las tradiciona­les tapas españolas a los Estados Unidos. La cocina de Guillén, lejos de ser experiment­al, buscaba replicar sabores conocidos en la península ibérica, desde la tortilla de papa a los calamarett­is con pimentón.

La muestra es abierta al público, con entrada libre. Por $200 puede, además, degustarse un cóctel y una tapa; y por $500, el combo incluye cuatro tapas y un Blue Margarita. Los tickets para la comida se pueden comprar en el lugar o en www. faenaart.org. Y si bien la inauguraci­ón fue el jueves, este fin de semana incluye dos highlights que vale la pena destacar. Hoy hay una convocator­ia especial para que vayan gemelos, vestidos y peinados iguales (también se llama a parejas que respeten esta misma consigna), en un homenaje a la noche Face to Face que Miralda realizó en 1986, con 60 parejas de gemelos sentados a la mesa. Esta idea culmina con una cena optativa de lujo a $2500 el menú de tres pasos. Y mañana domingo, además de la muestra y las tapas de cada día, se suma la murga La locura de Boedo, que bajará por la calle Azucena Villaflor y entrará en la sala a pleno bombo y platillo. ¿Quién dijo que el posmoderni­smo ha muerto? 29 de julio en el Faena Art Center, en Puerto Madero. Con la presencia y conducción de sus creadores originales, sumando al premiado cocinero invitado filipino Paul Qui y a los chefs locales Marina Carluccio y Emiliano Yulita, la sala del Faena se convierte en un fugaz restaurant­e de tapas creativas. El menú incluye una empanada negra de morcilla, el sasmio

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Peter aaron Este proyecto artístico puede verse hasta este domingo inclusive

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