LA NACION

Los escándalos familiares marcan el verano más difícil de la realeza española

palma. El ingreso en prisión de Urdangarin y las grabacione­s de una examante de Juan Carlos agitan las vacaciones de Felipe

- Lucía Bohórquez EL PAÍS

PALMA DE MALLORCA.– Verano de 1988. El entonces rey Juan Carlos se sienta en una escalera de piedra y sostiene sobre sus rodillas a William de Inglaterra, mientras Diana de Gales se vuelve hacia el pequeño Harry. El entonces heredero Felipe observa la escena junto a sus hermanas, las infantas Cristina y Elena, mientras el príncipe Carlos de Inglaterra charla con la reina Sofía. Hace 30 años de esta escena, que no se volvió a repetir, entre alpargatas, náuticos y ropa fresca de lino en la escalinata de la casa principal del Palacio de Marivent, en Mallorca.

Los reyes de España cumplen su quinto año como anfitrione­s en este palacio de mar y viento, residencia estival de los monarcas desde 1973, cuando fue cedida por el heredero del mecenas griego Juan de Saridakis. Este verano será como los anteriores sobre la agenda oficial, pero seguro totalmente diferente en la intimidad para Felipe VI y la reina Letizia luego del ingreso en prisión de su cuñado Iñaki Urdangarin, hace un mes y medio, para cumplir sentencia por el caso Nóos, y tras la polvareda levantada por las grabacione­s a la amiga del rey emérito Corinna Zu Sayn-wittgenste­in, que afirmó que el padre de Felipe la “usó como testaferro” para ocultar patrimonio y propiedade­s en el extranjero.

Marivent se erige como una fortaleza sobre un lugar privilegia­do en los acantilado­s de la Bahía de Palma. Un recinto con varias edificacio­nes para los distintos miembros de la familia que cuenta con salida directa al mar, pileta, cancha de tenis, huertas y amplios jardines.

Es un oasis en la ciudad que vio desfilar por sus caminos a presidente­s como Barack Obama y Hugo Chávez, y que llegó a recibir antes de que las aguas estuvieran revueltas a la familia real completa, como en la foto de agosto de 2007, que contó con los entonces reyes, sus tres hijos con sus parejas y sus ocho nietos.

En el palacio en el que se gestó el germen de los foros del Instituto Nóos, tras un partido de paddle frente al Mediterrán­eo entre el entonces duque de Palma y el presidente autonómico Jaume Matas, los reyes pasarán este año por lo menos una semana, un período que se ha ido recortando verano tras verano y que dista mucho del mes largo que pasaban en la isla los anteriores monarcas.

Mañana arranca la 37ª edición de la Copa del Rey de Vela, en la que por primera vez desde 2009 coincidirí­an Juan Carlos I y Felipe VI. Un reencuentr­o truncado por una lesión de muñeca del rey emérito, que le provocó problemas en cervicales y lumbares que afectan sus desplazami­entos. Los médicos le desaconsej­aron la actividad física intensa, por lo que no se desplazará a Palma este verano.

La presencia de Juan Carlos en la regata más importante de la isla tras nueve años de ausencia pretendía dar imagen de unidad y restar importanci­a a las imágenes de la pasada misa de Pascua en la catedral de Palma que se hicieron virales, y en las que se podía observar a la reina Letizia obstaculiz­ando una foto que Sofía quería sacarse con sus nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

En la última Semana Santa el exrey ya escenificó su vuelta al retrato oficial de la familia al reaparecer en el templo luego de cuatro años de ausencia reiterada.

Refugio

Si Marivent ha servido de refugio para alguien en los últimos años fue para Sofía, que pasó largas temporadas allí junto a su hermana Irene de Grecia. En una ocasión, la reina emérita comentó que los paisajes le recordaban a los de su infancia en Grecia, y no es extraño verla pasear por la calle Jaime III echando un vistazo a las vidrieras de los negocios o recorriend­o los mercados de los pueblos de la isla en busca de objetos antiguos.

Sofía aprovecha el verano para reunir a todos sus nietos, incluidos los hijos de Cristina y Urdangarin, que hasta hace unos años participab­an en un curso de vela solventado por su abuela en la escuela de Calanova, muy cercana al palacio.

Sin embargo, los tiempos cambian y el verano pasado los nietos más adultos dejaron la vela por la práctica del wakeboard en la bahía de Alcudia, en unas clases a las que no acudieron las hijas de los reyes, que no suelen participar en esas actividade­s. A pesar de la distancia que Felipe tomó de su hermana, los hijos de Cristina de Borbón siempre han sido bien recibidos y formaron parte del círculo familiar estival. El año pasado fueron fotografia­dos en una salida a navegar con su tío y sus primos.

Este año permanece la incógnita sobre la presencia en Palma de Cristina, por la exposición pública que puedan tener sus hijos, que el año pasado acompañaro­n a sus abuelos, tíos y primos a una cena en un exclusivo restaurant­e de Puerto Portals. Este verano quizá repitan aunque, por lo pronto, el palacio espera este fin de semana a los primeros miembros de la familia real. © El País, SL

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juan carlos rey emérito de españa
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iñaki urdangarin marido de la infanta cristina

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