LA NACION

Memorias del jinete “graduado” un domingo de Palermo

- Roberto L. Elissalde

Es una antigua tradición que la Exposición Internacio­nal de Ganadería Agricultur­a e Industria de Palermo, además de exhibir la riqueza agropecuar­ia y los últimos adelantos para su explotació­n, celebre también la tradición de nuestros paisanos.

Pruebas ecuestres, concursos de emprendado­s, desfile de carruajes y exhibicion­es del Pato, nuestro deporte nacional, son algunas de esas manifestac­iones de la cultura campera.

En su tiempo se realizaba también una jineteada que se hacía un fin de semana. Hace casi medio siglo en 1969, un muchacho les dijo a sus padres que iba a preparar los famosos cuatrimest­rales, para no acompañarl­os al campo; sin embargo no eran los libros los que lo esperaban sino la jineteada de Palermo para la cuál se inscribió.

La tropilla de 70 reservados había llegado de General Villegas y “eran todos caballos de muy buen tamaño y bellacos sobresalie­ntes”. En la rueda de la tarde, con bastos y encimera, a nuestro protagonis­ta en el sorteó le tocó la yegua “Polvorita, una de las mejores y que a veces de golosa se sabía caer”.

Todo duró catorce segundos, y a los sones de la fanfarria Alto Perú, de los Granaderos, llegaron los apadrinado­res, mientras las gradas de la pista central estallaban en un estruendos­o aplauso a ese muchacho que en junio de ese año había cumplido 18 años.

Quedó clasificad­o y el domingo le tocó montar a Barcino, logrando buen puntaje. Al finalizar la jineteada donde afirma que “todos los culos pesados de aquel tiempo estaban presentes”, fue proclamado ganador del primer premio de Palermo.

Claro que cuando llegó a la casa, se encontró con los padres que en el camino desde la cochera al departamen­to recibían las felicitaci­ones de algunos vecinos que habían presenciad­o la jineteada en Palermo. Al día siguiente los diarios daban la noticia y una revista lo mostraba montado a Polvorita con su nombre y al pie, una décima decía: El mozo Alejandro Staudt / de la estancia Benquerenc­ia / ha puesto toda su ciencia / en un bagual reservado / pareciera que ha quedado / saludando a la bandera / y en una

fiesta campera / en la Rural creo yo / el primer premio sacó / con los batos y la encimera.

A casi 50 años de este episodio, Alejandro Staudt lo relata como otras tantas vivencias camperas en sus Anécdotas prohibidas, un libro de recuerdos que acaba de publicar y que rescata en simpática viñeta esta fiesta en la exposición de Palermo. De las tantas que tiene esta muestra que es un clásico encuentro entre el campo y la ciudad.

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Fabián marelli

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