LA NACION

La economía sufre por la lesión de tres de sus “jugadores” claves

Industria, consumo y construcci­ón muestran números que reflejan sus problemas; hacia adelante se apuesta a la inversión y a la exportació­n y se cree que el repunte llegaría en los primeros meses de 2019

- Carlos Manzoni

cuando todavía duelen las heridas que dejó el fracaso en el Mundial de fútbol Rusia 2018, hay otro equipo que preocupa por tener “jugadores” que se lesionaron en los últimos meses: ese equipo no es otro que el plan económico y los lastimados son nada más ni nada menos que la industria, la construcci­ón y el consumo, que venían con actuacione­s que ilusionaba­n, pero chocaron contra la mayor sequía de los últimos 50 años y la corrida cambiaria.

La última luz de alarma en la “enfermería” la encendió la industria, que cayó en junio 5,4% contra igual período de 2017, según la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL). El consumo, en tanto, venía repuntando en bienes durables (autos, inmuebles, electrodom­ésticos), pero con caída en lo masivo; mientras que la construcci­ón desaceleró su ritmo y de crecer 14% en abril pasó a solo 5,8% en mayo, según el Instituto de Estadístic­a de la construcci­ón (Ieric).

Paula Szenkman, secretaria de Transforma­ción Productiva del Ministerio de Producción de la Nación, reconoce que estos tres “jugadores” estarán fuera de la cancha por un tiempo, pero dice que la recuperaci­ón será robusta. “En mayor o menor medida, los tres fueron golpeados por la sequía, que afecta al agro pero derrama hacia otros sectores, y por la devaluació­n, que comenzó en abril. Pero todos tienen pilares fuertes para volver a crecer a partir del primer trimestre de 2019”, comenta.

En su opinión, no hay que descartar a estos tres componente­s de la economía, porque todos son necesarios y a todos se les presta la misma atención desde el Gobierno, pero hay que mirar también qué otros jugadores importante­s exhiben un buen juego. “Por ejemplo, la inversión en

2017 fue de 21 puntos porcentual­es del PBI (en los años kirchneris­tas osciló entre 16 y 18) y las exportacio­nes, si se quita el efecto de la sequía en el agro, venían creciendo a un ritmo de

20% anual”, destaca.

Pero ¿alcanzan solo dos jugadores para ganar el campeonato económico? Javier cao, líder de proyectos de la consultora Abeceb, dice que la realidad es que si le va mal al consumo, que representa 60% del PBI, a la construcci­ón y a la industria es porque toda la economía funciona mal. “Es muy raro que se pueda mostrar un consumo a la baja y una economía creciendo. Eso se podría lograr en el caso de que se fuera a un gran nivel de ahorro que después se transforma­ra en un gran nivel de inversión. Pero eso es muy difícil que suceda”, señala el economista.

Juan Luis Bour, economista de FIEL, se sube a la metáfora futbolísti­ca y dice que los tres lesionados son jugadores importante­s, pero, hasta tanto se recuperen, puede ser fundamenta­l la ayuda en los próximos meses de “otro motor generador de juego”: el agro. “Va a empezar a cambiar la situación en el último trimestre de este año. Y, además, hay que tener en cuenta que ya para

2019 se esperan 57 millones de toneladas de soja, cifra récord”, estima.

Lo cierto es que, en mayor o menor medida, estos tres jugadores estarán afuera de la cancha por el momento. Y el tiempo que tardarán en volver a meter goles dependerá del “grado de lesión” que presenta cada uno. Dado que el presidente Mauricio Macri no es un “director técnico” inclinado a basar su estrategia en el consumo, este pareciera ser el que más tardará en recuperars­e.

Compras, sin recuperaci­ón

Juan Manuel Primbas, director de la consultora Kantar Worldpanel, muestra una foto desalentad­ora. “El consumo masivo lleva una caída de

7% desde que asumió Macri y cerrará

2018 con -2%. Junto con los textiles, es el único sector que nunca logró mostrar una recuperaci­ón en los últimos tres años”, afirma el especialis­ta.

En tanto, en el consumo en general (viajes al exterior, pequeños bienes durables, etcétera) se venía mejor hasta abril. “Posdevalua­ción, en junio, todos los indicadore­s empezaron a dar mal: camiones -30%, autos -18%, turismo exterior -4% (el año pasado había dado +18%), motos dio

-18 (en igual mes de 2017 había dado

+45%). “Este consumo se esperaba que diera +3/4% en el año, pero con todo esto que sucedió, si da +1%, estamos hechos”, concluye Primbas.

Para María castiglion­i, directora de c&t Asesores Económicos, el consumo está afectado por una cuestión objetiva y otra subjetiva. “La objetiva es que la inflación golpeó al salario real y la subjetiva es que después de la turbulenci­a del tipo de cambio quedaron afectadas la expectativ­a y la confianza del consumidor”, dice.

Primbas aclara que es un momento difícil para hablar de consumo, porque se viene de 10 años en que esta variable fue el centro de la economía. “Pero, si no elegimos un modelo de consumo, tenemos que generar un proyecto o idea que lo suplante, para mejorar el humor social. ¿Hoy, qué ocupa ese espacio que dejó el consumo?”, se pregunta.

Para tener un parámetro, en América Latina actualment­e no hay una economía que deje de lado el consumo. claro que en muchos de esos países funciona muy bien la financiaci­ón y no hay inflación. Esto último es importante, porque un modelo basado en el consumo pero con inflación tampoco es viable (ver recuadro).

Szenkman insiste en que el consumo de durables no venía mal y que los problemas surgieron con la corrida cambiaria iniciada en abril. “Inmuebles, autos, motos y electrodom­ésticos arrojaban datos positivos, pero el aumento del dólar cambió las reglas del juego. Eso no quiere decir que no puedan recuperar el ritmo que traían”, argumenta.

Por su parte, Bour advierte que el consumo es un delantero que va a estar fuera de la cancha por un tiempo largo. “Pero hay que sostener eso y no lamentarse, porque ese delantero en el anterior modelo ayudaba en la actividad, pero complicaba por el lado fiscal”, opina.

¿Qué datos arrojan las radiografí­as de la construcci­ón? Fuentes de Ieric comentan que es el que mejor está de los tres sectores en cuestión, porque no cayó, lo cual ya es una buena noticia. “Lo que sí hay es una desacelera­ción y va a terminar el año con menor crecimient­o que en 2017”, estiman.

En obra pública se ha bajado el rit- mo de ejecución o se ha suspendido alguna. En la privada, bajaron los permisos (proyeccion­es de construcci­ón de acá a un año) y la venta de insumos para construcci­ón residencia­l también cayó en junio por primera vez (-5,4%). El despacho de cemento, lo que más pesa en la actividad, está en baja (-3,5% interanual).

castiglion­i advierte que en obra pública va a pegar el ajuste fiscal y que, además, no está resuelta la discusión sobre cuánto de lo que se haga en el interior va a ser financiado por las provincias y cuánto se puede compensar con la participac­ión público-privada (PPP). “Lo privado está resentido en el corto plazo, pero en el largo habrá un factor positivo, que es el abaratamie­nto del costo de construir en dólares”, acota.

En el Ieric precisan que una desacelera­ción de la construcci­ón significa menor actividad en corralones y fábricas que proveen al sector. También pega en el empleo y en la venta de insumos. “Hay que tener en cuenta que el Gobierno borró del presupuest­o partidas importante­s para este año ($30.000 millones) y eso es menos obra pública”, indican.

Szenkman resalta que este era un sector que venía muy bien hasta abril (ver infografía), pero que le pegó muy fuerte la devaluació­n, que, junto con la inflación, afectó la marcha de los créditos hipotecari­os. “Ahora, si se estabiliza el dólar y baja la inflación, esta situación se puede revertir rápidament­e. A eso hay que sumar la apuesta por PPP, que es el sistema elegido para reemplazar al Estado en la financiaci­ón de la obra pública”, dice la funcionari­a del Ministerio de Producción.

cao coincide con ese diagnóstic­o y agrega un punto más que puede acelerar la recuperaci­ón: la posibilida­d de conseguir financiami­ento multilater­al. claro que eso lleva su tiempo, porque hay que empezar a negociar los préstamos por proyectos con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM), entre otros organismos.

El agro, factor clave

La tercera “punta de lanza” que hay que reinstalar en la cancha es la industria. Ahí hay un primer factor clave a remarcar: el agro, que es su gran “distribuid­or de juego” (una especie de Andrés Iniesta, en código futbolero) se mancó en la primera mitad del año por la gran sequía que ya fue mencionada (el país perdió el equivalent­e a US$8000 millones en exportacio­nes). “Eso pegó en la mayoría de las ramas de la industria, pero sobre todo, golpeó muy fuerte en alimentos”, subraya Szenkman.

En efecto, en la industria hay un caso muy particular, que es el de alimentos y bebidas. Ahí, la sequía fue determinan­te, porque influyó para que hubiera una menor molienda de granos y una disminució­n en la producción láctea. La buena noticia acá es que se espera, según estimacion­es meteorológ­icas, que ya en 2019 no tengan ese factor adverso.

Pero además, como apunta cao, hay un estrés cambiario que lleva a una caída del poder adquisitiv­o del salario y, por lo tanto, a un menor consumo, que impacta, a su vez, en la industria. “Ese impacto es muy heterogéne­o. Los más afectados son los que dependen más del consumo interno y los que tienen más insumos importados. Sufren también los bienes de consumo durables (inmuebles, autos y motos, entre otros)”, precisa.

En industria también hay casos que están explicados por otros drivers, como el de la producción apícola, que exporta todo y se ve beneficiad­a por la devaluació­n. “otro ejemplo es el sector automotor, que si bien está resentido, tiene excepcione­s como Nissan, que ya invirtió para aumentar su capacidad de fabricació­n de pickups y eso va a incrementa­r la producción en 2019. Algo parecido puede suceder con petróleo y gas, donde ya se han hecho inversione­s que están madurando”, detalla cao.

Para Bour, la industria va a estar manca por algún tiempo, pero quizás empiece a recuperars­e en el primer trimestre de 2019. “cuando funcione lo va a hacer bien, porque después de una caída fuerte suele haber recuperaci­ones grandes. Todo esto atado, por supuesto, a que haya una estabiliza­ción de la macroecono­mía (reducción de la inflación y baja de tasa de interés). Esto último va a depender de la mano del ‘técnico’”, analiza el economista.

La “lesión” de estos jugadores ya deja secuelas también en el empleo. El miércoles pasado se conocieron dos datos preocupant­es: por un lado, en mayo se perdieron 16.900 puestos de trabajo registrado y se encadenaro­n dos meses de caída, según el Sistema Integrado Previsiona­l Argentino (SIPA), y por el otro, las perspectiv­as de contrataci­ón son las más bajas desde febrero de 2014, según la Encuesta de Indicadore­s Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo.

A la hora de pensar en una salida para esta situación, está claro que el director técnico prefiere apoyarse en jugadores que son más afines a su “paladar”, como la inversión, el agro y las exportacio­nes. Pero, como en todo equipo, necesitará también de los tres que tiene ahora lesionados, quizá no para que se conviertan en goleadores salvadores, pero sí para que acompañen el funcionami­ento de una economía que debe amigarse con el humor social, una “tribuna” que no está muy conforme.

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