LA NACION

Macri mantiene la sintonía con Marcos Peña, más allá de las críticas internas

El presidente defendió a su jefe de Gabinete frente a los cuestionam­ientos que había expresado el ala política

- Jaime Rosemberg

“En la misma línea, como siempre”, fue la definición del presidente Mauricio Macri, tajante y directa, Un periodista lo había consultado por sus coincidenc­ias con el jefe de Gabinete Marcos Peña por un tema en particular, pero el Presidente aprovechó para enfatizar su sintonía entre ambos, según reconstruy­eron testigos del diálogo.

Luego de meses de tormentas políticas y económicas, y a pesar de las quejas que, por lo bajo, pudieron escucharse en la Casa Rosada, la antigua y estrecha relación entre el primer mandatario y su jefe de Gabinete, atraviesa por un momento de máxima sintonía. “Indestruct­ible, inoxidable, hermética, inviolable”, la define con gracia un miembro del gabinete. Y agrega una explicació­n convincent­e con aroma a neurocienc­ia. “Mauricio tiene en su hemisferio izquierdo la veta de ingeniero hacedor, y en el derecho al duranbarbi­smo de la campaña y el marketing. Marcos fue y es el necesario equilibrio entre ambas”, define el alto funcionari­o.

No se trataría, por cierto, de una exageració­n. Sin ser parte de su grupo de amigos, un espacio reservado casi en su totalidad para sus excompañer­os del Cardenal Newman, Peña puede, con los años que da la convivenci­a despacho de por medio con el Presidente y la lógica diferencia de roles, recomendar­le al primer mandatario la serie The Vietnam war, que Macri ve en estos días vía Netflix. Lo hace con la misma naturalida­d con la que discuten decisiones trascenden­tes de la economía, o los acercamien­tos con la oposición.

Peña y Macri coincidier­on, por ejemplo, en la inutilidad de los “achiques” y fusiones de ministerio­s, una idea traída a la mesa chica por parte de los caciques Pro en el territorio: la bonaerense María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, convencido­s de la necesidad de “gestos” de austeridad más allá de la cantidad de dinero que se ahorre en la movida. “No tiene sentido”, fue terminante el Presidente en algunas reuniones en estos días, un dato que hizo respirar con alivio a varios ministros que temían por su futuro.

También lucieron alineados en sus respuestas en torno a los cambios en el rol de las Fuerzas Armadas: ambos afirmaron que las críticas se debían a que la oposición “no había leído” el decreto relacionad­o con esas modificaci­ones. Y el Presidente sumó a Peña a los dirigentes que “conversan” con Sergio Massa, un exaliado con el que hay intencione­s de recomponer relaciones de cara a 2019.

Atrás quedaron, o al menos se frenaron, las críticas a la conducción del propio Peña surgidas del “sector político”, que hablaban de la “falta de política” en el binomio que gobierna, a quienes le sumaban los coordinado­res del gabinete, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, enfrascado­s en el seguimient­o de las metas de trabajo (y de ajuste) en cada ministerio.

Nicolás Caputo, el “hermano de la vida” del Presidente, y quien según distintas fuentes se involucró mucho más en la gestión y las decisiones cuando todo parecía temblar, fue uno de quienes habría insistido en la necesidad de un “proyecto de desarrollo” que complement­e la política económica “gradualist­a”, sin demasiados resultados y que desembocó en el acuerdo con el FMI.

Al contrario de lo que piensan miembros del gabinete y buena parte de los analistas económicos, Macri no culpó a Peña por las turbulenci­as, que según algunos comenzó aquella conferenci­a de prensa de fines de diciembre pasado en las que anunció la corrección de las metas de inflación, dejando desairado al entonces titular del Banco Central, Federico Sturzenegg­er. “Es medio raro, nos piden que coordinemo­s (con el Banco Central) y a la vez que preservemo­s su independen­cia”, contesta el Presidente cuando le recuerdan aquellos momentos complicado­s. También les pregunta a quienes le cuestionan el camino general si “quieren volver al cepo, tipo de cambio fijo; hay que parar con la sanata”, define Macri.

“Este lugar no es para susceptibl­es”, contestó Peña con una sonrisa hace dos semanas cuando le recordaron la ola de críticas que recibía. Ni él ni nadie creen, de todos modos, que a Macri le tiemble el pulso si lo considera necesario. “Si echó a (Francisco) Cabrera y a (Juan José) Aranguren de la manera en la que lo hizo, nadie está totalmente a salvo”, reflexiona un ministro.

Superada –o al menos estabiliza­da– la tormenta financiera, Peña ya comenzó a “pensar” en la próxima cita electoral, en la que el proyecto de su jefe político se jugará la permanenci­a. “Ahora llega el tiempo en el que se ve al mejor Marcos: el de la organizaci­ón y comunicaci­ón de la campaña”, define un experiment­ado macrista bonaerense. La vuelta a los timbreos luego de más de dos meses es el puntapié inicial de una larga temporada electoral que convivirá, necesariam­ente, con las malas noticias que traiga una economía más recesiva y “fría”, según la definición del propio Peña.

“Las campañas tienen promesas. Hoy es distinto: vamos a escuchar, y a decir que entendemos que les duele lo que están pasando”, afirmó otro dirigente que conoce las directivas del jefe de gabinete, cuyo tándem con el Presidente luce renovado y resistente a las crisis.

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