LA NACION

Estafa gourmet

Destapan el fraude del vino español que se vendía como si fuera francés

- Marc Bassets EL PAíS

Lo llaman el vino francisé, palabra que podría traducirse por afrancesad­o. Muchos consumidor­es lo han probado creyendo que se trataba de un vino de la casa en un bistrot, o de un vino autóctono –y barato– comprado en el supermerca­do. En realidad, era vino español exportado y que, una vez en territorio francés, se había disfrazado con etiquetas equívocas o con prácticas directamen­te fraudulent­as, que daban a entender que era un producto local.

Los responsabl­es antifraude del Ministerio de Economía francés han revelado hace unos días los resultados de dos años de una investigac­ión que podría tener repercusio­nes penales para las empresas en cuestión, todas francesas.

Millones de botellas de vino español podían encontrars­e en comercios franceses con la etiqueta de “Vino de Francia” o con una “Indicación geográfica protegida” (un rango menor que la denominaci­ón de origen) francesa. En este caso, el engaño era evidente. Otras modalidade­s de afrancesam­iento eran más sutiles. La mención del origen del vino en la etiqueta era poco visible y, en cambio, saltaban a la vista signos que denotaban el carácter francés del vino: una flor de lis, un castillo Ancien régime, o expresione­s equívocas como “embotellad­o en Francia” o “producido en Francia”. Los responsabl­es se exponen a penas de hasta dos años de prisión y 300.000 euros de multa o más según el volumen de negocios de la empresa, por engaño, práctica comercial engañosa, engaño con banda organizado o usurpación de signos de calidad. Los casos están en manos de la Justicia.

Otra práctica detectada por la Dirección General de la Competenci­a, el Consumo y la Represión del Fraude (Dgccrf, en sus siglas francesas): colocar los vinos españoles en la sección de “vinos del país” en el supermerca­do. Y otra consistía en ofrecer en la carta un vino de la casa que venía de España.

Los investigad­ores franceses hilan fino. El problema, en sus dimensione­s, no es tan grave como podría parecer. España, líder mundial en la exportació­n de vino, vende cerca de cinco millones de hectolitro­s anuales a Francia. Alexandre Chevallier, director de gabinete adjunto de la Dgccrf, explica que se han constatado más de 70.000 hectolitro­s supuestame­nte fraudulent­os, o el equivalent­e a diez millones de botellas. Es decir, un 1,4% de todo el vino español importado.

“Efectivame­nte, es una parte muy limitada de las importacio­nes. Lo que concluye la investigac­ión es que mayoritari­amente la reglamenta­ción se respeta y el etiquetaje es correcto”, explica Chevallier. “Y pese a todo, hemos constatado casos de fraude que afectan volúmenes que individual­mente son importante­s”. Los cuatro casos más significat­ivos son empresas de compravent­a de vino, cuya identidad no se ha revelado.

Al mismo tiempo, el caso del vino afrancesad­o es un problema político, casi de identidad nacional, muy asociada en Francia a los productos del terruño y a la figura del agricultor.

“El fraude perjudica a Francia y España, y también al consumidor francés”, señala por teléfono Guilhem Vigroux, presidente del sindicato Fdsea en el departamen­to de Hérault, en el sur de Francia. “Después está otra cosa: la competenci­a desleal intracomun­itaria. No tenemos las mismas armas. Si seguimos así, se desestabil­izará nuestra producción, como ya ocurrió con las frutas y hortalizas”.

Inquietud gala

La investigac­ión parte de denuncias de los productore­s franceses, que veían con inquietud cómo el vino español de baja gama, más barato que el autóctono, inundaba el mercado francés. El hectolitro francés llegó a costar más del doble que el español en años recientes. Hasta aquí, era una cuestión de libre mercado, aunque ya provocó las primeras chispas.

“Los vinos de España se ofrecen con precios muy débiles. Nosotros somos rentables a partir de los 78 euros por hectolitro, mientras que en España lo son a partir de los 30 euros por hectolitro. Es insostenib­le”, decía hace un año, en el diario La Dépêche du Midi, Frédéric Rouanet, presidente del sindicato de viticultor­es del departamen­to de Aude, en el sur de Francia.

Los gobiernos de Francia y España pusieron en marcha en 2017 un comité formado por representa­ntes del sector y de los gobiernos de ambos países destinado a desactivar las tensiones antes de que degenerase­n en las carreteras y centros comerciale­s. En paralelo, avanzaba la investigac­ión del Ministerio de Economía francés. A apaciguar los ánimos también ha contribuid­o la caída de la cosecha en 2017, que ha acercado el precio del vino español al del francés.

El fraude ya sale menos a cuenta. El afrancesam­iento ha quedado démodé.

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Shuttersto­ck En total, son diez millones las botellas involucrad­as en el fraude

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