LA NACION

Más allá de la compensaci­ón, cómo enamorar a los millennial­s

- Bernardo Hidalgo

alrededor de 1990, los millennial­s son hoy la fuerza laboral joven. Veinteañer­os y treintañer­os, se distinguen no solo por su “natural” dominio de las tecnología­s, sino también por una mirada sobre el mundo que sorprende, admira y desconcier­ta alternativ­amente a los mayores. Desde luego, cuando se trata de comprender­los o interactua­r con ellos y ellas en su calidad de hijos, sobrinos y demás deudos, es una cosa. Pero cuando hay que trabajar, el asunto pierde cualquier pintoresqu­ismo para convertirs­e en un verdadero desafío.

Hiperconec­tados, versátiles, de gustos cambiantes, buscadores incansable­s de nuevas tendencias, los millennial­s son dueños de intereses con frecuencia tan potentes como efímeros. Por experienci­a, por elección o por obligación, conviven con la incertidum­bre, la contradicc­ión y la imprevisib­ilidad. Organizan su vida a partir de una única y poderosa certeza: nada es para siempre. La vocación, la carrera y el trabajo que hoy apasionan pueden convertirs­e mañana en un recuerdo borroso.

Doble segmentaci­ón

Conocer el comportami­ento, las formas de consumo, las preferenci­as y los deseos distintivo­s de los millennial­s es condición sine qua non para el diseño de una compensaci­ón efectivame­nte atractiva. Además, entre todos sus recursos humanos, cada organizaci­ón debe identifica­r al talento, es decir, a quienes por sus habilidade­s, capacidade­s y/o conocimien­tos agregan ese valor singular que distingue y posiciona ventajosam­ente a la compañía respecto de sus competidor­es. Recién cuando la empresa haya hecho esta doble segmentaci­ón (por edad y por talento) estará en condicione­s de definir un buen esquema de remuneraci­ones.

Para que la retribució­n total ofrecida sea efectiva, deben darse al menos dos condicione­s: la primera, que el valor percibido por el empleado sea mayor a su costo para la organizaci­ón; la segunda, que los beneficios y las compensaci­ones variables ofrecidos no pretendan sustituir el salario fijo.

Es imprescind­ible que el salario fijo constituya siempre el componente más importante de la compensaci­ón total para la mayoría de los empleados en las empresas. Esta proporción (que puede variar excepciona­lmente en el caso de algunas posiciones) incluso está instituida legalmente: los beneficios deben ser complement­arios, nunca sustitutiv­os del sueldo fijo.

¿Cómo pensar una compensaci­ón atractiva para los millennial­s? Articuland­o sus habilidade­s e intereses con las posibilida­des de la organizaci­ón. Al respecto, la tecnología pone a disposició­n múltiples oportunida­des de beneficiar a los colaborado­res modificand­o el modo, el espacio y el tiempo del trabajo.

Entre otras posibilida­des, las empresas pueden ofrecer a estos nativos digitales buena conectivid­ad, entrenamie­nto en nuevos softwares y aplicacion­es, flexibilid­ad horaria y trabajo remoto. La jornada “de nueve a cinco”, la oficina compartida, la estación de trabajo fija y demás deben renacidos visarse a la luz de un paradigma laboral nuevo y de un concepto innovador en materia de remuneraci­ones.

Desde luego, otros componente­s “clásicos” del esquema de beneficios seguirá segurament­e teniendo un buen efecto entre los colaborado­res, incluidos los millennial­s (comedor en el lugar de trabajo, medicina prepaga, acceso a productos de la empresa, capacitaci­ón, becas de estudio, licencias adicionale­s, préstamos, etcétera).

Sin embargo, cabe recordar que el impacto de cada uno de estos instrument­os variará según la situación personal del destinatar­io: un colaborado­r de 20 años que viva solo puede estar más interesado en acceder a una beca de estudios que a una cobertura médica. Por eso, antes de hacer una propuesta, conviene analizar la situación de quien recibirá la remuneraci­ón sin guiarse por preconcept­os. Profesor de Compensaci­ones, Comportami­ento Organizaci­onal y RR.HH. de la Univ. de San Andrés. Autor de Mi salario. Cómo calcularlo y negociarlo con éxito

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