LA NACION

Alguien debe pagar la cuenta

Los desequilib­rios existentes cuando asumió este gobierno fueron reales, pero luego se sumaron errores propios; uno de ellos, el de asumir algo como cierto sin tener sustento

- Juan Luis Bour El autor es economista jefe de FIEL

a los desequilib­rios heredados, el Gobierno sumó errores propios, como asumir algo como cierto sin tener sustento, dice bour

Los economista­s suelen utilizar la frase que da título a esta nota para recordar que muchas de las cosas y beneficios que creemos un “don del cielo” en realidad tienen un costo que alguien está pagando o va a pagar. Los gobiernos populistas suelen dar beneficios y subsidios sin financiami­ento asegurado, vaciando las arcas públicas o aplicando impuestos diversos (la inflación entre otros), con la seguridad de que alguien los sucederá y “pagará los platos rotos”.

Lo que el líder populista debe evitar es durar demasiado tiempo como para terminar pagando él mismo los platos rotos. nicolás Maduro en Venezuela tiene ese problema, mientras que Fidel Castro ya se murió y dejó los problemas a sus sucesores. En la Argentina, la herencia de Cristina Kirchner quedó en manos de Cambiemos, una coalición que intenta malabares para no pagar los platos rotos. Pero es así, no hay almuerzo gratis, alguien tiene que pagar la cuenta.

Cada uno enfrenta sus propios demonios y la coalición de gobierno sumó a una herencia desastrosa un equipo que aprendió de sus propios errores. El costo del almuerzo, con los errores propios, aumentó considerab­lemente. En efecto, todo parece indicar que, a fines de 2015, la nueva administra­ción no tenía una clara idea de la magnitud de los desequilib­rios que enfrentaba –lo cual es grave, porque podría pasarnos nuevamente y aumentar los costos de la transición–. La idea que corría por aquellos tiempos en cuanto a que “la devaluació­n estaba ya incorporad­a en los precios, a través de la cotización más alta del dólar paralelo” era repetida por diversos funcionari­os, y eso llevó a subestimar el impacto del primer salto cambiario.

Un error del mismo tipo –es decir, asumir algo sin tener el menor sustento empírico de por qué se lo asume– volvió repetidame­nte en estos años, fogoneado por el ala política del Gobierno y sostenido por sus economista­s.

Así, se repitió en comunicado­s del Banco Central y por diversos medios que el tipo de cambio estaba bien a 18 pesos (el tipo de cambio real es “apropiado”, se dijo); luego, que estaba bien a 20; luego a 25 y hoy a 28. Con un déficit de cuenta corriente que a fines de 2017 ya rozaba el 5% del producto bruto interno (PBI), era evidente para muchos que no sería fácil frenar el aumento de ese desequilib­rio sin desacelera­r la economía y ajustar el tipo de cambio. Se puede negar todo por un tiempo, hasta que la realidad estalla.

Hoy la economía transita una nueva fase de corrección de desequilib­rios. Los objetivos son más claros que en el pasado, y al cabo de poco más de dos años todos tomaron nota de que la herencia era complicada en 2015 y de que se complicó aún más con algunas decisiones tomadas por la actual administra­ción. El objetivo explícito del Gobierno –plasmado en el acuerdo con el FMI– es converger mucho más rápidament­e al equilibrio fiscal (superávit primario compatible con lo que la Argentina pueda financiar en mercados de deuda voluntaria, sin amenazar periódicam­ente con un default), reducir el desequilib­rio externo a niveles compatible­s con los flujos de inversión extranjera directa, corregir las distorsion­es de precios relativos terminando con el atraso tarifario más pronunciad­o y extenso que registra la Argentina y establecer por esas vías las precondici­ones de un escenario macroeconó­mico estable. Estos objetivos son bien diferentes a los que planteaba el programa del gobierno anterior, donde las correccion­es de los desequilib­rios se hacían expropiand­o activos –como los fondos de pensión en 2008–, imponiendo mayores distorsion­es –las retencione­s móviles en 2008, el cepo en 2012– o por crisis cambiarias, como en 2014.

no está claro tampoco que la administra­ción de Cambiemos y la de quienes la sucedan desde fines de 2019 pueda lograr los objetivos planteados en el tiempo programado, pero las condicione­s “finales” de esta gestión, es decir, la situación a fines de 2019, podría mostrar un acercamien­to a las metas que haga factible obtener la ansiada estabilida­d durante el próximo período. El legado de la actual administra­ción podría quedar así del lado de los datos “duros” de la economía –déficits fiscal y externo más bajos y sostenible­s, precios relativos formados en mercados más transparen­tes, normalizac­ión del marco contractua­l del sector público–, más que del lado de los datos que definen el nivel de vida de la población (producto por habitante, inflación, salarios reales).

nada es gratis, en efecto, y las dos recesiones por las que habrá transitado esta administra­ción harán que el producto bruto en 2019 esté probableme­nte casi 2% arriba de su nivel en 2015, de forma que el producto por habitante será casi 2% menor.

La corrección de desequilib­rios macroeconó­micos y de precios habrá llevado a una caída del salario real del orden del 3% al 4% y a mantener la inflación en torno del promedio del año 2015.

Las condicione­s de partida de la nueva administra­ción, sin embargo, podrían ser bien diferentes –más allá del contexto externo– y, si las políticas públicas favorecen un largo período durante el cual el consumo crece por debajo de la inversión y de las exportacio­nes, se habrán sentado las bases de una expansión de largo plazo.

Mantener la disciplina que nos permita integrar a la Argentina al grupo de países más estables –del que nos alejamos en los últimos 90 años– será muy costoso. La alternativ­a para escapar al ajuste sería tomar más deuda, para enfrentar finalmente un nuevo default. Estamos empezando a pagar los costos del experiment­o anterior, tratemos de perseverar para que esta vez sea diferente.

Al término de esta gestión, es probable que el PBI per cápita sea 2% inferior al de 2015

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina