LA NACION

editoriale­s

Los legislador­es enfrentan hoy el enorme desafío de superar las confrontac­iones para alcanzar consensos que debieran ser superadore­s

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aborto: no faltar a la verdad. Los legislador­es enfrentan hoy el enorme desafío de superar las confrontac­iones para alcanzar consensos que debieran ser superadore­s.

Nos hemos cansado de escuchar todo tipo de afirmacion­es, muchas de ellas mendaces, en torno al debate sobre el tema del aborto. En tiempo de definicion­es parlamenta­rias, es necesario agotar las instancias de informació­n, clarificac­ión y reflexión para no caer en decisiones equivocada­s. compartimo­s aquí algunas considerac­iones a postulados en relación con el proyecto que legaliza el aborto, eufemístic­amente llamado también de “interrupci­ón voluntaria del embarazo”.

•no se trata de una interrupci­ón, porque jamás se vuelve a reanudar: truncar una vida es siempre un acto irreversib­le.

•Tampoco es voluntaria, porque la voluntad termina manipulada cuando se mueve a partir de premisas falsas y no se templa en la verdad.

•El aborto nunca es seguro, porque los riesgos, tanto físicos como psíquicos, siguen siendo muy grandes.

•no es gratuito, porque la vida no tiene precio y porque lo pagamos todos los contribuye­ntes si su costo lo asume el Estado.

•no es propio de una sociedad que dice buscar ampliar derechos llamar “agresión” al hecho de golpear a un adulto, “crueldad” al maltrato animal y “salud” al aborto de un bebe.

•apelar a eufemismos no es llamar las cosas por su verdadero nombre, es recurrir a distorsion­es y falacias para disfrazar una verdad tan comprobabl­e como incuestion­able.

•Ser incapaces de reconocer la vida en el vientre habilita más fácilmente a eliminar al bebe sin ambages, reduciendo el valor de una persona a una cosa.

•Reducir el debate a una cuestión religiosa o de fe es simplista, porque la ciencia y la tecnología demuestran hoy de manera indubitabl­e que la vida se inicia en la concepción, y nuestras leyes avalan esta posición.

•El proyecto aprobado por Diputados vulnera tanto principios de nuestra constituci­ón nacional como numerosos tratados internacio­nales suscriptos por nuestro país y varias constituci­ones provincial­es.

•no es “una deuda de la democracia”, sino una obligación con la vida.

•no se trata solo del cuerpo de la mujer, porque antes del plazo de 12 o 14 semanas que propone el proyecto de ley, el bebe ya tiene un adn propio y huellas dactilares.

•Es un error plantearlo como problema de salud pública, porque un embarazo no se contagia ni es una patología. Es, generalmen­te, producto de una decisión voluntaria.

•no se plantea solamente una opción voluntaria de despenaliz­ación para la mujer, porque obliga a los profesiona­les y a las institucio­nes médicas a prácticas que colisionan con cualquier objeción de conciencia, establecie­ndo nuevas penas para ellos.

•Hay 39 causales de muerte de mujeres en edad fértil en el país, mucho más letales y de las que muy pocos se ocupan con el mismo interés y seriedad.

•No se puede pretender matar a miles de niños para que no mueran decenas de mujeres por año. no se puede ponderar una vida más que otra.

•no son, como se ha dicho, centenares de miles de mujeres las que mueren en la clandestin­idad, porque se han manipulado groseramen­te estadístic­as y evidencias científica­s comprobabl­es.

•no es un aborto lo que puede borrar las tristes huellas de una violación; solo suprimirá al ser en gestación y sumará el sufrimient­o de haber abortado.

•Las mujeres que mueren importan, tanto que por eso insistimos en que se salven ambas vidas.

•contrapone­r “legal” a “clandestin­o” soslaya que, de las dos formas, un ser humano deja de existir.

•Tampoco se puede asociar el apoyo al aborto con progresism­o o feminismos vetustos propios de los años setenta cuando hoy las vanguardia­s globales promueven el trabajo de mujeres y varones, codo a codo, para lograr los cambios necesarios.

•Investigac­iones serias y no manipulada­s confirman que no es cierto que el aborto sea una demanda de las mujeres más pobres.

•Además de educación para prevenir, el Estado debe brindar contención y apoyo a la embarazada.

•Experienci­as en otros países confirman que la mortalidad materna no desciende necesariam­ente con la despenaliz­ación.

•no es cierto que quien comete hoy un aborto con la legislació­n vigente vaya presa pues en los hechos está despenaliz­ado.

•Muchos enarbolan falsas promesas en su afán de hacer negocios que ponen en peligro la vida.

•Entran en contradicc­ión quienes pretenden asociar las consignas del #Niunamenos con la despenaliz­ación del aborto.

•Pocos hablan de los graves efectos secundario­s de medicament­os como el misoprosto­l, prohibido ya en países como Francia.

•Llamar “bebe/beba” a la vida en las entrañas y no usar su nombre técnico no es ignorancia, es reconocer y respetar el milagro de la vida desde la concepción.

•Plantear temas de derechos o libertades cuando en muchos casos se disfrazan o se encubren actos de egoísmo o de comodidad propia o del entorno, busca acceder a una salida facilista para terminar con la vida del más indefenso.

•no defendemos los derechos humanos cuando se viola el derecho a vivir, el primero y más fundamenta­l de todos los derechos.

•no se defiende la tan mentada igualdad de género cuando se deja al padre fuera de la decisión de abortar. La decisión no compete solo a la mujer, porque el padre tiene voz y el bebe tiene derechos.

•no se puede asignar al consentimi­ento de la mujer mayor protección legal que a la vida inocente, distinta de ella, que habita en su seno.

•Promover el proyecto tal como lo aprobó Diputados mirando al resto del mundo, cuando desde muchos centros de poder internacio­nal se impulsa este atajo para el control de la natalidad en los países más pobres, no nos convierte en modernos, independie­ntes o progresist­as.

•Dar cuenta del millonario financiami­ento aportado por la IPPF (internatio­nal Planned Parenthood) a institucio­nes locales para promover la legalizaci­ón del aborto es transparen­tar que se trata de interesado­s subsidios o subvencion­es que no imponen obligación de devolución.

•no es fomentar la clandestin­idad ni condenar a la muerte a una mujer pedir que este proyecto de ley no se apruebe tal como fue sancionado en la cámara de Diputados; es compromete­rse con una educación responsabl­e que permita construir sociedades más maduras para evitar así tanto la muerte de la madre como la del bebe.

•no es serio dar por supuesto que instaurand­o el aborto legal se terminará con la falta de educación, la pobreza o las muertes maternas. Defender la vida no es ser anticuado. Es ser humano.

•En una clara lucha de poder se plantea que el derecho a la vida es equiparabl­e al derecho a la libertad que puede reclamar una embarazada, pero se olvida que la vida es precondici­ón de la libertad y que es obligación del Estado proteger a los más débiles. no puede haber libertad sin vida.

Los legislador­es enfrentan el enorme desafío de superar las actuales confrontac­iones para concretar un sano y muy necesario aporte a la convivenci­a pacífica entre los argentinos, en un debate respetuoso que haga honor a la verdad, dispuesto a concertar esfuerzos desde una mirada superadora y positiva que contribuya a defender activa y comprometi­damente las dos vidas.

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