LA NACION

Sin paz, a un año del caso Maldonado

- Texto Maia Jastreblan­sky Enviada especial Foto Alejandra Bartoliche

El mensaje sobre la tranquera de madera es el único vestigio de humanidad en varios kilómetros de estepa: “Pu

peñy ka pu lamien bajen a la ruka”. El viento helado cala rápido los huesos en ese desierto regado de coirones cubiertos por la nieve. Tierra adentro, se divisa el humo de una fogata. Desde atrás de las llamas, con sus rostros cubiertos, los mapuches aparecen de a dos y se acercan, sin prisa, hasta el alambrado. Está prohibido pasar.

El lof mapuche Resistenci­a cushamen aún controla esas 1300 hectáreas ubicadas a la vera del kilómetro 1848 de la ruta 40, dentro de la estancia leleque, propiedad del Grupo Benetton. Una tensa calma reina en ese territorio que un año atrás fue el escenario principal del caso Santiago Maldonado. la paz es frágil. como entonces, cualquier acción del winka

tensión, tierras tomadas y falta de diálogo eternizan el conflicto en el sur El lugar donde murió el joven artesano continúa ocupado y surgen otros focos de crispación; la Justicia y el Gobierno siguen sin encontrar vías para encauzar la situación

(hombre blanco) crispa los ánimos de ese grupo de jóvenes comandados a la distancia por Facundo Jones Huala, el lonko que obtuvo el viernes la prisión domiciliar­ia.

“Hermanos y hermanas, bajen a la ruka”, es la traducción del texto en la tranquera. la ruka es la construcci­ón más importante dentro de la comunidad mapuche. Una señal de que los miembros de Resistenci­a cushamen no están dispuestos a ceder el territorio, un año después de la muerte del joven artesano y cuando se acerca un juicio en su contra por usurpación.

El manchón en el asfalto que había dejado el corte de ruta que protagoniz­ó Maldonado el 31 de julio de 2017 ya no está. El camino está cubierto de baches emparchado­s por el paso de los camiones. la guardia de madera ubicada en el ingreso al lof tampoco existe.

Tensión, desconfian­za y falta de diálogo eternizan la disputa por la propiedad de las tierras El lugar donde murió el joven artesano continúa ocupado y surgieron otros focos de crispación; la Justicia y el Gobierno siguen sin encontrar vías para encauzar la situación

Esa casilla, donde Maldonado pasó su última noche, hoy es cenizas y cacharros quemados. Según la versión de la comunidad, fue incendiada por empleados de Benetton. Difícil saber qué ocurrió en ese lugar sin testigos fiables.

Andrea Millañanco, pareja de Jones Huala, es quien comanda hoy a la comunidad y su werken (vocera) hacia el exterior. Aguerrida, es la única que decide quién entra al predio. “Estamos todos viviendo acá”, asegura. Muchos miembros del grupo, no obstante, van y vienen desde el lof hasta los barrios humildes del alto de Bariloche donde trabajan. Se trasladan con sus hijos, en medio del crudo invierno, y acarrean materiales hacia el campo.

Los 78 días en los que Santiago Maldonado estuvo desapareci­do (entre el 1º de agosto y el 18 de octubre de 2017) marcaron un pico de tensión entre este grupo mapuche y el Gobierno. Fueron dos meses y medio de especulaci­ones y falsos rumores en un escenario de extremo nerviosism­o político.

Tras el hallazgo del cuerpo en el río Chubut, aún hoy se respira la crispación. El conflicto territoria­l sumó otro foco, Villa Mascardi, donde una ocupación mapuche desató violentos enfrentami­entos con las fuerzas de seguridad. Allí murió el mapuche Rafael Nahuel, abatido por la Prefectura el pasado 25 de noviembre.

Los ocupantes en Leleque y en Villa Mascardi están fuertement­e vinculados, incluso por lazos familiares. Sobre las dos causas por usurpación se pliegan nuevos incidentes, en una espiral que no encuentra una solución pacífica.

El conflicto atraviesa las localidade­s de la zona. Allí, unos señalan a grupos mapuches como los responsabl­es de sabotajes y actos violentos y otros apoyan el activismo indígena. No es extraño que en las escuelas convivan niños de ascendenci­a mapuche con hijos de gendarmes o penitencia­rios. Si en Bariloche se vive una fuerte polarizaci­ón, en Esquel se concentran muchas familias de efectivos de las fuerzas de seguridad y en El Bolsón los artesanos y anarquista­s se sumaron al movimiento mapuche.

“El grupo extremista Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM) está cada vez más aislado. Son pocos y perdieron apoyo por su posición tan extrema”, evalúa la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a un año del operativo de la Gendarmerí­a. Aunque se registraro­n pintadas y panfletos adjudicado­s a la RAM, muchos descreen que tenga actividad real en la Argentina. El propio Jones Huala es esquivo al aludir a la organizaci­ón. “Yo fui de la RAM y me sacaron por estar detenido”, dijo meses atrás.

Desde Compañía de Tierras Sud, del Grupo Benetton aseguran que ya hay “50 denuncias” contra Resistenci­a Cushamen. “Estas personas actúan con violencia, impunidad y sin control”, dicen.

El 5 de agosto se retomará la causa “madre” por usurpación, abigeato y tenencia de armas de fuego contra Jones Huala y otros seis mapuches. En ese procedimie­nto, el fiscal provincial Oscar Oro había retirado el 8 de mayo la acusación contra los mapuches. Pero el juez de Esquel Martín Zacchino le dio intervenci­ón al jefe de los fiscales de Chubut, el procurador Jorge Miquelaren­a, que revirtió la decisión.

Así, después de tres meses de suspenso, el 10 de agosto continuará la audiencia preliminar del juicio contra Resistenci­a Cushamen.

Las huellas

Las dos causas que se abrieron por la desaparici­ón de Maldonado siguen abiertos, con las mismas carátulas: habeas corpus y desaparici­ón forzada. El actual juez del caso, Gustavo Lleral, considera que cambiar el título del expediente, como reclama el Gobierno, implicaría adelantar opinión.

La politizaci­ón del caso generó una fuerte desazón en ese juez que, tras una negociació­n con la comunidad, comandó el rastrillaj­e que dio con el cuerpo. “Se reeditan una y otra vez los intereses en juego”, suele repetir el magistrado a sus allegados. Tras cien días de dedicación exclusiva al caso, Lleral volvió a radicarse en Rawson y retomó la actividad habitual de su juzgado.

La última medida que ordenó en el caso Maldonado fue la realizació­n de un peritaje en el DNI del joven artesano, además de trabajos de planimetrí­a para determinar las circunstan­cias que llevaron al artesano a arrojarse al río durante el operativo de la Gendarmerí­a.

El estudio sobre el DNI fue un pedido de la familia del joven, que aún cree que el cuerpo pudo ser plantado en el río. Lleral, sin embargo, no hizo a lugar a otros pedidos de la defensa, que, a pesar del hallazgo del cuerpo, mostró una fuerte disconform­idad con la investigac­ión.

La abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia, pidió la intervenci­ón de un equipo imparcial para investigar el caso, lo que fue rechazado por el juez, que considera que están dadas las garantías de independen­cia. Ahora deberá definir la Corte Suprema.

Radicado en Bariloche, donde desarrolló un emprendimi­ento de té artesanal, Sergio Maldonado respira todos los días el aire espeso que rodea al conflicto mapuche. Con el juez del caso en Rawson, la fiscal en Esquel y las instancias de apelación en Capital Federal, la causa de su hermano hoy atraviesa sus días.

Porque, además del periplo judicial, el caso lo sumó como una cara visible de variopinto­s organismos de derechos humanos y agrupacion­es políticas opositoras. Sergio Maldonado se subió al escenario en la marcha de esta semana contra el decreto que amplía la intervenci­ón de las Fuerzas Armadas. Debió desmentir, sin embargo, una eventual candidatur­a para 2019. “Yo no estoy en ningún partido político, quieren ensuciarme”, dijo.

La demanda del caso, sumada al duelo y al contexto económico adverso, hoy complican su rutina y su trabajo. Su vida dio un vuelco después de ese 1º de agosto. “Santiago es solidarida­d. El Estado es responsabl­e” fue la consigna que eligió para encabezar el acto a un año de los hechos.

Los jueces

Guido Otranto, primer juez del caso Maldonado, continúa a cargo del juzgado de Esquel. De carrera judicial en Comodoro Py, en su oficina recaen todos los expediente­s de la comunidad Resistenci­a Cushamen. Fue el juez que ordenó el desalojo de la ruta y el que inició la búsqueda del artesano, pero perdió el caso cuando vaticinó en una entrevista con la nacion que el tatuador podía estar en el río.

La Cámara Federal decidió apartarlo por considerar que adelantó su opinión. Otranto hoy no puede cenar en un restaurant­e de Esquel sin recibir insultos. Hace un año, el juez vivía rodeado de policías, pero hoy, en su casa emplazada en la zona semirrural de Trevelin, ya no tiene la custodia que le habían otorgado para preservar su seguridad ante posibles ataques.

El trabajo de Otranto en Esquel se sumió en un complejo escenario político. Fue criticado públicamen­te por el fallecido gobernador de Chubut Mario Das Neves cuando liberó a Jones Huala en el año

2016 e insultado por las comunidade­s mapuches.

El juez concursó para ocupar un tribunal oral de General Roca. Pero su futuro es incierto. El juez suma dos pedidos de jury en el Consejo de la Magistratu­ra, uno de ellos luego de que se conociera que intervino el teléfono de Sergio Maldonado para escuchar sus diálogos con miembros del lof.

En el Ministerio de Seguridad, a un año de los hechos, defiende el accionar de la Gendarmerí­a aquel

1º de agosto. “El objetivo era construir un relato falso. No podíamos entregar a un gendarme estando convencido­s de que no tenían responsabi­lidad. Hubiera sido la salida políticame­nte correcta, pero nos quedamos en nuestra verdad”, señala Patricia Bullrich pocos días antes del aniversari­o de la desaparici­ón del joven tatuador.

En la fuerza de seguridad se registraro­n ascensos y dos retiros voluntario­s en los escuadrone­s de Esquel y El Bolsón, pero no hubo sanciones. El subalférez Emanuel Echazú, el uniformado que había sido herido en la mandíbula y que quedó como único imputado en el expediente, fue ascendido a la jerarquía de alférez.

“Los gendarmes están agradecido­s por el respaldo que tuvieron del Gobierno”, subraya Bullrich al anticipar que visitará los escuadrone­s que fueron eje del conflicto en el sur. El 1º de agosto es el aniversari­o de la desaparici­ón de Maldonado y un día después la Gendarmerí­a cumple 80 años de existencia. Habrá un acto oficial.

A un año de los hechos que tuvieron en vilo al país, las heridas del caso Maldonado no se cerraron y las posturas no encontraro­n puntos de encuentro. El Gobierno coordinó acciones con los gobernador­es de Chubut, Río Negro y Neuquén, pero por ahora no se vislumbran salidas pacíficas.

En la Patagonia nadie levanta la bandera blanca.

 ??  ?? Cerrado. Integrante­s del grupo mapuche Resistenci­a Cushamen, en los territorio­s que ocupan en la Estancia Leleque, de Benetton
Cerrado. Integrante­s del grupo mapuche Resistenci­a Cushamen, en los territorio­s que ocupan en la Estancia Leleque, de Benetton
 ??  ?? Mural. En una pared en El Bolsón, las figuras de Maldonado y Rafael Nahuel. Encima, alguien pintó una esvástica
Mural. En una pared en El Bolsón, las figuras de Maldonado y Rafael Nahuel. Encima, alguien pintó una esvástica
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El río. En el cauce helado del Chubut fue encontrado Maldonado, 78 días después de su desaparici­ón

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