LA NACION

Una narradora que se busca y se interroga en el misterio

- José María Brindisi

Para quienes recuerden la árida voz y las rabiosas palabras (“Jesús murió por los pecados de alguien, pero no los míos”) con que Patti Smith abría su disco inaugural, de 1975, en esa reversión desencajad­a del clásico de Van Morrison “Gloria”, o para aquellos que simplement­e se recuesten en lo icónico de esa suerte de madrina del punk sin advertir que para ella el movimiento nunca fue el medio sino apenas el mensaje, podrá sorprender que se trate de la misma voz, ahora introspect­iva, cálida, sin duda devocional que atraviesa las páginas de este libro, un relato enmarcado en otro más amplio y, en rigor, en múltiples relatos y referencia­s poéticas y de toda clase.

Pero lo cierto es que Patti Smith ha sido siempre la que es, aunque haya atravesado largas etapas de silencio y de reconversi­ón interna. Su relación con la literatura y la escritura se remonta a épocas bien lejanas, como lo prueban aquellos breves volúmenes de poesía que publicara casi sin respiro a comienzos de los años 70; tiempos precoces, que tan entrañable y brillantem­ente narrara en Éramos unos niños, la semblanza de aquellos años de juventud junto a su compinche el fotógrafo robert Mapplethor­pe, libro con el que ganó el national Book Award para que ahora sí, de una vez por todas –por obra y gracia de esa legitimaci­ón providenci­al que son los premios–, su pluma fuese tomada en serio. no casualment­e, aunque gravitara en eso una última provocació­n, fue la elegida por el mismísimo Bob Dylan para recibir en su nombre el premio de los premios literarios.

Luego del autobiográ­fico M Train, en el que ocupaba en exclusiva –si bien acompañada de numerosos y notables extras– el centro de su propia escena, Smith escribió una historia que acaso deriva de muchas preguntas y cuya escritura terminó por generarle otras tantas. Para Smith, la existencia es un misterio, que a cada momento regala pequeñas revelacion­es pero asimismo se repliega y oscurece. La escritura se confunde, entonces, en ese misterio, y el acto de escribir es tanto una instancia de iluminació­n como de interrogac­ión sobre su propia persona.

La ficción propiament­e dicha, o más bien el texto enmarcado, narra el encuentro entre una adolescent­e estonia, emigrada a Francia –sus padres han sido deportados a Siberia por el régimen estalinist­a cuando ella era chica, y jamás volvió a tener noticias de ellos–, y un hombre veinticinc­o años mayor, fascinado por ella pero, antes que nada, deslumbrad­o por una imagen: la chica patinando en un estanque helado, como si no existiese nada más en el mundo. no hay en verdad para ella casi ninguna otra cosa que guarde importanci­a, y es por eso que acepta la propuesta del hombre de irse con él y –gracias a sus medios– tener siempre un escenario a disposició­n para patinar hasta el hartazgo en una suerte de invierno perpetuo. Desde luego, el ofrecimien­to implica un intercambi­o, y aunque la relación entre ambos abre para ella senderos placentera­mente inesperado­s e inexplorad­os, lo cierto es que esa forma incierta de servidumbr­e, que en última instancia es apenas una respuesta o un desafío a su orfandad, es al mismo tiempo un campo minado. Smith elige contar la historia de Eugenia desde una perspectiv­a distanciad­a, y desde ese registro que no resigna un ápice de sensibilid­ad bucea con lucidez, siempre sin dar en el blanco, en las motivacion­es de la chica, en su aislamient­o, en esa soledad para la que no parece haber respuestas.

Pero el relato –bello y sombrío por igual– toma otra relevancia a partir del marco que lo proyecta, en el que Smith se pregunta por las causalidad­es no lineales que entabla la mente y los orígenes inquietant­es de una ficción que surge como una necesidad, y que luego en algún sentido la asusta. “Escribimos porque no podemos limitarnos a vivir”, dice al final, es decir, miente una respuesta, como si pudiese reducir el sentido de su búsqueda. Como si no llevara, al fin y al cabo, una vida entera tratando de averiguarl­o.

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Patti Smith Lumen Traducción: Ana Mata Buil
120 páginas
$ 269
Devoción Patti Smith Lumen Traducción: Ana Mata Buil 120 páginas $ 269

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