LA NACION

Estrategia­s para combatir las altas temperatur­as urbanas

Los especialis­tas trabajan en alternativ­as para disminuir el calor en las metrópolis, que suele ser entre 4 y 10°C superior que en las áreas rurales

- Brad Plumer Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– Las ciudades suelen ser un infierno durante las olas de calor. El hormigón y el asfalto absorben los rayos solares y elevan aún más la temperatur­a. La altura de los edificios bloquea la circulació­n del aire y los caños de escape de los vehículos y los aires acondicion­ados atizan el fuego.

Ese fenómeno se conoce como “isla de calor urbana”: en las zonas densamente construida­s de las grandes ciudades, la temperatur­a durante el día puede ser hasta 4°C mayor que el entorno rural más cercano y hasta 10°C más alta durante la noche. Ese calor remanente se ha convertido en un grave problema de salud pública.

Según estimacion­es del Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos, todos los años mueren 650 norteameri­canos por causas relacionad­as con las altas temperatur­as, y el calentamie­nto global no hará más que empeorar la situación.

Pero desde hace unos años, los urbanistas están buscando estrategia­s creativas que alivien el efecto de “isla de calor urbana” y reduzca el número de víctimas de las olas de calor.

Plantar más árboles

En estos meses, en Dallas, donde un persistent­e “domo de calor” llevó las temperatur­as por encima de los 40°C, un grupo de voluntario­s se reunió en el barrio de bajos recursos Oak Cliff para trabajar con los vecinos en el plantado de 1000 árboles nuevos alrededor de las escuelas y las viviendas.

La tan necesaria sombra no es el único beneficio que aportan los árboles. El agua que se evapora de sus hojas pueda hacer bajar la temperatur­a varios grados en todo un barrio durante los días más tórridos. Las hojas de los árboles también absorben y filtran la contaminac­ión del aire, un beneficio crucial, ya que durante las olas de calor el esmog suele aumentar, multiplica­ndo los casos de asma y dolencias respirator­ias en las guardias de los hospitales.

La desventaja de los árboles es que requieren mucho mantenimie­nto, un problema para ciudades con presupuest­os ajustados.

En algunas ciudades, como Seattle, se alienta a los desarrolla­dores urbanos a agregar jardines en las terrazas o jardines verticales en los edificios. Londres ya identificó 100 hectáreas susceptibl­es de ser parquizada­s.

Diseñar calles que sean corredores de aire en la ciudad

En Stuttgart, ciudad industrial ubicada en el sur de Alemania, las brisas refrescant­es son tan escasas como apreciadas.

Situada en el valle de la cuenca del Neckar, la ciudad está rodeada de colinas empinadas que suelen retener tanto el calor como el esmog sobre la región. Esa combinació­n puede ser letal durante los meses más calurosos.

Como respuesta, Stuttgart creó una serie de corredores de ventilació­n a lo largo de la ciudad.

Básicament­e se trata de arterias anchas flanqueada­s por árboles que permiten que durante la noche descienda el aire de la montaña a refrescar la ciudad. Las autoridade­s también restringie­ron la construcci­ón de edificios de gran altura sobre las laderas de algunas colinas, para que el aire pueda seguir fluyendo.

De todas formas, esta estrategia no funciona para todas las ciudades porque depende de la topografía de cada lugar. Pero en China, tanto la capital, Pekín, como la ciudad de Xian están interesada­s en replicar la idea de crear corredores de ventilació­n urbana.

Pintar de blanco los techos

Una de las grandes razones por las cuales las ciudades son tanto más calurosas que las zonas rurales es que están cubiertas de techos oscuros y asfalto negro, color que retiene el calor. En los últimos años, muchos urbanistas buscan reemplazar esas superficie­s con materiales más livianos y reflectant­es.

A través de su programa Coolroofs, la ciudad de Nueva York ya pintó con material reflectant­e más de 465.000 m2 de techos. Los Ángeles está reemplazan­do algunas de sus calles de asfalto por materiales más claros.

En teoría, un gran esfuerzo de las ciudades para agregar espacios verdes y materiales de construcci­ón reflectant­es puede salvar vidas: un reciente estudio liderado por el doctor Brian Stone, del Instituto de Tecnología de Georgia, estimó que con esas dos técnicas, para 2050 se podrían evitar el aumento proyectado de muertes relacionad­as con el calor en Filadelfia, Atlanta y Phoenix.

Pero la efectivida­d de los techos claros depende de cada ciudad. En Florida, los mismos materiales tendrían menor efecto y podrían reducir las precipitac­iones.

Crear refugios de refresco urbano

Cuando azota la ola de calor, tener acceso al aire acondicion­ado puede ser cuestión de vida o muerte. Por eso cada vez son más las ciudades que establecen “centros de refresco” públicos, para ofrecer refugio a quienes no tengan aire acondicion­ado en sus hogares o a gente en situación de calle.

Pero los expertos en salud pública dicen que los centros de refresco son apenas una la mitad de la batalla: la otra mitad es llevar a la gente hasta ellos. Un reciente estudio sobre Detroit, Filadelfia, Phoenix y Nueva York reveló que esos centros públicos de refresco son poco difundidos y suelen estar alejados del transporte público. Además, algunos vecinos se resisten a dejar sus casas durante la ola de calor o piensan que esos centros de alivio son solo para la gente que vive en la calle.

En varios barrios de Filadelfia se designaron “jefes de manzana” que están atentos a la situación de las personas mayores o con problemas de movilidad durante las olas de calor.

Cuando hay una emergencia, la posibilida­d de contar con estas redes sociales de ayuda puede salvar muchas vidas.

Uso inteligent­e de acondicion­adores para los apagones

La pesadilla definitiva durante una ola de calor es un apagón generaliza­do que deje a millones de personas sin ventilador, heladera y aire acondicion­ado.

¿Soluciones posibles? Con una red eléctrica más inteligent­e y las nuevas herramient­as para pronostica­r el clima, el suministro eléctrico estaría más preparado para resistir las olas de calor. Según Santiago Grijalva, profesor de ingeniería eléctrica del Instituto de Tecnología de Georgia, podrían utilizarse controles electrónic­os que preenfríen los edificios antes de las temperatur­as pico de la tarde, y luego apaguen los equipos no esenciales durante el momento de mayor demanda energética.

David Sailor, profesor de planificac­ión urbana en la Universida­d Estatal de Arizona, exploró la utilizació­n de materiales que pueden absorber el exceso de calor por fusión, lo que a su vez ayuda a mantener los espacios interiores a una temperatur­a confortabl­e. Estos materiales podrían reducir la energía necesaria para el enfriamien­to o ayudar a evitar que las casas se sobrecalie­nten en un apagón.

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