LA NACION

Andrada en Boca: un arquero que explotó en el último año y medio

Consolidad­o en Lanús y eficaz en las competenci­as internacio­nales, el arquero atrae al club xeneize hasta hacerle pagar una fortuna

- Patricio Insua

Consolidad­o en Lanús y destacado también en las competenci­as internacio­nales de la Conmebol, a los 27 años, Esteban Andrada se sumará a Boca en el mayor desafío de su carrera. El mendocino de 1,93 metros llega al conjunto dirigido por Guillermo y Gustavo Barros Schelotto para disputarle el puesto a Agustín Rossi, quien pasó del respaldo a los cuestionam­ientos. Una cifra cercana a los 5.000.000 de dólares y el pase de Guillermo Sara representa­n el desembolso xeneixe por el arquero que ya sabe lo que es atajar en una final de Copa Libertador­es de América.

Los Mellizos y Andrada ya se conocen, conviviero­n en Lanús cuando unos empezaban el camino de la dirección técnica y el otro daba sus primeros pasos en el fútbol profesiona­l. Pese a que debutó con Gabriel Schurrer en un partido de Copa Argentina ante Barracas Central en febrero de 2012 (ese día la pareja central la integraron Paolo Goltz y Carlos Izquierdoz, a quienes ahora volverá a tener como compañeros), fueron los Barros Schelotto los que marcaron su estreno en primera, al año siguiente frente a Estudiante­s.

Después de iniciarse en San Martín de Mendoza, la trayectori­a de Andrada se concentró en la zona Sur. Primero se probó en Banfield, después se estableció en Lanús (vivió en la pensión del club) y también tuvo una etapa en Arsenal. Los Barros Schelotto pidieron ahora por el mismo jugador al que cuatro años atrás habían dejado ir. Aquella decisión tenía su lógica en la inamovible titularida­d de Agustín Marchesín en Lanús y al contexto de un arquero que a los 23 años solo tenía dos partidos completos en primera y necesitaba jugar.

El paso por el conjunto de Sarandí le sirvió para tener continuida­d, pero sus actuacione­s no convencier­on: recibió 68 goles en los 48 encuentros que disputó. Entonces regresó a Lanús, donde ya no estaban Guillermo y Gustavo ni tampoco Marchesín. Ahora el técnico era Jorge Almirón y el arquero Fernando Monetti. Andrada tuvo que acomodarse otra vez en el banco de suplentes, hasta que una rotura de ligamentos del exjugador de Gimnasia le dio una oportunida­d que no desperdici­ó. Y la carrera que parecía estancada aceleró a fondo en un año y medio: comenzó 2017 como titular, mantuvo su arco en cero en la obtención de la Supercopa Argentina ante River, encadenó actuacione­s destacadas en el plano local, fue clave para que Lanús llegara a la final de la Copa Libertador­es y logró que Boca invirtiera una cifra millonaria en él.

Pese a su gran contextura, Andrada mueve sus casi dos metros con mucha agilidad. Es un arquero que se destaca por sus reflejos y plasticida­d, algo que volvió a demostrar hace pocos días en Barranquil­la ante Junior, por la Copa Sudamerica­na, con varias atajadas muy destacadas.

Pese a que el mes pasado había firmado la extensión de su vínculo con Lanús por tres años, la renovación del contrato también incluía una promesa por parte de la comisión directiva que encabeza Nicolás Russo: ante una oferta de su interés y beneficios­a para el club, le facilitarí­an la salida. Boca hizo el resto. El acuerdo entre los dos clubes se convino ayer (aún deben definir la forma de pago) por lo que Andrada se despedirá del Granate mañana ante Douglas Haig, por la Copa Argentina, y el martes se someterá a la revisión médica para iniciar tu etapa xeneize.

Afianzarse en el club de la Ribera puede ser también el impulso que le permita entrar en la órbita del selecciona­do nacional. En la transición del fútbol formativo al profesiona­l, Andrada participó en los selecciona­dos juveniles, un período en el que incluso Barcelona se fijó en sus condicione­s y estuvo cerca de incorporar­lo. Aquella gran proyección, el futuro de éxito que le auguraban, se esfumó al dar el salto al fútbol mayor. Sin embargo, fue en esa circunstan­cia que demostró templanza, un carácter que le dio el convencimi­ento para seguir adelante. No se frustró cuando le faltaba lugar en Lanús ni tampoco cuando en Arsenal las cosas no le salieron. Confiaba en que llegaría su momento y no se equivocó. Ahora afrontará el desafío de ratificar su presente en un club de exposición mundial.

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Diego lima Una sensaciona­l postal de Andrada, el arquero de 27 años que se convirtió en una realidad para Boca

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