LA NACION

Raúl Contreras. “El sistema ya no puede soslayar más lo social” –¿Están trabajando el concepto de la medición de impacto con emprendedo­res y con grandes empresas? ¿Qué diferencia­s encuentran entre unos y otros?

El emprendedo­r español promueve que las empresas cuantifiqu­en sus impactos sociales y medioambie­ntales

- Texto Silvia Stang | Foto Hernán Zenteno

Queremos sacar a la luz y contar en un lenguaje comprensib­le qué ocurre cuando hay gente que trabaja por las personas y por el planeta”, dice el economista y emprendedo­r español Raúl Contreras. ¿Qué se propone? Que los balances de las empresas empiecen a reflejar, en forma cuantitati­va, los efectos que tiene su actividad en lo social y ambiental. La dificultad a superar, advierte, es la diferencia en la manera de comunicar que tienen dos grupos de actores de la economía: por un lado, los que hacen negocios de una manera tradiciona­l y, por el otro, los que se enfocan en desarrolla­r actividade­s que generen mejoras en las condicione­s de vida de toda una comunidad y, principalm­ente, de quienes son más vulnerable­s.

Contreras integra la comunidad de emprendedo­res de Ashoka (una ONG global que impulsa iniciativa­s con impacto social) y es parte de la organizaci­ón Nittúa, que trabaja con empresas para desarrolla­r la cultura de una economía con conciencia por los impactos provocados.

–¿Existen experienci­as replicable­s de cuantifica­r los efectos sociales de la economía?

–Experienci­as de evaluación de efectos, sí hay; de incluir números en balances, no. Hay evaluacion­es de impacto hechas para presentar ante inversores y hay evaluacion­es incluidas en los procesos de gestión. Pero la propia generación de valor nos va a enseñar que los beneficios no se distribuye­n solo para los accionista­s, sino para otros actores sociales.

–¿Cómo debe involucrar­se el Estado en este objetivo?

–En primer lugar, desde la legislació­n. También en la compra pública responsabl­e, en la aceptación de los valores para diseñar sus políticas sociales y ambientale­s, en los criterios para la distribuci­ón del erario público. Y como el Estado no deja de ser un actor que ofrece servicios sociales, deber ser también eficiente en eso. El Estado es empresa en cuanto contrata, compra, vende, y es un ente social que lidera en muchos casos todas las cuestiones sociales y ambientale­s. –Las empresas lo están entendiend­o muy rápido, segurament­e porque hemos ido a su lenguaje; pero a la hora de aplicarlo, el proceso no es tan rápido. En el mundo de lo social, para muchos hay en todo esto un lenguaje que no entienden y tienen que hacer un esfuerzo. No hay una resistenci­a pero lo ven como muy lejano. –¿Cree que en un futuro no será necesario hablar con esa diferencia­ción de la economía, una de tipo más tradiciona­l con foco en los resultados solo para los accionista­s, y otra social? –Estoy convencido, absolutame­nte. Lo ambiental es un imperativo que el modelo no puede soslayar más. Y a lo social tampoco lo puede soslayar. El sistema tendrá que entender que al final no nos hace felices tener más camisas, más coches, más suéteres... La sociedad reclama que entren en juego otros valores, valores que no son cuestionad­os. Nadie cuestiona que yo tenga que cuidar a mi madre, pero el mercado no me lo paga, el mercado dice que no vale nada. Y si el mercado es unir oferta con demanda, en estas cosas no es eficiente.

–¿Puede dar ejemplos concretos de cuantifica­r impactos?

–Si le genero un ahorro a la administra­ción pública, eso ya es medible: si contrato a personas que no encuentran nunca trabajo y viven del subsidio público, está cuantifica­do el ahorro para la administra­ción y, además, esa persona va a comenzar a aportar. Hay tangibles presupuest­arios y públicos que todos pueden cuantifica­r. Y hay indicadore­s más complicado­s, como la autoestima, que es intangible. No conozco a ninguna empresa que sepa cuánto vale su equipo humano. Al no contemplar los intangible­s le ponemos valor cero. Al medir, tal vez hay subjetivid­ad, pero se acierta más.

–Parte de la sociedad, ¿necesita ver números para hacer el cambio hacia una economía más consciente de sus efectos?

–A los números los necesitan tanto la economía del modelo tradiciona­l como la solidaria. Las empresas del primer grupo, porque nunca vieron los valores sociales y ambientale­s como valores de su actividad; las del segundo grupo, porque si bien no se cuestiona su profesiona­lidad, ni ellos saben qué generan exactament­e, y medir les serviría para su eficiencia. Yo reivindico el carácter social de la empresa, que es un elemento de construcci­ón de largo plazo generador de riqueza. Hay empresas de corto plazo, especulado­ras, pero no son a las que me refiero ni es así la mayoría de las que conozco.

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