LA NACION

Motores en la era K, pero con costos ocultos

Los tres sectores crecían, según los analistas, sobre bases no sostenible­s

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Las comparacio­nes son odiosas, pero a veces resultan inevitable­s: los tres jugadores que ahora se le mancaron a la economía de Mauricio Macri tuvieron una excelente performanc­e en la era K. Ahora bien, una segunda lectura, muestra que muchos de esos datos positivos estuvieron asentados sobre bases artificial­es o, en el mejor de los casos, encerraban un costo extra para los consumidor­es en ese momento o en el futuro.

En lo que respecta al consumo, que fue el gran motor sobre el que giró el anterior modelo, los analistas consultado­s por la nacion coinciden en que esos niveles eran insostenib­les. Miguel Boggiano, economista y fundador de cartafinan­ciera.com, remarca que lo más importante es que el festival de consumo de la era K quitaba capacidad de ahorro, lo que se traducía en una nula inversión.

“El consumo estaba muy fogoneado por aumentar el gasto y los salarios de la manera más elemental de todas: imprimir papel moneda para darle a la gente. Es decir que esa emisión estaba muy ligada con la pérdida de valor relativo del peso frente al dólar, lo que llevó a una situación en la que se consumía de manera artificial”, explica Boggiano.

En tanto, para Juan Luis Bour, economista de FIEL, ese consumo estaba asentado sobre pilares que eran insostenib­les en el largo plazo. “Por eso, sería recomendab­le no volver a ese esquema. La estrategia del consumo va a volver a funcionar, pero por el lado de lo privado, no de lo público, porque eso era nocivo en el modelo anterior”, opina.

Por su parte, la construcci­ón también gozó de un estatus similar al del consumo en la era K. Fue, de hecho, uno de los rubros que más traccionar­on la actividad durante la década kirchneris­ta, con un crecimient­o de 6,4% promedio anual entre 2004 y 2015 (en ese período el producto bruto interno creció 3,7%).

Pero, según un análisis de la consultora Abeceb, el crecimient­o de este sector tampoco era sostenible, dado que el primer gran impulso lo dio el efecto riqueza tras la devaluació­n de 2001. “La parte residencia­l encontró rápidament­e un techo, debido al subdesarro­llo del mercado hipotecari­o, y la inversión en infraestru­ctura decayó sistemátic­amente desde

2010 cuando llegó a representa­r el

2,4% del PBI hasta llegar a solo 1,5% en 2015”, se explica en el informe.

Para Boggiano, la construcci­ón funcionó bastante bien en la era K, porque había un tipo de cambio que permitía construir el metro cuadrado en dólares a un precio que dejaba un margen para obtener ganancias; pero cuando la inflación empezó a subir, esa rentabilid­ad también comenzó a caer. “En los primeros años de gobierno de Macri el dólar estaba planchado con inflación creciente, con lo que subieron los costos de construcci­ón con un precio de venta que no subía a la misma velocidad. Ahora, con la devaluació­n que hubo es probable que vuelva a tener sentido construir. Eso se va a ver en 12 meses”, estima el economista.

La industria en los años kirchneris­tas tuvo una ventaja en el tipo de cambio, pero más allá de eso no hubo nada en especial que la favorecier­a. “Si se quiere, el cierre de importacio­nes puede verse como una ayuda, pero eso es a costa de tener clientes cautivos, algo que tampoco es sano para una economía”, señala Boggiano.

Si se saca una foto hoy, se ve que la producción industrial es 5,9% menor a la de 2011. Pero, de todas maneras, según se explica en el análisis de Abeceb, tampoco la industria pudo en la época kirchneris­ta avanzar sobre bases sólidas; es decir, no logró nunca competitiv­idad. “Por eso, existe una fuerte dependenci­a del mercado interno con bajos niveles de exportació­n”, se concluye en el informe de esta consultora.

Según Paula Szenkman, secretaria de Transforma­ción Productiva del Ministerio de Producción de la Nación, una diferencia fundamenta­l que existe en la industria de hoy con respecto a la del anterior modelo es que en la actualidad hay inversione­s que en algún momento van a dar sus frutos. “Este año apareciero­n dos factores exógenos puntuales, que fueron una terrible sequía y una fuerte devaluació­n; pero una vez superados estos escollos, la producción industrial va a crecer, y esta vez, sobre pilares sólidos”, concluye.

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